Tengo una confesión: hace tiempo, tuve un romance clandestino con los adjetivos. De la nada, la necesidad de adjetivizar todo me atacó como un rayo fragante y no pude evitar que mis dedos golpearan las duras teclas de mi oscuro teclado. Me dejé llevar por el poderoso efecto de las palabras rimbombantes sin percatarme del peligroso peligro.
¿Ya ves que es chocante o sigo?
  
Este error tiene múltiples secuelas: para empezar, añade peso a la narrativa y entorpece la lectura; le resta importancia a l...
  
 
    
    
    
        Published on July 10, 2015 09:28