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Cal Newport
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May 22 - May 23, 2025
Lo esencial no es lo que hacemos para ganarnos la vida, sino cómo lo desempeñamos: la verdadera vocación se forja con el tiempo.
cuando se trata de conseguir el trabajo de tus sueños, hacer caso al corazón no es un consejo muy útil.
He descubierto que las variables que hacen grande un gran trabajo son escasas y valiosas. Para encontrarlas en la vida laboral se necesita ofrecer a cambio algo que sea también escaso y valioso. En otras palabras, hay que ser bueno en algo, hay que hacerlo muy bien, si se espera tener un buen empleo.
No persigas tus sueños; haz que sean estos los que te sigan a ti en la misión de volverte, según mi cita preferida de Steve Martin, «tan bueno que no puedan ignorarte».
Espero que las ideas que vas a ver te liberen de los tópicos simplistas del tipo «sigue tu pasión» y «haz lo que te gusta» —la clase de frases que han engendrado la desorientación laboral que afecta a tanta gente hoy— y, en su lugar, te ofrezcan una forma realista de llegar a una vida profesional apasionante y con sentido.
Esta hipótesis es uno de los mantras más desgastados de la sociedad norteamericana moderna. Aquellos que tienen la suerte de poder elegir algo en la vida reciben un bombardeo constante desde la infancia, y se les dice que adoren a los valientes que se atreven a seguir su pasión, y que sientan lástima por los autómatas conformistas que se aferran a lo seguro.
Él se decantó por la historia occidental y la danza, y coqueteó con el misticismo oriental.
Ni Wozniak ni Jobs dejaron su trabajo estable: para ellos se trataba de un negocio de escaso riesgo para desarrollar en su tiempo libre.
Como señala Young, «sus planes eran prudentes y a corto plazo. No soñaban con comerse el mundo».
Desde luego, Apple no nació de la pasión, sino que fue el resultado de un golpe de suerte: un plan a corto plazo que despegó de forma inesperada.
¿cómo encontrar un empleo que nos acabe gustando? ¿Deberíamos, como Jobs, evitar asentarnos en un trabajo inflexible y tratar de poner en marcha muchos planes sencillos, esperando a que alguno de ellos despegue? ¿Tiene alguna importancia el ámbito en el que nos desenvolvamos? ¿Cómo sabremos cuándo centrarnos en un proyecto y cuándo pasar al siguiente?
Glass enfatizó que para hacerlo bien en cualquier cosa hacía falta tiempo, recordando los muchos años que le llevó a él dominar la radio hasta el punto de tener algo interesante que decir. «La clave está en obligarse a trabajar bien, obligar a las habilidades a nacer; esa es la fase más dura», afirma.
«Me da la sensación de que vuestro problema es que intentáis juzgarlo todo en abstracto antes de hacerlo. Ese es vuestro trágico error».
«La gente tiene mucha prisa por empezar a vivir, y eso es triste», dice a los entrevistadores. «Yo no empecé con la idea de construir un emporio —explica—. Me marqué objetivos para ser lo mejor que pudiese en aquello que hiciese.»
7 Un trabajo, según su fórmula, es algo que permite pagar el alquiler, una carrera es una trayectoria hacia trabajos cada vez mejores, y una vocación es un trabajo que forma parte importante de la vida, y a la vez es parte vital de la propia identidad.
Después de años de experiencia, se tiene el tiempo suficiente como para ser mejor en lo que se hace, lo que contribuye a desarrollar una sensación de eficacia. También permite establecer lazos más fuertes con los compañeros y da la oportunidad de presenciar más ejemplos de cómo el trabajo que uno hace sirve a otros de ayuda.
son factores denominados «nutrientes», indispensables para sentirse intrínsecamente motivado en el trabajo: Autonomía: el sentimiento de control sobre el día a día, y de que las acciones tienen importancia. Competencia: el sentimiento de ser bueno en lo que se hace. Conexión: el sentimiento de conectar con otras personas.
Casi todo el mundo, por ejemplo, puede llegar a ser competente y autónomo en un amplio rango de profesiones, siempre y cuando se tenga la disposición necesaria para realizar el esfuerzo que requiere dominar una tarea. Este mensaje no es tan inspirador como el de «sigue tu pasión y serás feliz de inmediato», pero desde luego parece más acorde con la verdad. En otros términos, trabajar adecuadamente importa más que encontrar el trabajo adecuado.
Esta generación joven deposita «altas expectativas en el trabajo», explica el psicólogo Jeffrey Arnett, experto en la mentalidad de los posgraduados contemporáneos. «Esperan del trabajo que sea, no un empleo, sino una aventura... un lugar para el autodesarrollo y la autoexpresión... algo que les satisfaga y reafirme sus talentos.»
4 En otras palabras, nuestro experimento intergeneracional con la planificación laboral centrada en la pasión puede considerarse un fracaso; cuanto más nos centramos en amar lo que hacemos, menos terminamos amándolo.
Decirle a alguien que persiga sus sueños no es solo un acto de optimismo inocente, sino que puede ser la base de una carrera guiada por la confusión y la angustia.
«Nadie hace caso [de mi consejo], porque no es la respuesta que quieren oír —dijo—. Lo que quieren escuchar es: “Así se consigue un agente, así se escribe un guion”... pero lo que siempre les digo es: “Sé tan bueno, hazlo tan bien, que no puedan ignorarte”.»
Los músicos de estudio tenemos un proverbio: “La cinta no miente”. Justo después de grabar se escucha la grabación, y tu habilidad no tiene lugar en el que camuflarse.»
Si la perspectiva del artesano se centra en lo que uno puede aportar al mundo, la perspectiva de la pasión lo hace en lo que el mundo le puede aportar a uno.
