Dos lanzas quebradas
Dos bandos antagónicos chocaron en el Río de la Plata durante la década de 1840: los blancos, acaudillados por Manuel Oribe, aliados de los federales rosistas; se enfrentaron a los colorados de Fructuoso Rivera junto con los unitarios exiliados en Montevideo.
Entre los conflictos que se generaron, el Sitio de Montevideo ocupa un lugar relevante. Durante nueve años, entre 1843 y 1851, Oribe sitió la ciudad.
En noviembre de 1848, Francisco Tajes (colorado) marchó con ochenta infantes y 20 montados a emboscar a cien enemigos. Se escondieron para dar la sorpresa y una equivocación en las señas hizo que se lanzaran sobre apenas siete jinetes del ejército blanco que pasaban por el camino.
El dato curioso figura en el parte de acción que Tajes entregó a sus superiores:
“Se han tomado al enemigo tres caballos ensillados pertencientes a los muertos, y un número de armas y ponchos igualmente que no puedo en este momento precisar, pero en cuanto a las armas, son más que las que corresponden a los muertos; uno de estos es oficial, como lo prueban su gorra y su arma”.
“Nuestra pérdida consiste en un soldado muerto, dos heridos, dos caballos y dos lanzas que los enemigos han llevado quebradas dentro del cuerpo“.
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