 
Con el error del peladito danés y la carambola que coronó su gol en contra, estalló el pub holandés, excepto uno de anteojos y remera roja, añeja, que en la espalda rezaba Laudrup. Se quedó quieto hasta el final del partido, más quieto después del segundo gol. Pero nadie lo gastó. Al final, la parcialidad (es un decir) holandesa lo saludó educadamente, y él se marchó como si hubiera perdido una tarjeta en el Bingo.
 A las 7.45 estábamos citados en Plaza Italia, para abordar un...
   
    
    
    
        Published on June 15, 2010 05:46