01/ 03: DAREDEVIL Vol.3

Arrancamos con una trilogía en la que Mark Waid amaga con cerrar de una vez y para siempre el plot del Omega Drive, que arrastra desde el inicio de su etapa. Para eso, Daredevil arma team-up con el Punisher y, ya que estamos, con Spider-Man. Waid co-escribe el episodio de Avenging Spider-Man (la serie que lanzó y luego abandonó el impresentable Joe Madureira) con Greg Rucka, quien en ese momento tenía a su cargo la serie de Punisher. Son tres episodios muy dinámicos, donde se boludea poco y donde se nota que los dos guionistas conocen muy bien a los tres personajes. El problema es que el plot NO se resuelve y la historia termina en el mismo lugar donde se inició. O sea que es un engaña-pichanga sólo redimible por unos cuantos buenos diálogos.
El siguiente episodio es un unitario exquisito, en el que un Waid afiladísimo nos lleva a los tiempos en los que Matt Murdock y Foggy Nelson estudiaban en la facultad de derecho. Acá no vuela una sola trompada y Daredevil aparece en un sola viñeta, pero el guión, la caracterización y los diálogos son brillantes. Luego tenemos un unitario más, un poquito estirado, pero en el que finalmente se resuelve de un modo muy ingenioso el plot del Omega Drive.
Y para cerrar, una saguita de dos episodios bastante floja. En 40 páginas ambientadas en Latveria (en las que ni siquiera aparece el Dr. Doom) vemos que a Daredevil lo capturan, lo torturan y al final lo rescatan los Avengers. Punto. En el medio el héroe demuestra integridad y aguante, pero la historia avanza poco, a los tumbos y con peripecias menores e innecesarias. No es un desastre, pero no está ni cerca de lo que se vio en los primeros tomos.
En cuanto a los dibujantes, el arco con Spider-Man y Punisher está dibujado por Marco Cecchetto, un Juan Carlos Flicker muy prolijo, al que complementa muy bien el color de Matt Hollingsworth, y que –si bien no dibuja ni en pedo un fondo, ni un arma, ni un auto- le pone bastante onda a los cuerpos en movimiento. No así a las caras, que son muy limitadas, con escasísimas expresiones. Y en el unitario en el que Waid resuelve lo del Omega Drive, tenemos a un verdulero llamado Khoi Pham que –pobrecito- no puede publicar ni en el fanzine más croto del universo.
Los tres episodios restantes están a cargo de quien será el dibujante titular de esta serie de acá en más: el maestro Chris Samnee (lo vimos hace poquito en un tomo de Thor). El trabajo de Samnee se ve muy bien, siempre con una narativa hipnótica y arriesgada y con la influencia fuerte de dibujantes que a mí me encantan, como Ty Templeton, Alex Toth, David Mazzucchelli y por momentos alguna cosita de John Romita Jr. o de Cliff Chiang. En estas páginas está toda la onda y toda la emoción que no se ve en las páginas de Cecchetto ni mucho menos en las de Pham.
A pesar de este pequeño traspié, le sigo teniendo fe al DD de Waid. Desde que lo redefinió Frank Miller hasta que llegó Waid, Daredevil fue una especie de hincha de Independiente, amargo, sufrido, siempre al borde del abismo, acostumbrado a recibir por todos lados una amplia gama de sopapos, corchazos y puñaladas traperas. Obviamente sin esa vuelta que le dio Mlller, DD no llegaba nunca a cumplir 20 años de publicación. Pero 30 años al filo de la oscuridad eran muchos y me parece que el principal acierto de Waid fue ese: resignó la faceta religiosa del personaje, pero esto le permitió terminar con esa onda de “Todo bien, cáguenme a trompadas, que yo estoy acá para sufrir y sacrificarme por todos ustedes”, que ya era bastante insostenible.
Tengo otro tomo ahí en el pilón (creo que todo dibujado por Samnee), así que voy por más. Ojalá me reencuentre con el mismo nivel de los primeros episodios.
Published on March 01, 2014 08:18
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