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¿Cuál es el mundo elegido, señor? –preguntó Seldon. –Me parece que se llama Términus –dijo Chen.
La violencia –fue la contestación– es el último recurso del incompetente.
–Sí, pero se ha visto obligado a rodear esos obsequios científicos con los disfraces más ultrajantes. Ha hecho de ello algo medio religión, medio disparate.
En nombre del Espíritu Galáctico, de su profeta, Hari Seldon, y de sus intérpretes, los sagrados hombres de la Fundación, maldigo esta nave.
Un comedor de fuego ha de comer fuego aunque tenga que devorarse a sí mismo.
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En la excitada conversación que siguió, Lee murmuró al oído de Hardin: –No ha dicho cuándo volverá. Hardin contestó: –Lo sé…; ¡pero espero que no vuelva hasta que usted y yo estemos segura y cómodamente muertos!
A veces se olvida que Hober Mallow empezó su vida como un vulgar comerciante. Nunca se olvida que la terminó como el primero de los príncipes comerciantes…
—Los tiempos hacen al hombre
—Acepto el desafío. Será una mano muerta contra una voluntad viva.
Pero esto no me detendría si los resultados justificaran el riesgo. Sabrían morir.
Era uno de los numerosos mendigos acróbatas de la playa,
Radole era un mundo pequeño, de los que abundan en la Galaxia, pero entre los cuales era una rareza la variedad habitada. Era un mundo, dicho en otras palabras, donde las dos mitades ofrecían los monótonos extremos del frío y el calor, mientras la región de vida posible era la franja de zona crepuscular.
El aire cálido y seco acariciaba las ciudades, que recibían el agua de las montañas; y Radole City era un eterno jardín, caldeado por la radiante mañana de un perpetuo junio.
he estado reflexionando sobre el hecho de que, a pesar de toda mi inteligencia y capacidad de previsión, haya podido cometer un error y perder tanto.
Él nunca creó productos acabados. Los productos acabados son para las mentes en decadencia.
y la característica de una clase privilegiada es siempre la misma: la posesión del ocio, como única gran recompensa de su condición.
el hechizo del poder nunca suelta del todo a su presa.
¿Cuándo puede saber un hombre que no es un títere? ¿Cómo puede saber un hombre que no es un títere?
«Todos los caminos llevan a Trántor —reza el viejo proverbio—, y aquí es donde terminan todas las estrellas.»

