POAW - Capítulo 14 - Parte 1

Capítulo 14Bienvenido a la boda, Bambi


Mensajes de incógnito entre la pareja, antes que Evelyn se diera cuenta y les confiscara sus celulares a ambos.


¿Estás nerviosa, nena?


Se supone que no deberíamos estar hablando en estos momentos. Evelyn parece la chica del exorcista, me da miedo.


Tú tranquila ;)


Claro, lo dices porque no la tienes a la par.


Dime qué estás usando. Quiero leer todos los detalles. Pieza por pieza. Siempre quise intercambiar mensajes de texto “sucios” con mi nena.


Pues te vas a quedar con las ganas. Estoy usando una bata andrajosa mientras me peinan y me maquillan un grupo de estilistas que tus bolsillos cargados de dinero me patrocinaron.


Mis bolsillos están siempre a tu disposición para ser saqueados; al igual que otras partes de mi cuerpo ;)


Sucio.


Demasiado. Ocupo un baño, ¿estás dispuesta a tallar la suciedad con jabón? Estoy sucio en tooodas partes.


jjakdsfhsiwuln


¿Qué significa eso? ¿Sí o no?


jjdaaaaaaabbsbsbbsbsbbdemwn


¡¡¡¡!!!!


Oo2pi2edjwjbs2hxbnjnaknsa9


Annabelle…

wuwuwuuwas nmmxmmxm


Me estoy sintiendo frenético. ¿Se descompuso tu teléfono?


kalklalkdbnsaanksnmkks





¡Lo siento! Eveleyn estaba cerca, tuve que ocultar el celular dentro de mi brasier. Se marcó solo.


Ahora sí estamos llegando a una buena parte. ¿De color es?


¿De qué color es el qué?


Tu ropa interior.


Blanco.


¿Sabes lo que dicen de las chicas que usan ropa interior de color blanco?


Tú y tus chistes sin gracia… A ver, ¿qué dicen de ellas?


Van a un entierro chino.


¡¿?!


Van.a.un.entierro.chino.


No entiendo.


Nena, hemos hecho de todo para quitar la inocencia de tu mente. No entiendo por qué todavía no captas la broma. Como pista te diré: en China usan el blanco en los funerales.


¿?


Así que van a un entierro… ¡con un chino! Es gracioso.


Jnjsnjdfnjndekjnnknskn


Jajajaj

Laskajbsdkajnlaxmmxl


¿No te da risa?


Jghagshagjadhsgajhslka


¿Por qué respondes de esa forma? ¿Evelyn está cerca de nuevo?


No, esta vez lo hago a propósito para ignorarte. No me escribas ahora con tus chistes malos. Ve presentable a la boda. No quiero sorpresas.


Oh, pero tendrás muchas, muchas sorpresas… eso es imposible de evitar.


Adam…


Kakjnsjsnjnans


¡Adam! Nada de sorpresas, dije.


Lknkwnnajbsakjshajgagaggaagsjshka


Solo yo puedo hacer eso, tú no. Grrrr…


Akslkakjqijjkanjcbsn


Dije que nada de sorpre… ¡¡¡Los dos!!! RESPETEN TRADICIONES. Te advertí a ti, Walker, que no llamaras a Anna. Voy a apagar el teléfono. No puedo creer esto, como si fueran dos niños a los que tengo que regañar.


Noooo…



Teléfono sin señal.



