12/ 05: EL CONDENADO

Me gusta porque Saccomanno arranca presentando con muchas pilas un status quo que jamás tuvo pensado conservar. En el primer episodio ya te tira la onda de que no te va a contar la vida de Clouzot en la cárcel de Cayena, sino que al toque se va a fugar. Y al toque se fuga, y deja de ser “el condenado”, para pasar a ser “el fugitivo”. Un par de episodios, porque después se convierte en un errante, un tipo que va para donde sopla el viento; y todo eso en los flashbacks, porque en el presente el tipo vive lo más tranquilo en Australia, donde se lo conoce como un escritor que escucha y cuenta historias en un bar cualquiera. Y lo más lindo es que no pasa lo que pasaría en una película yanki: obviamente en la versión Hollywood de El Condenado veríamos cómo Clouzot vuelve a Francia a resolver el crimen que le endilgaron, para demostrar su inocencia y limpiar su nombre, mientras lo persiguen la policía y algún villano vinculado a su pasado como recluso en Cayena. Por suerte, en la versión de Saccomanno a Clouzot le importa un carajo limpiar su nombre. El tipo asume que ya perdió todo lo que tenía para perder y empieza de nuevo, de cero.
Las aventuras de este primer tramo están bien: tienen unas cuantas sorpresas, pasan cosas bastante impactantes y hay espacio para desarrollar a los personajes, por lo menos como se desarrollaban los personajes en la historieta argentina de los ´70. Lo que no me cierra es el ritmo, MUY pachorro, muy lastrado por esa impronta literaria tan típica de Saccomanno, con mucho diálogo y miles de bloques de texto en los que se luce una prosa florida, riquísima... que queda mucho mejor en un cuento o en una novela que en un comic. Estuve todo el libro esperando más secuencias con indios como la de la página 46, porque los indios no hablan y necesitaba un respiro ante tanto palabrerío. Por suerte (y hablando en serio) casi todos los episodios tienen una linda secuencia muda, en la que los que cuentan la historia son los dibujos de Mandrafina.
Es muy notable observar cómo evoluciona el estilo gráfico de Mandrafina a lo largo de estos nueve episodios. Para el final, ya se ve claramente al Cacho de siempre, al que se consagró en Savarese y no paró de romperla desde entonces. Al principio, en cambio, se ve a un dibujante más genérico, menos personal, con algunos rasgos típicos de Lito Fernández (que fue quien lo introdujo en el mundo del dibujo profesional), con esos cross-hatchings en los fondos típicos de Arturo Del Castillo y con mucho de los dibujantes clásicos norteamericanos. Lo más interesante aparece cuando Mandrafina juega a convertir a El Condenado en Mort Cinder y extrema las iluminaciones para llevarlas a un claroscuro tremendamente brecciano, a todo o nada, a veces complementado con esos efectos de raspados, o de texturas logradas con esponjas, que tanto le gustaban al Viejo. Cuantas más sombras le permite poner la escena, más se luce el trabajo de Mandrafina y más se enrarece esta aventura -a priori tan clásica- con esos trucos breccianos que años más tarde afanaría sin piedad Frank Miller.
En fin, a la primera etapa de El Condenado se le notan bastante los casi 40 años que tiene a cuestas. Si sos fan de la historieta argentina clásica, supongo que no te importará en lo más mínimo y la disfrutarás a lo loco. Y si no, recomiendo empezar por la etapa más reciente de la serie, donde vas a ver a un Mandrafina y un Saccomanno más afilados, más aggiornados, más asentados cada uno en su estilo. Si eso te ceba mal, siempre hay tiempo para volver para atrás y enterarte cómo empieza la saga de Marcel Clouzot.
Published on May 12, 2014 14:33
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