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El infierno alcanzado por esfuerzos propios era una construcción interesante. Nadie se libraba de fabricar uno, al menos uno, en toda una vida. Algunas vidas no eran más que eso. Era una tautología, que la desdicha infligida a uno mismo constituía una extensión del carácter.
allí donde hay gente hay un escenario del crimen.
nada es nunca como uno lo imagina.
Su boca es la hedionda puerta del infierno».
No se puede olvidar nunca que todos los ciudadanos se merecen el régimen que estén dispuestos a soportar...
Es muy fácil perdonar a los padres de otros.
No la estaba esperando. Pero si llegaba a aparecer, quería tener sus opciones abiertas. Que era otra manera de decir que estaba esperando.
ofrecer sabios consejos podía ser agradable. Recibirlos podía resultar agobiante cuando habías seguido tu camino.
un hijo único es lo más triste del mundo.
«Dios se cobra las deudas en algo más que dinero.»
Piensas que tu hijo es dependiente de ti. Luego, cuando empieza a alejarse, descubres que tú también eres dependiente. Siempre había sido un arma de doble filo.
Prácticamente todo lo que te ocurre en la vida lo olvidas.
No se podía hacer nada con respecto al pasado, pero el presente podía salvarse del olvido.
nada es nunca como lo imaginas.
nuestros inicios nos configuran y hay que afrontarlos.
La mayoría de los problemas de Roland se los había infligido él mismo, eran meros lujos. Pero ¿se cambiaría por Robert? No. ¿Se cambiaría Robert por él? No.
y aquí estaba de nuevo, el rasgo más sencillo de la muerte, siempre inesperado: la ausencia.
¡Haz una elección, actúa! Esa es la lección.
Las buenas decisiones no llegaban tanto a través del cálculo racional como de arranques de buen humor. Pero lo mismo ocurría con algunas de sus peores decisiones.
Al examinarlos de cerca los errores se disolvían en preguntas, hipótesis, incluso en beneficios sólidos. En esto último podía haber estado engañándose. Pero al pasar revista a toda una vida no era conveniente reconocer demasiadas derrotas.
Era una droga para haraganes que la gente fumaba para mantener a raya su antojo de la misma.
Pero se apreciaba esa esencia que todo el mundo olvida cuando un amor queda en el pasado: cómo era, la sensación y el gusto que tenía estar juntos durante segundos, minutos y días, antes de que todo se diera por sentado y se desechara y luego se exagerara por medio del relato de cómo acabó, y después de las vergonzosas ineficiencias de la memoria. El paraíso o el infierno, nadie recuerda gran cosa. Aventuras y matrimonios que acabaron mucho tiempo atrás llegan a parecerse a postales del pasado. Una breve nota sobre el tiempo, un relato rápido, divertido o triste, una imagen llamativa en el
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ese pesimismo era el buen compañero del pensamiento y el estudio, que el optimismo era un asunto de políticos, y nadie les creía.
las cosas nunca irán tan bien como esperábamos ni tan mal como temíamos.