Se me cae a cachos. 1 - El último blog
Me llamo Freddy Nolan y soy el creador de Se me cae a cachos, la famosa web satírica sobre enfermedades venéreas.
Bueno, realmente no me llamo Freddy Nolan pero me vais a permitir que utilice ese nombre para contaros algunas historias divertidas en las que me he visto envuelto por intentar mantener el anonimato. Historias que hasta ahora no le he podido contar a nadie y que quiero compartir con vosotros. Se trata de anécdotas en las que se ha visto involucrada mucha gente del sector de los blogs, el marketing online o las redes sociales. Si alguno de ellos está leyendo esto, que esté tranquilo, cambiaré los nombres.
Nadie a mi al rededor sospecha que yo sea el autor de Se me cae a cachos. Y quiero que siga siendo así. Trabajo en una agencia de comunicación y marketing, y estoy convencido de que si mis compañeros y clientes se enterasen de que soy el famoso bloguero anónimo nuestras relaciones laborales ya no serían iguales. No me tratarían como al profesional que soy. Lo mismo ocurre con mi entorno más cercano. Ninguno de mis amigos o familiares saben a lo que me dedico cuando por las noches me pongo delante del teclado de mi ordenador. Todos creen que sigo con mi trabajo de la agencia hasta altas horas de la noche y prefiero que sigan pensando lo mismo.
En las próximas entregas os iré contando varias situaciones divertidas a las que me enfrento en mi día a día. Muchas de ellas fruto de mi esfuerzo por seguir manteniendo el anonimato. Pero hoy, obligatoriamente, tenía que empezar por el principio. ¿Qué me llevó a crear la web Se me cae a cachos?
Durante una etapa de mi vida profesional me dediqué a escribir textos para clientes. Los que trabajamos en esto, como nos gusta utilizar palabras en inglés, lo llamamos copywriting, que no es más que escribir bien de manera que el cliente se quede contento. Vamos, que al igual que hacen los tertulianos de la tele que son capaces de hablar de política internacional un día y al día siguiente de la reproducción del saltamontes en cautividad, yo escribía un día sobre energías renovable en el blog de un cliente y al día siguiente redactaba el texto de una landing page para una tienda de comida de perros. El caso es que escribía mucho y siempre para otros.
En esa época veía que había bloggers que estaban consiguiendo mucho éxito escribiendo en sus propios blogs. Nada de hacerlo para clientes. Gracias a sus blogs, salían en la tele, eran ponentes en congresos, les invitaban a todo tipo de eventos, viajes, les mandaban regalos… Vamos, que quería ser uno de ellos. Tener mi blog, como los de Quique Pons o Eddy Flechas. Pero había un problema… no sabía sobre qué escribir. Hacerlo sobre mi trabajo, sobre marketing digital, me aburría mucho y ya había otros que lo hacían muy bien. Alguno, incluso, era compañero mío en la agencia. Tenía que buscar algo distinto, que me gustase y sobre lo que pudiese escribir dos o tres veces a la semana. Pero no se me ocurría nada.
Mientras seguía dándole vueltas a la cabeza sobre la temática del que sería mi blog, me ocurrió algo que fue determinante para que me decidiese. Durante esa época salía mucho por las noches. En la angencia en la que trabajo es normal tomarse unas copas con los compañeros después de trabajar. Y muchas veces esas copas siguen con una cena, y más copas, y… A ver, ¿cómo os lo cuento? En mi agencia hay muchas compañeras que están muy buenas. Pero muy buenas. Yo creo que el jefe las selecciona por su físico más que por su valía profesional porque cuando voy por la calle no veo tantas chicas guapas como hay en mi trabajo. Así que imaginaos: copas por las noches con chicas guapas, yo que no soy precisamente un tipo feo, las cosas que se complican… Vamos, que varias mañanas me despertaba en la cama con compañeras del trabajo. Hubo semanas que me lo hice hasta con cuatro compañeras distintas. Os lo prometo. No soy precisamente nada fantasma.
Ese tipo de vida puede que sea la envidia de mucha gente. Seguro. Es más, reconozco que está muy bien. Pero tiene sus inconvenientes. Y uno de ellos se me manifestó una mañana cuando, al levantarme en casa de Angélica (¡qué buena está Angélica y qué fiera es en la cama!) e ir a darme una ducha, noté un picor bastante intenso en mis genitales. Cuanto más me rascaba por encima de los calzoncillos, más me picaba. Cuando me quedé desnudo y miré hacia abajo pensé que estaba alucinando. ¿¡Qué le estaba pasando a mi polla!? La tenía inflamada, roja y llena de sarpullidos. ¡¿Qué coño me había pasado Angélica?! ¿O habría sido la noche anterior con Elena? ¿O el lunes con Clara? Ni idea. Por si acaso, lo mejor era disimular y que Angélica no viese eso. Ese día no hubo polvete mañanero. Por una vez fui yo el que se inventó la excusa de que me dolía la cabeza.
En los siguientes días la cosa no mejoraba. Me salieron unas costras horrorosas y al rascarme se me iban quedando entre las uñas. Un asco. Para mis adentros no hacía más que pensar «Se me cae a cachos». Y como lo primero que hacemos cuando nos pasa algún problema de salud es buscarlo en Internet, me puse a googlear sobre enfermedades venéreas. ¡Gran error! Os recomiendo que no lo hagáis jamás. ¡Es horrible! Desde entonces evito lo de buscar imágenes en Google. Es algo que me da miedo. ¡Qué verdaderas monstruosidades se ven por ahí buscando “enfermedad venérea” o “enfernedad de transmisión sexual”! Pero es que, además, o leía lo que pone la gente en los foros, y entonces tenía claro que me iba a morir después de que de mi polla saliesen gusanos con cinco cabezas, o leía informes médicos que no había quien los entendiese con palabrejos del tipo tricomoniasis, linfogranuloma venéreo o ureaplasma.
Y entonces fue cuando se me encendió la bombilla: escribiría un blog sobre enfermedades venéreas con información veraz, pero usando un lenguaje sencillo. Vamos, algo que entendiese la gente. ¿Y qué es lo que escribe la gente en Google en estos casos? ¿Creo que tengo un linfogranuloma venéreo? ¡Pues no! La gente escribe cosas como Se me cae a cachos.
Y así nació mi web, por aquel entonces mi blog, Se me cae a cachos.
Mi web es como mi hijo. Le dedico más tiempo que a cualquier otra cosa de mi vida, excepto a mi trabajo. Y es que incluso he dejado de llevar la vida sexualmente intensa de antes porque la mayoría de las noches ahora las paso escribiendo en la web. No todas, por supuesto, que de vez en cuando uno tiene que darse un homenaje. Si le contase a un psiquiatra que he dejado de follar para dedicarme a las enfermedades venéreas, seguro que me daba cita para fija en su consulta para un par de días a la semana. Si además le dijese que tengo una doble personalidad, entonces estoy convencido de que me mandaba directamente a un manicomio.
Volviendo a la web, evidentemente, yo no sabía nada sobre enfermedades venéreas y, por eso, duró muy poco tiempo como un simple blog sobre esa temática para pasar a ser una web satírica con parte de red social, que es como todos la conocéis.
Pero ese ya es otro tema que os contaré más adelante.
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