****


El lugar donde me casaría quedaba a unos cuarenta y cinco minutos.
No sería en una iglesia (según lo dijo Evelyn) pero sí se haría toda la ceremonia oficial al aire libre, cerca de un campo de flores.
Evelyn había rentado una limosina para que todas las damas de honor, y yo, nos fuéramos al sitio sin ningún problema. Pero al final mis damas se multiplicaron y la limosina quedó llena.
Tenía a Nicole por un lado, tocando las flores de mi trenza y comparando la suya propia, y tenía a Mirna del otro, que no dejaba de llorar y hablar acerca de lo hermosa que me veía y de lo mucho que se sentía celosa porque su boda no fue igual de romántica que la mía.
Rita, Shio y Mindy no dejaban de pelear sobre a quién le quedaba mejor el vestido, y Dulce se negó a usar otra cosa que no fuera negro para la boda.
Mamá y Gerty nos acompañaban también. Mi madre nunca paró con el llanto desde que me vio en mi vestido de novia.
El interior de la limosina era un caos, todas bebiendo champaña y riendo ocasionalmente de alguna broma, Evelyn gritando al teléfono, y algunas maquilladoras que decidieron hacernos compañía por si necesitábamos un retoque.
Pero a pesar todo el ruido y la diversión, yo no había hecho otra cosa más que preocuparme y enterrarme las uñas en la palma de la mano.
Tenía el estómago revuelto a tal punto que nos tuvimos que detener a mitad de camino para que yo pudiera vomitar en un recipiente plástico (lo que nos atrasó quince minutos en la carretera).
Estaba demasiado nerviosa y me temblaban un poco las manos. Nunca había sido el centro de atención por más de un minuto, así que me sentía incómoda solo de imaginar todas las miradas sobre mí y sobre las pequeñas que crecían en mi vientre.
Evelyn me dio Ginger Ale para calmar mis nervios y me puso a hacer respiraciones en una bolsa de papel.
—…Y todavía recuerdo cuando Anna aprendió a decir mamá —pude escuchar que mi madre decía mientras nos faltaban diez minutos para llegar al lugar y yo iba por mi tercera respiración profunda en mi bolsa de papel—, o cuando llegó de la escuela sin un diente porque se le cayó mientras jugaba. Era una cosita que no llegaba a medir ni un metro. Ahora… ahora mírenla, hermosa y… radiante en su… vestido de… novia.
Lloró con fuerza en la última oración, derrumbándose emocionalmente cada vez que me veía. Ella también contagió a la pequeña Nicole que ahora lloraba junto con mamá.
—No lloren, por favor —suplicó Mirna al ver a ambas—. Me van a hacer llorar a mí… también… ¡Mierda! Ya estoy llorando de nuevo.
Se abanicó la cara con la mano, y pronto fue obvio para todas que no pudo evitar las lágrimas.
Rápidamente se le unieron Rita y Shio.
—¡Nunca me voy a casar! —confesó entre sollozos ésta última—, seré por siempre soltera… y pareceré mayor que Anna…
Lloró de nuevo.
—Muy bien —grité—, basta todas. Dejen de llorar.
Pero fue inútil. Para cuando la limosina se estacionó frente a lo que parecía un castillo de la edad media, todas, excluyéndome, salieron con los ojos rojos y marcas de maquillaje escurrido por todo el rostro.
Llegábamos tarde a la ceremonia y Evelyn se descontroló, pasando pañuelos descartables y haciendo que sus maquillistas retocaran el maquillaje de todas.
Arregló a mamá y la obligó a que tomara asiento antes que comenzara la ceremonia. Mi madre puso resistencia y no se quiso apartar de mi lado, pero finalmente se fue, no sin antes darme un beso en la mejilla y decir que me amaba.
Mirna y Dulce también ocuparon sus lugares, dejándome con mis damas de honor y con la pequeña a la que quería como una hija.
—Este lugar es increíble —dijo Shio viendo el espacioso vestíbulo en el que nos encontrábamos. Todo estaba combinado con la piedra y la madera de la fachada. El amueblado era acogedor y de buen gusto. El lugar era tan grande que bien pudimos haber hecho la boda y la recepción sólo en ese espacio.
Parecía demasiado lujoso, tuvo que costarle una pequeña parte de su fortuna a Adam.
Había dos amplios caminos de gradas de piedra que daban a un segundo piso, en donde Evelyn me dijo que tenían habitaciones. Era bello y perfecto, pero todavía no alcanzaba a ver los jardines o el patio en donde se haría la boda, aunque con el interior yo ya me encontraba fascinada. Incluso había arte de buen gusto en las paredes; reconocí algunas obras y algunos artistas famosos que decoraban el vestíbulo.
—Muy bien todos —gritó Evelyn aplaudiendo, su voz hizo eco—. Quiero que las damas de honor hagan una fila frente a esta puerta y esperen por su pareja —señaló la puerta en cuestión—. Avancen cuando la música comience, recuerden los pasos que ensayamos en la tarde. Nicole entra primero lanzando los pétalos de flores, luego las damas, en orden. Por último Anna y su papá…
