28/ 03: NIÑOS DE LA BASURA

Esta historieta de Darío Fantacci se publicó originalmente en la revista Ultramundo, entre 2007 y 2012. Era la historieta más “tradicional”, la que abordaba una temática más “clásica”, dentro de una publicación de corte sumamente experimental. Sin embargo, leída toda de un saque y por afuera de ese contexto, la obra de Fantacci es cualquier cosa menos tradicional.
Lo que más gustó es el clima, la atmósfera que construye Fantacci a lo largo de estas 200 páginas. Es un mundo oscuro, desolado, crepuscular, en el que los protagonistas tienen que inventar la esperanza, porque el mundo no se las ofrece en ninguna de sus formas. El autor aprovecha al máximo las posibilidades expresivas de este post-holocausto (para el que no hace falta mayor explicación) y lo convierte en el escenario de una epopeya low-fi, donde vemos crecer de golpe y en circunstancias absolutamente adversas a este grupo de chicos abandonados a su suerte, que no es mucha.
Otra cosa que me gustó mucho es la narrativa, porque lo veo a Fantacci moverse con gran ductilidad. Hay tramos en los que el ritmo del relato y la puesta en página se sincronizan para que Niños de la Basura parezca un comic europeo, para el lado de un Christophe Chabouté, como para orientarnos. Por momentos se acerca más al tono de un indie norteamericano tipo Brian Ralph. Y en el episodio titulado Ed y Pum!, tenemos una extensa secuencia que parece narrada por Katsuhiro Otomo en Akira. Estamos ante un autor lleno de recursos para meternos dentro de sus relatos, con un gran manejo de la secuencia, de los ángulos, de la síntesis, de la variedad de planos.
Por otro lado, las referencias a Chabouté, Ralph y Otomo nos llevan a pensar en autores a los que les encantan las secuencias mudas. Y sí, Fantacci se enrola claramente en esa tendencia. Cuando mete diálogos, pendula entre dos extremos: diálogos muy reales, muy naturales, y diálogos muy forzados, muy artificiales. Pero cuando opta por dejar que el dibujo y la acción cuenten lo que sucede, el autor no falla nunca.
Los guiones… se pueden discutir. Hay segmentos más complejos, más basados en el desarrollo de personajes, y hay otros (la mayoría) donde se imponen el vértigo y la violencia. Largas y sangrientas peleas que sirven para ilustrar el contexto en el que se mueven estos chicos, pero no mucho más. Creo que el episodio mejor escrito es el último, el epílogo, que es donde Fantacci realmente capitaliza el potencial lírico subyacente en esta historia a priori cruda y truculenta.
Y me queda para el final el dibujo que, de nuevo, me hizo acordar mucho a Chabouté, pero sin jugarse todo al claroscuro. Fantacci elige esa técnica de entintado que a muy pocos le queda bien, que consiste en llenar todo de rayitas y cross-hatchings enfermizos, y con eso lograr todos los efectos de iluminación, volumen y texturas. Tenés que ser MUY bestia para que eso te salga bien. Tenés que ser Alcatena, Joe Sacco, Salvador Sanz… y Fantacci claramente no estaba a ese nivel cuando arrancó con este trabajo en 2007.
Con el correr de las páginas y los años, el dibujo se va puliendo, se ven menos desprolijidades y más certezas, te vas convenciendo de que eso que se ve en las viñetas no es “lo que salió”, sino lo que el autor quiso poner ahí. Pero no llega a ese nivel tan afianzado, tan sólido, como el que muestra en sus trabajos actuales un Pedro Mancini, por citar a otro autor surgido de la revista Ultramundo y que también abusaba de las rayitas en sus inicios. Para el final, ya vemos a un Fantacci que ejerce un dominio muy claro del plumín, y coincide con las imágenes más bellas y a la vez más elaboradas. Ojalá en sus futuros trabajos lo veamos evolucionar a partir de ahí. Ah, y ojalá recapacite y en sus próximas obras no rotule a mano, sino con tipografías ya existentes, porque su caligrafía es espantosa.
Me animo a poner a Darío Fantacci en la misma bolsa que Mancini e incluso que Renzo Podestá. Son autores con una impronta muy personal, por momentos pasada de freak o de punk, con una mezcla de influencias rarísima y variadísima, surgidos del under, pero además comprometidos con esa estética y esa ética. Tipos a los que les gusta laburar con total libertad, autogestionar sus proyectos, no ir a mendigar que los publiquen en Fierro ni en ningún otro medio… anomalías, deformidades, sustentadas con un talento que les permite, aún así, generar obras que llegan al libro, se venden bien y hasta ganan algún premio. Niños de la Basura es una gran puerta de entrada al universo de Fantacci, una obra que no hace concesiones pero que -si no te produce cortocircuitos desde la faz gráfica- te va a emocionar por lo que cuenta y sobre todo por cómo lo cuenta. Y con un ancho de espadas jodido: esto no se parece A NADA.
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Published on March 28, 2015 16:25
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Andrés Accorsi
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