22/ 03: THE LAST BATTLE

Si leiste bastante Astérix, seguro conocés la historia: Julio César se lanza a conquistar la Galia y finalmente lo logra, al vencer a las hordas del poderoso caudillo Vercingetorix en la batalla de Alesia, 52 años antes de Cristo. Esta novela gráfica termina justo antes de que las legiones del César emprendan su marcha hacia Alesia, es la previa a ese partido que –creo- nunca se contó en forma de historieta. Faraci decide no mostrarnos la batalla, sino concentrarse en una epopeya menor, más chiquita, que sucede en el backstage de la que aparece en los libros de historia. Un pequeño grupo de avanzada liderado por Caius Rodius tiene la misión de infiltrarse entre los campamentos de los bárbaros para debilitar sus fuerzas y sobre todo para neutralizar a un caudillo capaz de liderar a las hordas galas en auxilio del sitiado Vercingetorix. Se trata de Cammius, un muchacho bárbaro adoptado y entrenado por el propio Caius Rodius, quien traicionó su juramento de lealtad a Roma para convertirse en un auténtico peligro para el César.
La trama, entonces, está armada en torno a dos ejes. Por un lado, el dilema moral de Rodius: para él, cumplir la misión que le encomienda el César significa confrontar con Cammius, a quien crió como si fuera su propio hijo. Por el otro, la runfla política: Rodius banca a full a la República, mientras que al César (que todavía no es emperador) ese sistema ya no le cierra demasiado, ya está maquinando algo más grande. Con esos dos conflictos centrales, a Faraci le sobra para embarrar la cancha, para plagar a la misión de Rodius y los suyos de dudas, de incertidumbres y –por supuesto- de traiciones. Creo que lo mejor que tiene el guión es el tratamiento del personaje de Rodius y el hecho de que, si bien es obra de un italiano, los romanos no son idealizados, sino más bien cuestionados en muchísimos aspectos. Y lo más flojo deben ser esas escenitas de acción menores, sin peso real en la trama, que sospecho que Faraci debe haber metido medio a presión, para que no se aburran los lectores más acostumbrados al peplum, o para que la compre algún gil creyendo que es una de machaca entre muchachones musculosos.
Por el lado del dibujo, Brereton superó con honores el desafío de encarar, por primera vez en su carrera, una obra sin elementos fantásticos, y con una ambientación histórica específica, que requería documentarse a full para reproducir armas, fortalezas, vestuario y un montón de detalles más, de dos culturas antiguas a falta de una. La narrativa está más cuidada que nunca, el gore está en su medida justa, y por ahí lo que menos me cerró son esos ojos, enormes, casi desproporcionados, que le hace a todos los personajes masculinos. Como siempre, Brereton saca la diferencia más brutal a la hora del color, cuando le toca trabajar con su paleta mágica la iluminación de las secuencias, o esas tomas panorámicas de paisajes que se podrían enmarcar y exhibir en cualquier museo. Un gran trabajo del creador de los Nocturnals, al que se ve muy compenetrado con el relato, sin renunciar a su estética pictórica, y muy cómodo con el hecho de que el guión de Faraci le exige bastante menos machaca que los típicos guiones que dibujó para EEUU.
No te pongo a The Last Battle entre los comics fundamentales o de lectura imprescindible, pero si te gusta la buena historieta histórica, enchastrada de roscas espurias y dilemas éticos jodidos, seguro la vas a disfrutar. Y además dibuja Brereton, lo cual es garantía de felicidad para tus retinas...
Published on March 22, 2013 15:20
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