Justo cuando lo mencionaron, el susodicho apareció detrás de Evelyn, usando un traje negro y una corbata gris que combinaba con sus ojos. Se detuvo cuando me vio, y si pudiera adivinar, diría que parecía querer llorar justo en ese momento.
Evelyn siguió hablando pero yo dejé de escucharla cuando papá se acercó casi al borde de las lágrimas.
—No me digas que tú también vas a llorar —murmuré con voz ronca—, ya vi demasiadas lágrimas como para ser saludable.
Él no dijo nada pero se apresuró a abrazarme, estrechándome con fuerza.
—Te vez increíblemente hermosa—susurró en mi oído. Se separó un poco para verme a la cara y luego besó mis mejillas—. Ese hijo de puta es un afortunado por tenerte.
Rodé los ojos y evité hacer otra cosa que no fuera concentrarme en su rostro, o me pondría a llorar sin ningún control.
—No puedo creer que mi pequeña se casa hoy —dijo él después de unos segundos—. Si ese degenerado te hace algo sólo tienes que decirme y yo le rompo la cara.
—De acuerdo. Yo te aviso si el degenerado hace un movimiento en falso.
—Oh, y otra cosa más… Voy a golpearlo si veo algún tipo de contacto con la lengua mientras se den el beso oficial de casados.
—¡Papá!
—Solo estoy advirtiendo.
Ambos seguíamos tan compenetrados en la conversación, que no escuchamos a Evelyn llamándonos.
—Ya informé a los invitados para que se sentaran —gritó ella—, y los músicos ya comenzaron a tocar para que las damas hagan su entrada. Afuera de esa puerta estarán sus parejas para acompañarlas hacia al frente. Recuerden los pasos… luzcan felices y por favor que nadie vaya a vomitar.
Una por una, mis damas de honor atravesaron la puerta, Evelyn les iba a dando a cada una un pequeño ramo de flores que combinaba con sus vestidos verdes primaverales. Cuando todas salieron, unos minutos después, ella se volteó hacia mí.
—Anna, es hora. Te toca salir.
Miré hacia la puerta, viendo cómo las chicas desaparecían ante mis ojos. Era mi turno.
Las mariposas en mi estomago crecieron y se agitaron. Tuve ganas de vomitar una vez más.
Toda esa gente… viéndome. Probablemente tropezaría y haría el ridículo.
Papá me extendió su brazo y dejó que lo tomara con tranquilidad.
Sujeté mi ramo de flores (y pastelito azul) muy fuertemente, ocultando el leve temblor de mis manos y mis rodillas.
—No me importa lo que digan —dijo papá mientras caminábamos hacia la puerta—, eres mi pequeña y siempre lo serás. Y ahora respira, tranquila, te estás poniendo blanca como papel.
Besó mi mejilla y nos detuvimos un momento en el marco antes de dar cualquier paso.
—Espera ahí —susurró él. Sus manos fueron a mi cabello, más específicamente a mi velo, y lo acomodó frente a mis hombros—. Listo. Ahora vamos a que ese hijo de lujuria siente cabeza de una buena vez.
Abrió la puerta para mí, y finalmente tuve un vistazo del lugar en el que me iba a casar.
Mi boca se abrió levemente. Todo el aire que estaba reteniendo se expulsó de repente. No sabía dónde mirar primero.
Mis ojos estaban puestos en la alfombra de pétalos blancos en el suelo, luego se desviaron hacia las rosas color rosado antiguo que cubrían todo el jardín. Había flores de todos los estilos, por todas partes; pérgolas de color blanco marcaban el área por la que se suponía debía caminar. Las sillas de los invitados tenían pequeñas cintas amarradas en el respaldar, una del mismo tono que la que yo tenía en mi vestido. Pero lo más impactante fue el pequeño kiosko que formaba el altar. Desde donde estaba podía observar claramente cómo colgaban lirios y rosas del techo, cubriendo toda la superficie; donde sea que mirara, el blanco y el rosa salmón dominaban.
Era hermoso.
Y más porque cierto chico de ojos verdes me esperaba al final.
Él no despegaba la vista de mi rostro, incluso irguió su postura y su boca se abrió ligeramente al verme. Yo no pude despegar mi mirada de la suya, él se veía apuesto en su traje de color negro con una sola rosa blanca adornando su bolsillo delantero. Sonreí sin pensarlo, y los miedos y nervios se disiparon milagrosamente de mi mente. 
Detrás de él se encontraba un hombre vestido con lo que parecía una túnica de color celeste tradicional y un pequeño libro negro en su mano.
Más allá de ellos, y del kiosko de madera, había un grupo de músicos tocando la guitarra y cantando lo que parecía una versión acústica de una canción que nunca había escuchado. Las voces de los chicos sonaban melodiosas y suaves mientras caminaba hacia el altar, me entretuve escuchando la letra y sonriendo con todas las partes.


