El dilema del Polyforum

polyforumHace unos nueve meses, cuando comenzaba a tronar la polémica en torno a una supuesta desaparición del Polyforum Cultural Siqueiros, tuve la oportunidad de platicar con su presidente Alfredo Suárez, quien, entonces y ahora, se ha mantenido cuidadoso al momento de salir a comentar algo y con razón: cada palabra podría desatar una tormenta.


Entonces me platicaba de la labor titánica que ha implicado sostener casi en solitario el recinto, que alberga murales interiores y exteriores de David Alfaro Siqueiros. Desde la muerte del mecenas don Manuel Suárez y Suárez en 1987, el Polyforum, según dice su presidente, ha vivido prácticamente sólo del bolsillo de él y de los ingresos de taquilla. El resultado han sido décadas de déficits sin que apenas haya entrado al quite la iniciativa privada o el Estado, salvo en apoyo o asesoramiento en labores como la restauración. Con todo y que la obra del muralista es monumento artístico nacional.


Alfredo Suárez me aclaró desde entonces que no iba a desaparecer el Polyforum y tampoco iba a ser trasladado, aunque sí se necesitaba con urgencia concretar un proyecto integral que posibilitara el rescate de la obra, deteriorada por el tiempo y por la falta de recursos, y que permitiera garantizar (solventar) el funcionamiento del recinto a largo plazo. Al menos unos 50 años, precisaba entonces. En eso estaban y en eso siguen.


La labor, por lo visto, no es fácil. Miremos a un empresario al que le pertenece una obra que por ser de la nación debe lidiar con limitantes legales, que no recibe dinero y que ha estado bajo una presión pública que le exige “conservarla”. Muy complicado. Vender, donar o abandonar no son opciones. Mantenerse en pie es el único camino, pero parece que ya no puede solo.


polyforum2Han salido voces e instancias como el Gobierno del DF que se han pronunciado a favor de destinar apoyos y acaso recursos para preservar el Polyforum. También los medios de comunicación se han llenado de reclamos de organizaciones civiles que dicen querer “salvar” al espacio. Todo esto es necesario, sin embargo no alcanza.


Dándole vueltas a esta encrucijada creo que habría que ver el “problema” en su origen y este es nuestra concepción de la defensa y conservación del patrimonio. En México se cree que estas recaen exclusivamente en el Estado y cuando éste falta todo colapsa. La iniciativa privada se desentiende y las asociaciones civiles se dedican a exigir pero no necesariamente a dar. Se recolectan firmas, no dinero. Se apela al modelo que se critica para preservar.


No es éste el único caso. Un país tan rico en patrimonio cultural no puede dejar sólo en manos del Estado su conservación y mantenimiento. Quizá sea momento de voltear a modelos como el anglosajón en el que las industrias culturales y los públicos apoyan la producción cultural con dinero. No sólo se trata de pedir y atiborrar eventos gratuitos, sino pagar por nuestros “productos culturales”.


Parece que el Polyforum seguirá estando en el caldero hasta que no se concluya el proyecto de reestructuración. Alfredo Suárez está en una disyuntiva complicada. Plantear el Polyforum como un espacio de oportunidad de negocio y de difusión cultural no tendría que asustar a nadie. ¿Modificar el edificio? Atendiendo al marco legal, tampoco tendría por qué satanizarse. 


De hecho sería mejor que el Polyforum tuviera una faz actual y no dependiera de un pasado carcomido y de eventos o una actividad “cultural” como obras de teatro que, en varios casos, no pasa de mero (y malo) entretenimiento. 


(Texto para El Día, junio de 2014)


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Published on June 01, 2014 21:16
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Omar G. Villegas
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