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¿En qué se convierte el sentimiento humano cuando detrás de él se esconden la intención y la conciencia? ¿Sabes?, cuando uno se va haciendo viejo se da cuenta de que todo es diferente de lo que pensaba: hay que ser mañoso en todo, hay que aprenderlo todo, incluso a amar.
Somos humanos y todo lo que nos ocurre en la vida pasa por el filtro de la razón. Y a través de la razón se hacen soportables o insoportables nuestros sentimientos y nuestras pasiones. No basta con amar.
Ya ves lo ingenuos que somos. Tendemos a creer que los asuntos propios, los verdaderos, son acontecimientos de relevancia mundial.
A veces, en los momentos más trágicos de la vida, nos encontramos de improviso más allá del dolor y de la desesperación, y nos volvemos extrañamente sobrios, indiferentes, casi de buen humor. ¿Nunca te ha pasado?
Todo el tiempo mantuvo la misma actitud de prudencia atenta y reservada, como el que ya ha vivido situaciones similares y sabe que este tipo de conversaciones no vale para nada, que no hay esperanza, o como el médico que sabe que no existe medicina eficaz para el paciente pues su enfermedad es incurable, pero a pesar de ello escucha sus quejas, asiente con la cabeza y prescribe algunos polvos o algún jarabe... ¿Qué sabía? Simplemente, que en los asuntos del corazón no hay consejo que valga.
No hay ningún «consejo» que de verdad sirva de algo en la vida.
Ocurre lo que tiene que ocurrir y eso es todo.
Necesito esta armonía burguesa. La vida interior de las personas ya es bastante aventurada y tormentosa.
De
cara al exterior es mejor vivir como un funcionario del registro de la propiedad. El orden es una necesidad vital, de...
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No callamos o hablamos sólo con la boca sino también con el alma.
¿Cree que es posible que un amor se ensanche tanto en el alma que después no permita amar a nadie más?
¿Qué ocurre en el alma cuando nos enamoramos? —pregunté, como una colegiala. —En el alma no ocurre nada —dijo en tono didáctico—. Los sentimientos no se manifiestan en el alma. Siguen otro camino. Pero pueden atravesar el alma como el río desbordado atraviesa las zonas inundadas.
la razón no puede iniciar ni detener los sentimientos. Pero puede disciplinarlos. Los sentimientos, cuando se vuelven peligrosos para uno mismo y para los demás, se pueden enjaular.
se pueden aniquilar los sentimientos con la ayuda de la razón. La respuesta es un no rotundo. Pero, si le sirve de consuelo, puedo decirle que a veces, en los casos más afortunados, los sentimientos se pueden domar y mortificar. Míreme a mí. Yo he sobrevivido.
No me gusta entregarme a los sentimientos... pero el sentimiento de la amistad es mucho más complicado y delicado que el amor. Es el sentimiento humano más fuerte... es realmente desinteresado.
No creo que haya pasiones que se pasen toda la vida reprimidas, ardiendo en el alma de una persona como un fuego subterráneo o el incendio de una mina... Puede que existan; pero estoy convencida de que semejantes llamas termina por apagarlas la vida misma. ¿No lo cree así?
Quizá hay sentimientos más fuertes que la propia vida, que la razón, que el tiempo. ¿Pueden abrasarlo, quemarlo todo? Tal vez... Pero, entonces, que sean fuertes de verdad.
se agazapen en el alma, que exploten libremente.
Intuyo que le gustaría preguntarme qué será de mí... La respuesta es que cargaré con las consecuencias de mi elección.
Parece que en la vida todo ocurre al ritmo de un cronómetro invisible: no se puede «decidir» nada ni siquiera un segundo antes de que las cosas y las situaciones hayan decidido por sí mismas...
La vida se encarga de tomar las decisiones de una forma maravillosa y sorprendente... y entonces todo resulta sencillo y natural.