En primer lugar, cuando alguien se centra en lo que le aporta el trabajo, se vuelve hipersensible hacia lo que no le gusta, y acaba topándose con la insatisfacción crónica.
¿Es esto lo que soy en realidad? y ¿Esto me gusta? casi nunca pueden contestarse con un claro sí o no. Dicho de otro modo, la perspectiva de la pasión es una garantía casi infalible para la insatisfacción crónica y la confusión, lo que explica, posiblemente, que Bronson reconozca a las pocas páginas de su epopeya de la búsqueda de empleo, ¿Qué hago con mi vida?, que, «si hay un sentimiento compartido por todos los que aparecen en este libro, es el de estar perdidos en la vida».
Por lo tanto, si quieres un trabajo genial, tendrás que dar a cambio algo de gran valor.
Elaboró un bien valioso, y a cambio su carrera experimentó una transfusión de creatividad, impacto y control.
No se trata de un debate filosófico sobre la existencia de la pasión o sobre el valor del esfuerzo, sino de pragmatismo: para conseguir una buena trayectoria profesional hay que mejorar, y la perspectiva del artesano se centra en conseguir ese objetivo.
Regla de las 10.000 horas La idea de que la excelencia en la ejecución de tareas complejas requiere un nivel crítico de práctica mínimo emerge una y otra vez en los estudios de los expertos. De hecho, los investigadores han determinado la que creen que es la cifra mágica para la verdadera maestría: diez mil horas.
Los grandes maestros, de media, dedicaron unas 5.000 horas de sus 10.000 al estudio. Los jugadores intermedios, por el contrario, asignaron a esta tarea solo unas 1.000 horas.
Esto contrasta con la participación en torneos, en los que es posible enfrentarse a un rival que es o bien fehacientemente peor, o bien mejor que uno mismo, y en ambas situaciones «la progresión en la destreza es muy probable que sea mínima».
El «estudio serio» al que se dedican los jugadores estrella suena parecido al enfoque musical de Jordan Tice.
Lo que determina la excelencia es la acumulación de práctica deliberada, una y otra vez.
En resumen, el entrenamiento deliberado es la clave para llegar a hacerlo tan bien que no puedan ignorarte.
Alex reconoce que, a pesar de ser ya un escritor asentado, aún lee libros sobre el oficio, buscando áreas de mejora. «Es un proceso de aprendizaje continuo.»
Hacer aquello que conocemos bien es entretenido, pero también es exactamente lo opuesto a lo que exige el entrenamiento deliberado... El entrenamiento deliberado es, sobre todo, un esfuerzo de concentración y enfoque. Eso es lo que hace que sea «deliberado», algo bien distinto a la práctica descuidada de escalas o a los raquetazos a los que se dedica casi todo el mundo.
Resulta tentador dar por sentado que lo que se ha hecho está muy bien, y tacharlo de la lista de tareas pendientes, pero con la crítica honesta, y en ocasiones dura, es como se aprende a centrarse de nuevo y a continuar mejorando.
Por eso es tan importante la diligencia de Steve Martin: sin esa disposición paciente para rechazar posibles metas, nuevas y atractivas, el esfuerzo que se precisa para adquirir el capital necesario acabará agotándose.
Sin embargo, incluso dentro de la perspectiva del artesano, acabar «haciéndolo tan bien» y siendo «tan bueno que no puedan ignorarte» no es algo trivial. Para contribuir a esa meta he explicado el concepto, muy estudiado, del entrenamiento deliberado, un enfoque del trabajo en el que se ejercitan adrede las habilidades más allá de la comodidad, y recibiendo críticas constantes. Músicos, deportistas y ajedrecistas conocen a la perfección el entrenamiento deliberado.
debes ser bueno en algo y hacerlo bien antes de esperar encontrar un buen trabajo.
Coincidía con ellos en que obtener control sobre la vida importa más que ganar más dinero o fama.
Para ellos, lo importante es juntar el valor para tomar el control, mientras todo lo demás son detalles que se resuelven de un plumazo.
Recuerda: tenía, literalmente, un corazón en las manos al cruzar la puerta, y pensé: “Tiene que ser una broma”.»
En otras palabras, en la mayoría de los trabajos cabe esperar que el empleador se resista a otorgar más control; tienen todos los incentivos para tratar de convencerte de que reinviertas tu capital laboral dentro de su compañía, y obtengas a cambio más dinero y prestigio, en lugar de más control. Es un argumento difícil de rebatir.
Haz aquello por lo que la gente esté dispuesta a pagarte.»
Si estás sopesando lanzarte a un objetivo que te otorgará más control sobre tu vida profesional, busca pruebas de que la gente está dispuesta a pagarte por ello. Si las encuentras, sigue adelante. Si no, déjalo pasar.
«Haz aquello por lo que la gente esté dispuesta a pagarte». No se trata de ganar dinero (Derek, por ejemplo, es más o menos indiferente al dinero, después de donar los millones que ganó al vender su primera empresa). Se trata, en cambio, de emplear el dinero como un «indicador neutro del valor», una forma de determinar si se dispone o no de suficiente capital laboral para tener éxito.
Como se verá más adelante, la misión es una de esas deseadas cualidades, y, como todas las demás, exige que primero se disponga de capital laboral; una misión que se emprenda sin esa destreza está destinada a apagarse.
una buena misión profesional es parecida a un descubrimiento científico; se trata de una innovación que espera ser descubierta en el adyacente posible de tu ámbito. Si deseas identificar una misión en tu vida profesional, deberás posicionarte primero en la vanguardia, el único lugar desde el que puede verse una misión.