Les hemos fallado a nuestros ni��os
Dos crisis humanitarias han confirmado nuestro rotundo y lamentable fracaso en la construcci��n de un mundo digno, seguro, amoroso y equitativo para los ni��os.
La ola de 57 mil peque��os migrantes que llegaron solos a Estados Unidos desde Centroam��rica y M��xico en nueve meses, y los 132 peque��os, algunos beb��s de meses de edad, que murieron s��lo en los primeros 14 d��as de ataques de Israel en la Franja de Gaza nos han puesto frente a uno de los rostros m��s monstruosos de nuestras sociedades.
Las im��genes de cuerpecitos ensangrentados y desarticulados que yacen como mu��ecos de trapo en Gaza, o el desamparo y angustia que reflejan las caritas de ni��os en atiborrados refugios en Estados Unidos son reflejos de ese fallo que es urgente y prioritario revertir.
Los ni��os, no est�� de m��s recordarlo, son nuestra alegre responsabilidad y, al mismo tiempo, uno de los sectores m��s fr��giles de nuestras sociedades. No porque sean ���tontos���, ���d��biles��� o ���incapaces���, por el contrario son personas con singularidad, fortaleza e inteligencia, sino porque en nuestras manos est�� acompa��arlos mientras ellos forjan su camino. Y en ese tr��nsito est��n a expensas de las virtudes, errores y perversiones de los adultos.
No se trata de acudir al sentimentalismo facil��n para se��alar la relevancia de cuidar a los ni��os, un compromiso que, por otro lado, ya ni siquiera parece parte del sentido com��n. Sin embargo, m��s indispensable a��n es cuestionarnos c��mo lo estamos haciendo.
La idea vigente por generaciones es que se educa a los ni��os para la vida: para salir y enfrentar a este mundo capaz de las peores atrocidades. As�� debe ser y as�� ha sido: a nosotros nuestros padres nos guiaron ���de la mejor forma que pudieron��� y quienes ahora son padres as�� lo hacen.
No obstante, la preparaci��n para la vida deber��a de ir empalmada con la construcci��n de ���un mundo mejor��� y es as�� donde est�� el gran fallo. No se trata de educar a personas que sobrevivan, sino a ciudadanos que convivan y contribuyan en la construcci��n de entornos m��s humanos. Algo que ni siquiera en los pa��ses con mejor calidad de vida se ha logrado porque encerrar en burbujas de bienestar no significa crear personas conscientes.
Tenemos a nuestros ni��os en un mundo tremendamente ca��tico, disfuncional e inequitativo: ni��os que tienen todo o que no tienen nada, ni��os agresivos que violentan a otros compa��eritos en la escuela, ni��os alienados por las industrias del entretenimiento y la comida chatarra, ni��os que rechazan valores como la solidaridad, la honestidad, la humildad, la disciplina.
Lo urgente ahora es proteger y ayudar, sin ret��rica y con acciones concretas, a los ni��os en Gaza y a los peque��os migrantes porque el problema es amplio: cu��ntos ni��os migrantes no aparecen en las fotos porque cayeron en manos de tratantes de blancas y ��rganos, cu��ntos ni��os habr��n muerto en el tr��nsito a Estados Unidos, cu��ntos al ser deportados son condenados a una vida miserable; cu��ntos peque��os en la Franja de Gaza quedar��n traumatizados, mutilados o hu��rfanos a merced de un odio creciente e irracional.
Pero no s��lo a aquellos peque��os, a los ni��os ind��genas, a los ni��os que han sido manchados de sangre por el crimen organizado o la guerra, a los ni��os abandonados y maltratados. A todos nuestros ni��os y junto con ellos y para ellos perfilar un mundo m��s digno, seguro, amoroso y equitativo. No podemos seguir decepcion��ndolos.
(Revista DEEP, columna)
NOTA: Recupero este texto publicado en la Revista DEEP hace unos meses y que hoy cobra alg��n sentido con la declaratoria de la UNICEF de que este 2014 ha sido el a��o m��s devastador para los ni��os en la historia reciente debido a la violencia de la que han sido objeto alrededor del mundo unos 230 millones de peque��os que son presas de orfandad, abuso, secuestro, reclutamiento, violaci��n, desplazamiento, tortura. Un declaraci��n espeluznante, sin duda.

Omar G. Villegas's Blog
