Las guerras suelen declararse por los más peregrinos motivos, la mayor parte de las veces muy adornados con abundante palabrería patriotera o en defensa de algún impreciso bien común, tal como la justicia, la paz universal o la defensa de la dignidad y del honor perdidos. Todo lo cual suele encubrir mucho menos encomiables razones, habitualmente de índole económica. Pero pocas veces se adujeron motivos tan peregrinos como en el caso de la guerra de la oreja de Jenkins...
Published on May 28, 2014 22:55