DOS ESCRITORES EN M�XICO (9)

Llega por fin el gran d�a. Con una semana de forzoso retraso, contra todas las zancadillas habidas y por haber, la Feria Internacional del Libro del Z�calo abre sus puertas. La polic�a, a pesar de que dijeron lo contrario, no ha abandonado sus puestos y el centro hist�rico de la ciudad sigue sitiado, pero ahora al menos dejan circular a los coches y es posible acceder a pie a la plaza del Z�calo.
No todo est� listo. Quedan stands por montar. Hay todav�a nervios, y tr�nsito de paquetes cargados de libros. Y mucha polic�a, inevitable, no solo de uniforme: tambi�n de paisano. A la inauguraci�n de la Feria vendr� (o eso se espera, las comunicaciones entre los pol�ticos y los organizadores son un caos) el jefe de gobierno de la ciudad, que es el pomposo nombre con el que all� denominan al alcalde. Los polic�as de uniforme, sacaditos de una pel�cula de Clint Eastwood, son los guardaespaldas.
Hay dos carpas gigantescas y en la mayor de ellas tendr� lugar el acto protocolario. All� mismo, en la puerta, nos encontramos a Juan Madrid, que acaba de llegar. Conocemos a Juan de alguna Semana Negra, pero ahora somos tres escritores solos, los �nicos espa�oles, y agradecemos nuestra presencia compatriota. Juan es un tipo abierto, listo como el hambre, en forma (fue boxeador aficionado en su juventud), al que no detecto en su acento ning�n rastro del andaluz que es. Viste una eterna gorrita como de miliciano y dice mucho "compa�ero" con una vitalidad que contagia.
La carpa se va llenando de gente. Nos sentamos al fondo. Entra Paco Taibo en loor de multitud, acompa�ado por un luchador de lucha libre mexicana, creo que el hijo de Santo el Enmascarado de Plata.
A punto ya de empezar la inauguraci�n oficial, Paco viene a buscarnos y nos rescata de las sillas del fondo. Son ustedes los invitados, nos dice, tienen que estar en primera fila, pendejos. Y en primera fila (bueno, en la tercera) nos sentamos.
Empieza a hablar la consejera de cultura y entonces se arma el esc�ndalo. Unas cuatro o cinco filas por detr�s empiezan a asomar pancartas, gritos, bocinas. Una reivindicaci�n de unos talleres culturales que no han recibido las ayudas prometidas. Por un momento pienso que all� se va a armar gorda. Los guardias de seguridad est�n al quite. All� no hay quien escuche a la oradora. Y Juan Madrid, que observa como yo observo al jefe de gobierno, que ni se despeina de su peinado tipo Kennedy, me dice: Este es un profesional, ni se inmuta.
Termina la algarada, se hace el silencio, la consejera suelta su discurso, una escritora cuyo nombre no recuerdo recibe un premio in situ y larga un discurso algo farragoso y con un inevitable deseo de epatar, y por fin el jefe de gobierno toma la palabra, nos nombra a los escritores presentes como si tuviera nuestros libros en la mesilla de noche, pronuncia el discurso t�pico de los pol�ticos y se refiere a los alborotadores diciendo que ahorita mismo van a platicar del problema. Se apunta el tanto de la protesta. Juan Madrid me insiste por lo bajini: un profesional, ya te digo.
Published on December 19, 2013 03:41
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