Cómo poner precio a tu experiencia

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Tu currículum lo afirma: has tenido una vida laboral prolija. Has desempeñado funciones varias con resultados sólidos. Has creado oportunidades de negocio. Has liderado proyectos. Has consolidado equipos. Has innovado, incluso cuando innovar no estaba de moda.


Tanto si eres profesional autónomo como si te empleas a sueldo necesitas poner en valor este bagaje. Como autónomo, la experiencia es tu fuente principal de diferenciación en el mercado. Cómo empleado, en la nueva cultura corporativa se te pide que cuantifiques tu aportación a la línea de negocio.


¿Cómo le pones precio? ¿Cuánto vale tu experiencia?

Las variables que intervienen en la fijación de precios son múltiples y diferentes según el mercado en que operas, pero hay una constante que conviene no perder de vista:


A la hora de fijar tarifas o pedir revisiones salariales, tu experiencia sólo tiene valor si eres capaz de traducirla en un beneficio para tu cliente.


Repito:


Tu experiencia sólo tiene valor si eres capaz de traducirla en un beneficio para tu cliente.


Que tu cliente perciba en beneficio propio tu experiencia es lo que te permitirá traducirla en valor.


 


¿Cómo puedes resolver la ecuación Experiencia = Beneficio?

Experiencia. Recuerda y ordena. Ten tu CV actualizado (y, añado, publicado en LinkedIn estés o no en búsqueda de empleo). Ten además presente una lista de habilidades y competencias que puedas hacer visibles según te convenga.


Beneficio: Todo este conocimiento que has adquirido, ¿cómo puede traducirse en beneficios para tu cliente o para tu interlocutor en la empresa?


 


Tipología de beneficios

A grandes rasgos, podemos clasificar los beneficios en funcionales y emocionales.  Los primeros dan respuesta a una necesidad concreta del interlocutor. Los segundos nos indican cómo se sentirá el interlocutor gracias a nosotros.


Veamos un ejemplo. Imaginemos que tienes una gestoría o que  te ocupas de la contabilidad de tu empresa.


Beneficio funcional: ¿Qué problema resuelves? Tu cliente cuanta con un profesional que se hace cargo de gestionar los impuestos.  Tu cliente sabe que no debe dedicar tiempo a comprender y cumplir con sus obligaciones fiscales.


Beneficio emocional: ¿Cómo se sentirá tu cliente por el hecho de que le atiendas tú y no otra persona? Tu cliente siente la tranquilidad de que un profesional con experiencia probada en el área fiscal, que ha hecho X, ha asesorado a Z y ha publicado Y se haga cargo de su dinero. Sabe que su dinero está en buenas manos y sabe que el trato fiscal que recibirá será el óptimo.  Él/ella siente que él/ella vivirá mejor gracias a todo lo que tú sabes.


 


La experiencia nos diferencia. Si sabemos destilar qué beneficios –especialmente emocionales- aportamos a nuestros clientes, podemos aumentar nuestro valor ante sus ojos y en consecuencia, nuestros precios.


Para los lectores asalariados, os recuerdo la entrevista a Pablo Tovar en la que hablamos de salario, valor y precio.


Gracias por comentar a pie de post y por compartir tu experiencia.


PD. La ilustración proviene de este post.


 

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Published on December 09, 2015 03:36
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