06/ 07: LA HISTORIETA SALVAJE

Si te aburren los textos históricos, tranqui. Son sólo 25 páginas sobre más de 200. Y aportan data MUY interesante, de forma amena, sin la aridez de las ponencias académicas. Incluso terminan de despejar las dudas sobre puntos oscuros, como el origen (y los autores) de Viruta y Chicharrón, considerada durante muchos años la primera historieta nacional. El resto son historietas, ordenadas de modo cronológico, desde aquel inaugural Pues Señor... (1907), de Pedro de Rojas, hasta la tira de 1928 de Las Aventuras de Don Gil Contento en la que Dante Quinterno nos mostraba el debut de Curagua Curiguagüigua, el cacique tehuelche que luego se haría famoso con otro nombre. Lo del orden cronológico es un hallazgo, porque podés constatar fácilmente quién metió por primera vez la palabra “continuará”, quién usó por primera vez los globos de diálogo, quién mostró por primera vez un primer plano de un personaje... Los recursos de la narración gráfica moderna no aparecieron de un día para el otro, pero es MUY notorio ver ese tránsito de... la nada a historietas que no se diferencian tanto de las actuales en un lapso de apenas 22 años.
El título hace alusión a la falta de filtro, de control, que tenían las historietas en esta época. No se sabía bien a quién estaban dirigidas, no había segmentación entre historieta infantil o adulta, entre historieta humorística o “seria”... era un viva la pepa en el que estos primeros autores mandaban cualquier fruta. Acá vemos a los protagonistas de las series morir de modos escabrosos, mutilaciones, canibalismo; nenes que salen de noche, escabian y fuman; tipos que cagan a palos a sus esposas; partuzas descontroladas en mansiones de la oligarquía o en los tugurios donde reinaba el tango; secuencias cómicas que se apoyan en el gaste a negros, judíos, indios, pobres o inmigrantes; protagonistas chorros, borrachos, timberos o vagos... faltan el sexo y las drogas, nomás. O están, pero insinuados.
Si leíste esa serie de notas sobre los 100 Hitos de la Historieta Argentina que publicamos el año pasado en la Comiqueando Online (en las que contamos con la colaboración de Gociol y Gutiérrez), por ahí ya te suenan nombres como Manuel Redondo, Arturo Lanteri, Arístides Rechaín, Oscar Soldati, Pedro de Rojas, Raúl Roux o Néstor González Fossat. Y si no vivís en un iglú, seguro te suena Dante Quinterno, al que acá vemos evolucionar de un dibujante del montón a un capo absoluto en apenas tres años. Si no conocés a ninguno, acá te vas a sorprender. Estos tipos, que consumían sólo historieta norteamericana y en poquísimas cantidades, le dibujaron el DNI a la historieta argentina y le dieron lo más importante: la onda, la idiosincracia. Lo hicieron con distintos niveles de talento, porque acá hay genios (yo voy con Quinterno y González Fossat) y también autores que dibujaban mal, o que contaban chistes boludos, o a los que no se les caía ni media idea a la hora de narrar con el dibujo. Pero lo hicieron desde cero, con una desfachatez y una libertad irrepetibles y con la complicidad de un público que entendió al toque de qué se trataba y cómo funcionaba este nuevo lenguaje.
En síntesis, un trip alucinante y recontra clarificador a la Buenos Aires de principios del siglo pasado, de la mano de textos muy bien escritos e investigados, y sobre todo de la mano de los pioneros, de los artistas a los que hoy les debemos el hecho de que –más de 100 años después- exista una cosa extraña, compleja, pero indiscutiblemente gloriosa llamada “Historieta Argentina”. Ovación de pie para Gociol, Gutiérrez y Ediciones De la Flor por esta joya invaluable, que no puede faltar en la biblioteca de ningún fan de nuestro Noveno Arte.
Published on July 06, 2013 15:53
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