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by
Cal Newport
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May 22 - May 23, 2025
Según la teoría de Johnson, Sarah debería haber dominado primero un nicho prometedor —tarea que puede llevar años—, y solo entonces fijar su atención en la búsqueda de una misión.
Si buscas una misión, primero debes adquirir capital. Si te saltas este paso, puedes acabar como Sarah y Jane: con grandes dosis de entusiasmo, pero pocos resultados visibles.
Si se hace la cuenta, se descubre que ese fue el tercer ámbito que, en su trayectoria académica, le había acabado atrayendo; la lista completa serían las matemáticas, la medicina y las enfermedades infecciosas. Por eso se muestra suspicaz ante la estrategia de tratar de identificar por adelantado la vocación de cada uno. Según su experiencia, hay muchas cosas diferentes que pueden, en distintos momentos, parecernos atractivas.
Lo que me sorprende del caso de Pardis es el momento tan tardío en su preparación intelectual en el que identificó la misión que ahora define su trayectoria. Esta tardanza queda reflejada en su decisión de proseguir —¡y terminar!— los estudios de Medicina cuando su doctorado ya había empezado a atraer el interés general. No es la actitud propia de alguien que está seguro de su destino desde el primer día.
Avanzar hasta la vanguardia de un sector es un acto de pensamiento «pequeño», que exige centrarse en un reducido elenco de intereses durante un tiempo prolongado. Una vez alcanzado el límite, sin embargo, y hallada una misión en el adyacente posible, se puede perseguir con tesón: eso es actuar «a lo grande».
Atribuir un valor monetario a un artefacto es la antítesis de la misión de la arqueología, y Kirk y Jason se negaron a hacerlo. En su lugar, parecen guiarse por la idea de educar al público acerca de la arqueología moderna.
Pero lo que vio Kirk fue una oportunidad de acercarse a su misión. «Este tipo de difusión pública es la que los arqueólogos deberíamos intentar buscar», observó.
Esto es lo que descubrí: el trayecto de Kirk hasta Tesoros americanos fue gradual.
Lo importante de las pequeñas apuestas es que son asequibles. Se prueba una, que lleva como mucho unos meses. Puede salir bien o mal, pero en cualquier caso se obtiene una información que ayuda a dar los siguientes pasos. Esta perspectiva contrasta con la idea de diseñar un plan audaz y apostarlo todo a su éxito.
Fue el ensayo y error, no la audacia, lo que transformó la misión genérica de Pardis en un éxito concreto.
Si el capital laboral es el que permite identificar una misión atractiva, la estrategia de las pequeñas apuestas es la que ofrece las mayores posibilidades de cumplirla con éxito. Para poner en funcionamiento esta táctica profesional son precisas ambas piezas.
Por otra parte, si publico un libro que afirma que «persigue tus sueños» es un mal consejo, eso sí que te empujará a darlo a conocer (espero). Esto es, el libro que estás leyendo está pensado, desde el principio, para ser considerado «interesante».
Para que un proyecto orientado a una misión tenga éxito, debe ser interesante en dos sentidos. En primer lugar, debe animar a la gente que lo conozca a hacer que otros se interesen por él. En segundo lugar, debe darse a conocer en un ámbito que reciba bien ese interés.
RESUMEN DE LA REGLA 4
Para encontrar esas ideas, por lo tanto, primero debes situarte en la vanguardia, algo que a su vez exige experiencia. Tratar de determinar cuál es tu misión siendo un novato y careciendo de capital laboral es una aventura destinada al fracaso.
«Deja de hablar de eso —me regañó cuando mencioné sin venir a cuento la idea del libro—. Si te parece que puede estar bien, vete y escríbelo.»
Es posible, en otras palabras, que una inteligencia deslumbrante sea menos un don de Dios y más cuestión de dedicación a la práctica deliberada.
Para luchar contra esa resistencia diseñé dos estructuras. La primera, temporal: «Me voy a dedicar a esto durante una hora —me decía a mí mismo—. Me da igual si me desmayo por el esfuerzo, o si no progreso, pero durante la próxima hora todo mi mundo es esto». Desde luego, no solo no me desmayé, sino que hice algún progreso.
Acepté, ahora sí, que el esfuerzo era algo bueno.
En lugar de entender la incomodidad como una sensación que debía evitar, empecé a considerarla como un deportista entiende el dolor muscular: la prueba de que estás haciéndolo bien.
Esta es la rutina: una vez a la semana me obligo a resumir en mi «biblia» un artículo que me parezca relevante. Este resumen debe incluir una descripción del resultado, la comparación con trabajos previos y las principales estrategias que se han empleado para alcanzarlo.
Si recuerdas, una pequeña apuesta tiene estas características: Es un proyecto con un tamaño tal que pueda completarse en un mes. Obliga a crear nuevo valor (por ejemplo, dominar una nueva habilidad y producir nuevos resultados que no existían antes). Produce un resultado concreto, que puede emplearse para reunir información concreta.
ÚLTIMA CONSIDERACIÓN: IMPORTA MÁS TRABAJAR BIEN QUE TENER UN BUEN TRABAJO
No había desaparecido el patrón mental que le había convencido, en un empleo tras otro, de que no había descubierto todavía su verdadera vocación. Cuando dejamos a Thomas, en la introducción del libro, el peso de este descubrimiento le había hecho deshacerse en lágrimas. Se sentó en el silencioso bosque de robles que rodeaba el monasterio y lloró.
Esta vez, sin embargo, encaró su trabajo con una nueva conciencia. Su experiencia en el monasterio le había librado de albergar los pensamientos de huida y las fantasías con otras ocupaciones, que antes le habían dominado.
En su lugar, era capaz de centrarse en las tareas que tenía encomendadas y de cumplirlas. Se había desembarazado de las comparaciones, constantes y agotadoras, que solía hacer entre su trabajo real y alguna ocupación futura mágica que esperaba ser descubierta.
Thomas las alcanzó, no haciendo coincidir su trabajo con su pasión, sino haciendo bien su trabajo, y después intercambiando de forma estratégica el capital acumulado.
trabajar bien importa más que tener un buen trabajo. No necesitaba el trabajo perfecto para encontrar la satisfacción laboral; lo que le hacía falta era encarar mejor el trabajo que ya tenía.
No te obsesiones con descubrir tu verdadera vocación, y atesora en su lugar habilidades escasas y valiosas.