Capitán Jenny - Capítulo 60

Minutos después las dos naves estaban tan cerca que las tripulaciones podían verse las caras.
-Si no tiene un buen motivo para acercarse –les gritó Potter a los del Bella Melissa-, más vale que sigan su camino.
-¡¡Alex!! –gritó Nick haciendo bocina con las manos- ¡Quiero permiso para subir a bordo!
-¡Pon los pies en mi nave y tendrán que venir a descolgarte del palo mayor! –le amenazó Jenny.
Nick sonrió como un bandido, hizo una exagerada reverencia y contestó:
-Me arriesgaré, capitán. Tengo que hablar contigo.
-No tenemos nada que decirnos, Russell. Aparta tu nave o mis cañones os apartarán.
-¿Y dar como ciertas las acusaciones de Lampierre cuando dijo que atacabas naves inglesas?
Sin darle tiempo a responder, se lió una de las cuerdas a la muñeca y saltó al Melody Sea. Nada más pisar la cubierta Jenny se le vino encima como un tifón, puño alzado. No pudo esquivar el golpe y cayó cuan largo era.
Nick escuchó la risa sofocada de Potter a la que se unieron algunas otras de la tripulación. Se levantó y sonrió viendo que Jenny se soplaba los nudillos. Vestía de nuevo como un corsario, pero a él le pareció la mujer más hermosa de todas. Se tocó la mandíbula moviéndola para comprobar que seguía en su sitio.
-Buen recibimiento.
-Voy a colgarte de los pulgares, Nick.
-Primero vas a escucharme.
-Primero te colgaré.
-Tengo algo importante que decirte, no seas terca.
-Tú y yo no tenemos nada de qué hablar.
Russell volvió a tocarse la mandíbula, seguro de disfrutar dentro de poco de un buen cardenal.
-Pegas como una mula.
-Ha sido solo una caricia.
-Pues sí que han cambiado –sonrió con ironía-. Si no recuerdo mal, señora, vuestras caricias eran más agradables.
A su pesar, Jenny se puso roja. Aumentó su bochorno al escuchar la risotada de Alex. Se fue hacia Nick dispuesta a romperle la cara… Pero acabó atrapada entre sus brazos, con los suyos a la espalda y sin posibilidad de movimiento. Tan cerca de sus ojos, de su boca, que se le cortó la respiración. Se relajó sin proponérselo. Lo había echado de menos tanto que creyó volverse loca. Se perdía por besarlo, pero así y todo le dijo:
-Eres despreciable.
-Lo sé, pero cumplía órdenes de Isabel. Tenía que comprobar si eran ciertas las acusaciones, pero al conocerte… al conoceros –incluyó al resto-, lo único que me movió fue demostrar vuestra inocencia.
-Bonita excusa. ¿Entraba en tu misión engatusarme haciéndome creer que te habías enamorado de mí?
Jenny ya no gritaba, sino que hablaba en susurros, completamente vencida. A Nick le pareció una gatita asustada.
-Puedes tacharme de espía, mi amor, pero lo que siento por ti es verdadero. No he fingido estar enamorado de ti, Jenny. Te amo.
-Si no te rebané el cuello en el salón del trono fue por no arriesgar la vida de Alex, pero me hubiese gustado.
-Si no te di una soberana zurra en ese mismo salón, jovencita, fue por no poner a tu abuela en evidencia - el cuerpo de ella se puso tenso. ¡Sería mamarracho! ¿Cómo osaba decirle que…? Pero enmudeció al oírle decir:- Quiero que te cases conmigo y no te dejo réplica posible.
-Como burla, está bien.
-No es ninguna burla, Jenny. Sigo queriendo que seas mi esposa, como te pedí cuando pensé que no eras otra cosa que una corsaria.
-Vete el infierno.
-Si me acompañas… -sonrió.
A ella le flaquearon las rodillas. Eran tan atractivo cuando sonreía de ese modo. Lo amaba. No había dejado de amarlo, pero merecía que le hiciera sufrir un poquito más.
-Ni a la Gloria iría contigo, milord –le retó.
-Bien. Entonces hagamos una apuesta, capitán Cook –ella lo miró con recelo- ¿Qué tal una pelea?
-¿Tan ansioso estás de morir?
-¿Tan segura estás de poder vencerme, cariño?
Jenny irguió la cabeza. No era una apuesta, era un reto. Un reto que él acababa de lanzarle a las narices y que no podía negarse a aceptar en presencia de las dos tripulaciones, atentas a su discusión. ¡Ella era el capitán Cook, por las barbas de un chivo! Y nadie, ni siquiera un condenado consejero de la reina iba a dejarla en evidencia.
-¿Qué apostamos en esta ocasión, señor Russell?
La sonrisa masculina fue un fogonazo mientras la soltaba con precaución y se apartaba de ella.
-Una boda, bruja.
-Te quedarás soltero, milord, porque pienso hacerte morder el polvo –aseguró sacando su sable.
-Habrá de verse –dudó Nick haciéndose con su suyo.
-Ya te gané una vez.
-La suerte cambia.
-Si lo hago ahora, te alejarás de mi vida para siempre.
Nick se puso serio, pero asintió.
-Si me vences ahora, poco me importará que me eches a los tiburones, porque mi vida sin ti no vale nada.
A Jenny le recorrió un escalofrío por la espalda. ¿Lo decía de veras? ¿Estaba intentando embaucarla de nuevo? Clavó la mirada en esos ojos grises que la habían perseguido desde que partió de Londres y supo que él no mentía. Realmente Nick la deseaba por esposa y había salido de Inglaterra en su persecución. Se mordió los labios y tomó posición de ataque adelantando ligeramente el sable.
-Cuando queráis, milord –le incitó.
Published on April 08, 2013 15:01
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Reseña. Rivales de día, amantes de noche
Preciosa la que ha hecho Lady Isabella de Promesas de amor.
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