Esperar. Yo no había imaginado que alguien pudiese esperar de ese modo. Es como estar condenado a trabajos forzados, como picar piedra en la galería de una mina. Esperaba con un esfuerzo y una disciplina enormes, con convicción y desesperación absolutas. Y para entonces ya no podía ayudarlo nadie, ni siquiera yo...
Sus gestos eran los de alguien que mira en vano cada mañana el buzón del correo, los del adicto a un narcótico que, al estirar la mano hacia la redoma, advierte que está vacía y la mano se detiene en el aire... El movimiento de la cabeza cuando suena el teléfono. La sacudida de hombros cuando llaman a la puerta. La ojeada de rastreador en el patio de butacas de un teatro o en el salón de un restaurante. La mirada del que busca algo eternamente. Vivimos así dos años. Y a Judit Áldozó se la había tragado la tierra.
En la vida de toda persona llega un momento en que se queda sola y nadie puede ayudarla.
leí que esa especie de hechizo, ese estado de ánimo de los enamorados en eterna espera del amor ausente tiene algo en común con el desvarío de los hipnotizados; y que sus miradas son como las de los enfermos que empiezan a despertar de su delirio y levantan con esfuerzo los párpados hinchados. No ven nada más que un rostro, no oyen más que un nombre. Pero un día se despiertan. Como yo. Miran a su alrededor, se frotan los ojos. Ya no ven ese rostro... mejor dicho, siguen viéndolo, pero más difuminado. Ven el campanario de una iglesia, un bosque, un cuadro, un libro, las caras de otras personas,
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Pero llega un día en que despiertas, te frotas los ojos, bostezas y, de pronto, te das cuenta de que ya no quieres nada. Ni siquiera te inmutas cuando lo ves por la calle. Si llama por teléfono respondes, como debe ser. Si quiere verte, y la cita es inevitable, bueno, adelante. Y todo eso lo haces con ánimo tranquilo y sincero, ¿sabes? Ya no queda nada del dolor, de la convulsión, del delirio. ¿Qué ha pasado? No lo comprendes. ¿Ya no anhelas venganza?... Y entonces te das cuenta de que ésa es la verdadera venganza, la única, la perfecta: ya no quieres saber nada de él, no le deseas nada malo
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¿Que qué descubrí? Descubrí, querida mía, que la persona justa no existe.
Un día desperté, me incorporé en la cama y sonreí. Ya no sentía dolor. Y de golpe comprendí que la persona justa no existe. Ni en el cielo ni en la tierra, ni en ningún otro lugar. Simplemente hay personas, y en cada una hay una pizca de la persona justa, pero ninguna tiene todo lo que esperamos y deseamos.
Ninguna reúne todos los requisitos, no existe esa figura única, particular, maravillosa e insustituible que nos hará felices. Sólo hay personas. Y en cada una hay siempre un poco...
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Si es cierto que el hombre justo no existe, que todo ha terminado y que estoy completamente curada,
porque sin duda es cierto que no existe la persona justa y que las ilusiones se desvanecen, pero yo lo amo, y eso es distinto. Cuando uno ama a alguien siempre se le sobresalta el corazón al verlo o al oír algo sobre él. En resumen, creo que todo pasa, menos el amor. Aunque eso no tiene ningún sentido práctico.
Lo único seguro son los hechos, la realidad... Todas nuestras explicaciones de los acontecimientos están viciadas por un irremediable halo literario. Debes saber que ya no soy un gran amigo de la literatura.
La soledad en la que tarde o temprano se precipita cada ser humano, como un caminante nocturno en una zanja. ¿No comprendes que para los hombres no hay salvación? Tenemos que vivir solos y pagar por todo el precio justo, tenemos que callar y soportar la soledad, nuestro carácter, la dura disciplina que la vida nos impone.