Es asombroso cómo [1]le sabes hablar a mi corazón. Sin decir una palabra puedes iluminar la oscuridad Por mucho que lo intente, nunca podría explicar lo que oigo aun cuando no dices nada…


La sonrisa de tu cara me dice que me necesitas La sinceridad tus ojos, dice que nunca me dejarás La fuerza de tu mano me dice que me agarrarás siempre que me caiga...


Sonreí demasiado fuerte y me aferré al brazo de papá cuando comenzamos a dar el primer paso.
El lugar estaba lleno. Había personas a las que no había visto en más de diez años. Tíos, primos, e incluso la abuela Rose (aunque ella no era mi persona favorita en el mundo), se encontraban ocupando cada asiento, tomando fotos o simplemente sonriendo cuando pasaba junto a ellos. 
Podía ver cómo mis damas de honor fueron escoltadas por amigos de Adam y cada una tomaba su lugar a los costados del kiosko improvisado como altar.
No pude evitar soltar un par de lágrimas mientras observaba la pasión que salía de los ojos de Adam. Todo era de ensueño, bello y sencillo, tal como quería.
Lloré un poco más al escuchar partes de la canción que me recordaban a mi chico de cabello negro. Mi maquillaje estaba arruinado.
—¿Anna? ¿Estás bien? —susurró papá, obligándome a detenerme en medio del camino de pétalos de rosas y césped—. Lo estás pensando mejor, ¿verdad? Ya no te quieres casar. Vamos, tengo un contacto que nos espera en la entrada. Él te puede llevar cerca de la frontera de Guatemala en tan solo un parpadeo.
—¿Qué…? No, no es eso. Lloro porque mi sonrisa no es suficiente para demostrar lo feliz que me siento.
La gente pronto comenzó a notar que yo no me estaba moviendo y empezaron a murmurar en voz baja.
—Bien, espero que sea sólo por eso. Nunca, jamás, volveré a admitir esto pero, él te hace feliz. Y una persona que te hace feliz no puede ser tan mala como su apariencia de lujurioso lo indica —susurró para que sólo yo lo oyera.
Miré a papá fijamente, sorprendida porque de su boca salieran esas palabras.
—Pensé que tenías un contacto esperando por mí, ¿ahora, de verdad, quieres que me case?
Él suspiró y me obligó a dar un paso al frente, luego otro y otro.
—Tengo que dejar ir a mi pequeña para que se convierta en toda un mujer.
—Vaya, sí que has avanzado notablemente.
—Y tú también. Ya casi llegamos —sonrió. Podía ver las lágrimas que se acumulaban detrás de sus ojos.
Dirigí la mirada hacia el frente, y ciertamente estaba cada vez a poca distancia de Adam. Se podía decir que estaba a cinco pasos de casarme con este hombre.
Mi mano viajó a mi vientre, pensando en que también tendría sus bebés. Él era mi debilidad.
Finalmente los pasos se convirtieron en cero y me encontraba antes unas cuantas gradas para subir; la música seguía sonando como un suave fondo de acompañamiento. Tenía ganas de llorar de nuevo pero me controlé.
Papá lentamente fue soltando su mano de mi brazo y me dio un último beso antes de entregarme a los brazos de Adam.
