26/ 04: HAWKMAN

Este TPB era carísimo cuando salió allá por 1989 y sigue siendo caro aún hoy: u$ 20 por 160 páginas. ¿Qué trae adentro? ¿Las mejores 160 páginas de la vida enmarcadas en oro? No. Las primeras historietas del reboot de Hawkman de 1961, a cargo de Julius Schwartz, Gardner Fox y el inmortal Joe Kubert. Son nueve historietas repartidas en seis números de la revista Brave & the Bold, que narran las primeras peripecias de quien sería conocido durante años como “el Hawkman de Tierra-1”. Hasta ahora, mis experiencias con los comics de DC de hace más de 50 años fueron más bien olvidables, pero bueno... lo vi barato y esa portada de Kubert me resultó irresistible.
En una de esas, el libro es caro porque está íntegramente recoloreado por Tom Ziuko y seguramente en 1989 era muy complicado –y, por ende, muy caro- recolorear comics clásicos. Lo de Ziuko no es impresentable, pero claro, yo sigo prefieriendo este material en blanco y negro. El problema es que el primer Showcase de Hawkman no está todo dibujado por Kubert, sino que incluye muchas páginas de Murphy Anderson, que es muy lindo, muy fino, pero a mí me aburre bastante. El Viejo Joe, en cambio, deja la vida en cada viñeta y si no es aún mejor, es porque hay demasiadas viñetas por página. El Kubert de principios de los ´60 era una bestia, un dibujante de increíble dinamismo, de inobjetable elegancia, un Alex Raymond menos estático y con un manejo de la mancha y el pincel que lo acercaba a los próceres del bando “de enfrente”, el de Milton Caniff y Frank Robbins. Un dibujante clásico perfecto, reconocible, capaz de logros asombrosos incluso en un género como el de los superhéroes, en el que había incursionado poco en las décadas anteriores.
Pero claro, leés los guiones y la cosa se precipta rápidamente hacia el pantano de la intrascendencia. Gardner Fox es un guionista universalmente reconocido como un capo, un escritor fundamental, de increíble solvencia... yo no logro encontrar UNA historia de Fox que me cierre, y eso que lo leo desde los 11 años. Se suponía que este era un nuevo Hawkman, un concepto de los ´40 totalmente renovado. En la práctica, el único cambio importante es que en vez de ser terrestre es del planeta Thanagar, y en vez de arqueólogo, policía. Le agregan algunos poderes comprados en la mesa de saldos (volar fuera de la atmósfera, resistir las bajas temperaturas incluso semi-desnudo, comunicarse con los pajaritos) y nunca se explica del todo por qué carajo decide usar armas antiguas para combatir con criminales modernos.
Ni Hawkman ni Hawkgirl tienen profundidad como personajes. Son canas, luchan contra delincuentes, y punto. Protegen boludamente el secreto de sus identidades heroicas frente a un par de personajes secundarios pedorrísimos y le ganan de formas inverosímiles a ladrones de bancos y joyerías, más algún bicho alienígena, de esos que nunca faltaban en las revistas que coordinaba Schwartz. Con poderes chotos, origen choto, personalidad chota, secundarios chotos y villanos chotos, lo único que distingue a Hawkman y Hawkgirl, lo único que los eleva mínimamente de la masa anodina de justicieros enmascarados, es el hecho de que –a pesar de que se ven absolutamente humanos- son alienígenas. Y mal que mal, Fox aprovecha ese elemento tanto para gestar historias como para resolver algunas tramas que parecen demasiado complejas y que uno supone que –en las poquitas páginas que duraban las historietas en 1962- no se iban a poder resolver. Por supuesto son giros absolutamente frutihortícolas, apoyados en las complejas explicaciones científicas (o pseudo-científicas) tan típicas de la línea de Schwartz, con tecno-chiches ocultos en lugares imposibles, o efectos extraños de radiaciones, cristales y sustancias varias. Cuenta la leyenda que Fox cultivaba marihuana en su jardín y le daba de lo lindo... No se nota. Esto es más bien aventura clásica, formal, careta, sin riesgos y casi sin sorpresas.
Este libro sólo es recomendable para los muy fanáticos de Hawkman, o para los fanáticos de Kubert que prefieran ver los trabajos del maestro a color, o no se quieran fumar las muchas páginas del Showcase que no dibuja el maestro. Es un clásico, eso no lo discuto. Pero con todos los problemas que tenían los comics de DC de principios de la Silver Age, que para mi gusto eran muchísimos.
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Published on April 26, 2013 12:20
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Andrés Accorsi
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