El hombre no vive para ser feliz. El hombre está en el mundo para mantener a su familia y educar a sus hijos como personas honradas, y no debe esperar a cambio ni gratitud ni felicidad. Voy a serte sincero: mi respuesta es que tienes razón. No creo que la familia dé la felicidad; nada puede hacernos felices. Pero tener una familia constituye una responsabilidad tan grande frente a nosotros mismos y frente al mundo que por ella merece la pena soportar los problemas incomprensibles y los sufrimientos inútiles de la vida. No creo en las «familias felices». Pero he visto ciertas situaciones de
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nosotros no vivimos en una auténtica cultura, lo nuestro es una civilización de masas, anodina, mecanizada y enigmática. Todos se llevan su parte, pero a ninguno le proporciona verdadera felicidad.
Toda esa tensión se debe a la soledad. La soledad se puede explicar y todos los argumentos son válidos, la pena es que ninguno consigue acertar la causa...
En secreto estoy convencido de que el hombre rico se aburre desde que se levanta hasta que se acuesta. Pero el burgués que sólo tiene su rango, el que no es rico, defiende el orden al que pertenece y sus ideales con el heroísmo pedante de un cruzado. El pequeñoburgués es ceremonioso. Lo necesita, está obligado a demostrar algo durante toda su vida.
La mayoría de la gente no puede dar ni recibir amor porque es cobarde y orgullosa, porque tiene miedo al fracaso. Le da vergüenza entregarse a otra persona y más aún rendirse a ella porque teme que descubra su secreto... el triste secreto de cada ser humano: que necesita mucha ternura, que no puede vivir sin amor. Creo que ésa es la verdad.
En aquellos tiempos no sabía lo que sé hoy... que no hay nada de lo que avergonzarse en la vida excepto de la cobardía, que hace que uno no sea capaz de dar sentimientos o no se atreva a aceptarlos.
Muere porque no puede darle a su vida un sentido nuevo, porque no puede vivir con la sensación de no tener a nadie que la necesite, porque es imposible vivir sin la certeza de que en el mundo hay una persona para la que se es imprescindible.
Un día ves con claridad que lo has tenido todo, castigos y recompensas, en la medida que te correspondía. Y que no has logrado nada cuando has sido demasiado cobarde o simplemente no has sido lo bastante heroico... Eso es todo.
No es alegría lo que sientes, es resignación, comprensión y serenidad. Eso al final también llega. Pero hay que pagarlo a un precio muy alto.
detrás de las formas rígidas y los oropeles solemnes ocurría algo casi imperceptible, regulado por normas estrictas, que probablemente era necesario porque siempre había sido así y siempre lo sería.
La vida es siempre cruel con todo el mundo. Lo que da, antes o después termina por quitarlo, o al menos lo intenta. El verdadero heroísmo de cada individuo consiste precisamente en luchar para proteger sus intereses y los de su familia.
quien habla mucho tiene algo que esconder; en cambio, quien calla con coherencia está convencido de algo.
el amor mal interpretado o erróneamente exigido causa más víctimas que la lejía, el automóvil y el cáncer de pulmón juntos. Las personas se matan con el amor como a través de una emanación invisible y letal.
El amor es un egoísmo sin control. No sé si hay muchos seres que sean capaces de soportar la tiranía del amor sin sufrir heridas mortales.
Cuando digo esto, la gente contesta: «Te falta valor.» Y yo respondo: «Puede que no sea un héroe, pero tampoco soy un cobarde porque tengo el valor de vivir mis propias pasiones.»
Y ahora me preguntarás si valió la pena... ¡Es una pregunta retórica! No se pueden juzgar las elecciones fundamentales de la vida en términos tan comerciales. No es cuestión de que merezca o no la pena sino de que uno se vea obligado a hacer algo porque así lo ordena su destino o las circunstancias, o su temperamento, o sus glándulas hormonales... es probable que estos factores actúen en conjunto... y entonces uno supera su cobardía y actúa. Y eso es lo único que cuenta. El resto es pura teoría.

