Heathcliff, tengo la honra de presentarte por fin a alguien que te aprecia más que yo misma. Supongo que te halagará. No, no es Nelly, no la mires a ella. Mi cuñada, la pobre, tiene el corazón destrozado ante la simple contemplación de tus dotes físicas y morales. Tienes en tu mano la oportunidad de convertirte en el hermano de Edgar. ¡No, Isabella, no te escapes! –continuó, deteniendo con fingida jovialidad a la aturdida muchacha, que se había levantado indignada de su asiento–. Estábamos peleándonos como dos gatos por culpa tuya, pero ante sus protestas de amor y devoción hacia ti, me he
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