¿Qué comes?: Primer Plato
Llama la atención la decisión de TVN de exhibir ¿Qué comes? la noche de los lunes. Hay una especie de apuesta suicida que quizás cobra sentido al definir el modo en que el canal se está armando para este 2015. Así, al poner en pantalla un programa periodístico de este tipo hay intento por ir a contrapelo de las teleseries turcas y los realities y, con eso, de cualquier maquinaria de rating.
¿Qué comes? es una serie de programas de investigación periodística que trata de las costumbres alimenticias locales. Conducido por Carola Fuentes, su primer capítulo se preguntaba cuáles eran los pilares de la alimentación escolar chilena e indagaba tanto en las familias como en los casinos de los colegios; poniendo el acento en la denuncia de una serie de equívocos culturalmente arraigados sobre cómo deben comer los niños. En términos formales, el episodio cumplía con todos las características requeridas. Estaba muy bien investigado, presentaba las miradas de doctores, profesores y padres y seguía a un chico para ver cuáles eran sus hábitos. Más allá de la musiquita chistosa que ponían cuando mostraban a la vendedora de un carrito ambulante pasándole dulces a unos estudiantes a través de una reja, el reportaje tenía cierto sentido de la urgencia y descansaba en la necesidad de someter el tema a debate.
Ahí, el único problema era su didactismo, que dejaba la sensación de estar asistiendo a una clase antes que seguir el relato de una o varias historias capaces de sintetizar el tema o exponer sus aristas más compleja. En cualquier caso, eso también ponía a ¿Qué comes? en contra de las modas televisivas del día de hoy. De hecho, incluso podríamos decir que un programa como el del lunes pasado no era el indicado para la apertura de la temporada. O por el contrario, quizás sí: en un momento en que lo realities de cocina están debatiendo una y otra vez sobre los valores tradicionales de la cocina chilena en tanto señas de identidad, un programa sobre las colaciones infantiles disparaba el tema en un marco más amplio, sometiendo a examen la demagogia de shows como MasterChef a la hora de definir usar esas mismas fantasías culturales. Ese contrapunto valía la pena justamente porque, si por un lado en el programa se esbozaba una clase de investigación que evitaba toda estridencia, mientras se preguntaba por las prácticas domésticas de los ciudadanos leyéndolas desde los errores de sus lugares comunes; por otro, ¿Qué comes? también daba cuenta da cuenta de las dos almas que dividen ahora mismo a TVN.
En una de ellas la voluntad de construir una televisión pública parece ser lo más importante. En la otra está el momento terrible donde la estación no puede despegar en relación al rating y sus números. En una, está ¿Qué comes? y la máquina aceitada de la investigación que se vio el martes en el especial sobre los casos Caval y Penta. En la otra, están Viñuela, Claudia Conserva, Solabarrieta y las llamadas del directorio por cualquier cosa que los ofenda a ellos o a sus amigos. Por lo mismo, este debería ser el año en que TVN termine por decidirse por alguna de las opciones; el año en que elija cuál es su verdadero corazón: si desea parecerse a Chilevisión o convertirse en un lugar donde exista una televisión de nicho bien hecha, capaz de discutir sobre los temas más complejos del día a día.
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