Lo que veo cuando observo hoy a la Infanta en el banquillo de los acusados es el rostro de una mujer que no comprende lo que ha pasado. Como si aún tuviera la esperanza de que alguien se aproximara a su asiento y le dijera que todo ha sido un terrible error.
Lo que veo en su piel es la pérdida del brillo que le iluminaba la cara en los buenos tiempos, cuando disfrutaba de la definición, tan repetida por los medios de comunicación, de mujer profesional que acudía al trabajo a diario, que recogía a los niños a la puerta del colegio, que asumía su papel de Infanta con discreción y naturalidad. EL ARTÍCULO SIGUE AQUÍ ->>
Published on January 12, 2016 09:44