Texto de los jueves
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¿En dónde estás, maldita sea?
1) E...
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¿En dónde estás, maldita sea?
1) Escribo y escribo fatídicamente en vano. Porque pienso en las palabras y no en su profundidad. Vanidad de vanidades.
2) Estoy trepado en la vaguedad de la escritura. Me importa más la estructura y el estilo que desollarme el alma —exactamente como te fijas en una mujer por sus tetas y no por su dolor. Por lo que puedes inferir de sus palabras. O de sus ojos.
3) Ya nadie da una limosna. Los mendigos se retiraron a sus madrigueras cuando vieron venir el tsunami del neofascismo.
4) El alcohol es una droga. Cada vez más te aleja de tu problemática, y cada vez más te aproxima a tu fosa. Que ni siquiera es individual, sino común. Donde están todos los que carecen de nombre o recursos. O los que quieren morir en el anonimato. Porque no hicieron nada que valiera la pena. Como lo es mi caso.
5) Los que viven aplastados por sentimientos de culpa habrán de soportar su condena en el purgatorio —aunque el purgatorio esté pasado de moda; como las mujeres que se enchinan las pestañas.
6) Quisiera que en el purgatorio me acompañaran todos los amigos que me lastimaron; que son todos, salvo uno: el maestro Jorge Borja, que en paz descanse.
7) La muerte está ahí, cerca. En los tugurios donde te gusta quedarte dormido; entre los conocidos con los que te topas y a los cuales invitas copa tras copa; en los medicamentos que engulles —que no habría médico que aprobase—; en la fatiga que le procuras a tu cuerpo; en tu corazón exhausto por el desasosiego.
8) Quien me ha visto alegre sólo ve la superficialidad. Quien me ha visto triste no sabe lo que es el desconsuelo.
9) El único hombre que merece celebrarse es el que se ha enamorado de una puta. Como yo. En alguna época de mi vida. Y ni así. La celebración es para los toreros.
10) Un automóvil —bueno o malo, no importa— sustituye a una mujer. Vende a tu mujer —buena o mala, no importa— y compra un auto.
11) Pocas cosas tan escalofriantes como manejar un camión de pasajeros de noche con las luces apagadas. Yo lo hice. Se tradujo en una erección inusitada. El culpable fue mi compadre El Indio, chofer de Estrella de Occidente. Pasaste la prueba de fuego, me dijo. Al día siguiente compartimos a la puta Ximena en un hotel de la avenida Independencia, en Guadalajara.
12) Las mujeres sin calzones me hacen lo que el viento a Juárez —excepto si tienen los pelitos güeros.
13) Lo bueno de este blog es que nadie lo lee.
14) Soy el último de los hombres confiables. El último de los hombres en cuya mirada una mujer pondría la suya. Tan así que pedí mis deseos para 2015, que se redujeron a uno: que las crudas no me hagan daño.
15) ¿Dónde estás?, maldita sea.
16) Todo me harta. Porque avisto la muerte. Los jóvenes escritores que en el café sacan su laptop. Las mujeres que ríen a carcajadas y muestran sus caries.
17) Recuerdo cuando andar en bici era una aventura. No un deporte ni un pretexto para lucir la ropa de marca.
18) Hubo una época en que las putas no les cobraban a los muy guapos ni a los muy feos. Menos a los de graciosas palabras. Te abrían la cabeza del pene y le echaban unas gotas de limón para eliminar cualquier microbio. Tenían razón. Las siete enfermedades venéreas que he padecido las adquirí con hijas de familias conservadoras.
19) Lamer el sexo de una mujer, equivale a meter la cabeza en la oscuridad de una caverna poblada de fieras. Pasas la lengua por aquella rispidez, y besas el hocico de un oso, la nariz de un mapache, los colmillos de un topo.

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