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¿por qué hemos de interesarnos por su condenado mundo? No nos gusta estar colgados de la superficie de ningún planeta, esperando caernos o que el viento nos lleve. No queremos que el aire nos envenene y nos moje el agua sucia. No queremos sus malditos gérmenes, su maloliente hierba, su insulso cielo azul y sus necias nubes blancas.
Los propios dioses
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