Se nos ha enseñado a ver la vida como una búsqueda, un viaje que termina, con suerte, con significado, amor y una pensión que mantendrá nuestros años dorados de verdad. Pero el final no existe, la búsqueda no termina nunca. No existe un puesto de trabajo o una suma de dinero que pueda convertirse en la meta. Por eso, a veces, el alcance de una meta resulta tan decepcionante como un fracaso.