Sostuve su mano con fuerza, no queriendo soltarlo. Había un nido de mariposas creciendo en mi vientre, a punto de liberarse y saltar.
—Luce usted hermosa, futura Sra. Walker —murmuró él en voz baja contra mi oído—. No sabes lo mucho que esperé ver este día. Casi el mismo tiempo que esperé ver tu ropa interior negra.
—No me hagas sonrojar —le di un golpecito en el hombro.
Él inclinó su rostro y con una mano retiró el velo que caía por uno de mis costados y lo acomodó por detrás de mi hombro.
—Tu familia me va a matar después de esto pero… es algo que tengo que hacer.
Entonces me tomó de la nuca y sus labios descendieron a los míos. Su beso no fue dulce o gentil, fue urgido y apasionado.
Instintivamente llevé mis manos a su cuello, casi botando el ramo de flores.
Fue hasta que escuché aplausos y silbidos que logramos separarnos.
Mi lápiz labial de color coral ahora se encontraba también en su boca. Sonreí al verlo.
—Caminemos antes que tu padre me destroce la cara por haberte besado antes del sí acepto.
Avanzamos y nos detuvimos frente al hombre de túnica que nos iba a casar. No tenía idea de quién era pero no dejaba de sonreírnos y de asentir con la cabeza.
Noté que tomaba impulso para hablar, pero Adam lo detuvo con una señal de su mano. Él se giró hacia los invitados e hizo señas a sus padrinos para que se acercaran.
Todos se movieron con precisión, al igual que mis damas de honor, como si ya hubieran ensayado sus movimientos desde antes.
Ellos rodearon el kiosko y empezaron a desatar unas cintas de seda que se encontraban atadas a los costados, y dejaron caer una tela alrededor de todo el lugar.
Quedamos completamente envueltos, la tela que rodeaba las pérgolas y las mallas ahora se encontraban ocultándonos de la vista de los invitados, los músicos y hasta de los mismos padrinos y madrinas de boda.
Por donde sea que volteara, todo estaba bien cubierto. Nadie podía vernos y no podía ver a nadie.
—¿Qué…? ¿Qué estamos haciendo? —pregunté, confundida a la décima potencia.
—No quiero que nadie nos interrumpa en un momento como este. Además de eso nos saltaremos la parte de “si hay alguien que se opone” y toda esa mierda que no necesitamos justo ahora.
—Pero… ¿qué va a hacer toda esa gente que vino a vernos?
—Nos verán, claro —señaló a su izquierda y miré a un chico de cabello naranja colocar una cámara de video en una base—. Van a grabarnos en vivo. No se van a perder de nada.
—¿Entonces por qué…?
Me silenció con un beso y me estrechó lo más cerca que pudo con mi barriga en medio de los dos.
—No quiero que nada salga mal, que nadie se entrometa. Si quieren vernos, solo tienen que levantar la vista a una pantalla gigante que está a su alcance, pero nada más.
Me sonrió antes de devorarme la boca de nuevo.
Una garganta aclarándose fue lo único que me trajo de vuelta al presente.
Ni siquiera habíamos dicho los votos pero yo ya estaba bizca por el beso. 

