Debo de estar de humores melancólicos, porque desde hace una temporada me da por releer los libros que una vez me fascinaron, y eso que el tamaño de mi lista de pendientes alcanza ya proporciones colosales. O quizá tengo el animo imprudente, porque hay que reconocer que tiene su riesgo esto de ponerse con un libro que te maravilló hace veinte años y que llevas elogiando la mitad de tu vida: más de una vez me he tenido que tragar mis palabras. Por suerte, no es el caso: Juliano de Apóstata, de Gore Vidal, sigue siendo hoy la obra maestra que recordaba. Qué alivio...
Published on June 27, 2014 00:09