Bienvenido a la boda, Bambi.

Me separé con dificultad y observé todo a nuestro alrededor. 
Sinceramente se sentía como nuestro espacio íntimo para pronunciar los votos. Me encantó. Me hizo sentir menos nerviosa.
—Mi papá de verdad te va a llevar a la cárcel por esto —dije viendo su boca. Adam en un traje negro… era la cosa más deliciosa que mis ojos hubieran visto.
—Entonces que así sea. 
Mis ojos se desviaron por un momento hacia el techo, y lo que vi me dejó sin aliento una vez más. Había cientos de rosas y lirios con todo y sus hojas y sus tallos que colgaban a unos cuantos metros de nosotros. Era hermoso. Como si alguien hubiera plantado un jardín en el cielo falso.
—Comencemos o sino el rabino greco-ortodoxo que contrató Evelyn nos va a fulminar —susurró Adam, acomodándose la chaqueta de su traje.
—¿Greco-ortodoxo? —pregunté. Él negó con la cabeza e indicó al… ¿rabino? para que continuara con la ceremonia.
El hombre con la túnica azul se aclaró la garganta y pronunció unas palabras en hebreo para luego cambiar a nuestro idioma.
Desde donde estábamos podía escuchar la conmoción de los invitados que se susurraban cosas y que parecían tratar de calmar a mi papá.
No le presté atención y centré mi mirada en Adam.
—Este día es un día de celebración, de amor y de nuevos comienzos. Este es el día en el que ésta joven pareja decidió dejar de tomar rumbos separados y unir sus caminos para ser una sola carne, un solo matrimonio y una sola familia…
Él ¿rabino? continuó con su discurso sobre la institución familiar y sobre lo que la iglesia opinaba acerca que el hombre no debía estar solo. Sonaba motivador cuando habló de los problemas a los que una pareja de recién casados se enfrentan, y sin darnos cuenta llegó a la parte importante de los votos.
Mis nervios regresaron otra vez.
Adam acarició mi mejilla antes que el hombre en túnica siguiera hablando.
—No te pongas nerviosa —susurró en mi oído—. Solo estamos tú y yo aquí.
Besó lentamente mi cuello y sus labios pasaron a mi mentón antes de apartarse.
Asentí, dándome valor y sonreí de vuelta.
—Muy bien. Repite después de mí —dijo el rabino en dirección a Adam—. Yo, Adam Tadeus Walker, te tomo a ti, Annabelle Green, como mi futura esposa…
Adam repitió exactamente esas palabras.
—Mi futura amante… —prosiguió el hombre.
—Mi futura amante…
—Mi futura compañera de vida…
—Mi futura compañera de vida.
—En este largo camino que quiero recorrer junto a ti.
—En este largo camino en el que seguro me equivocaré más de una vez —continuó Adam por su cuenta. Sostenía entre sus dedos un anillo de platino con pequeños diamantes—. Pero aunque cometa cientos de errores, y diga cientos de chistes malos, prometo hacerte la mujer más feliz. A ti y a nuestros hijos, los que vengan. Prometo honrarte en la salud y en la enfermedad. Cuidaré de ti en todo momento, anteponiendo mis necesidades por complacer las tuyas. Y…
Hice un puchero. 
Él rodó los ojos.
—Y prometo también cuidar de tus libros —continuó— los buenos y los malos. Los nuevos y los más gastados. Procurando tratarlos con respeto y veneración… y jamás intentar meter de nuevo uno entre mis pantalones, o bromear sobre lo irracional que es enamorarte de un chico que vive entre páginas. O hacer cualquier intento de broma con respecto a ese libro erótico que tanto te gusta… aprendí mi lección la primera vez, muchas gracias. Todo esto, hasta que el sueño eterno nos separe.
Sonreí con aprobación y algo de vergüenza, asintiendo con la cabeza cuando terminó.
Puso el anillo en mi dedo, y me besó tiernamente en los labios.
El rabino tosió para nada disimuladamente.
Sonreí y me aparté de Adam antes de atraerlo para otro beso.
—Ahora Anna, con el anillo en tu mano, repite después de mí…
Mis ojos cayeron al dedo de Adam, en donde todavía tenía una bandita tapando su anillo tatuado. ¿Cómo pensaba simbolizar el dárselo?
—Solo jala la bandita —susurró él con clara diversión en su rostro.
Tomé una de las esquinas de la bandita de su dedo y comencé a levantar un poco el material.
—Yo, Annabelle Green…
—Yo, Annabelle Green…
— Te tomo a ti, Adam Tadeus Walker, como mi futuro esposo…
—Te tomo a ti, Adam Tadeus Walker, como mi futuro esposo… mi futuro amante, mi futuro compañero de vida —El rabino me instó a proseguir por mi cuenta. Y así pensé hacer mientras miraba a Adam a los ojos—: Mi futuro dolor de cabeza y el futuro padre de mis hijos. Prometo cuidar de no enojarme por tus locuras, o por tus chistes que nunca logro entender con facilidad. Cuidaré de tu hermoso cuerpo en la salud y en la enfermedad, procurando alejar a las moscas que quieran interponerse en nuestro camino y hacernos separar. Prometo ante… esta cámara y la gente que nos está viendo a través de una pantalla, amarte en la riqueza y en la pobreza. Todo esto hasta que el sueño eterno nos reclame y nos separe.
Él sonrió, de acuerdo con mis palabras.
Finalmente, y con mucha curiosidad, quité la bandita de su dedo para ver lo que se había hecho como anillo.
Mi boca se abrió ligeramente y mis ojos se empañaron con lágrimas.
—No puedo creer que hicieras esto —murmuré.
—Por ti nena, quemaría el mundo entero —susurró llevando sus labios a los míos.
Y yo de verdad creía que así podría ser si se lo proponía.






Canción que se canta en la boda:

Y entre otras cosas, un extra:


Leer la siguiente parte
 •  0 comments  •  flag
Share on Twitter
Published on June 29, 2014 20:02
No comments have been added yet.


Lia Belikov's Blog

Lia Belikov
Lia Belikov isn't a Goodreads Author (yet), but they do have a blog, so here are some recent posts imported from their feed.
Follow Lia Belikov's blog with rss.