Capitán Jenny - Capítulo 11

ONCE


 La noticia de que se dirigían a New Providence fue, en efecto, acogida con algarabía por la tripulación. No era más que un nido de piratas donde el juego, el ron y las mujeres se disputaban por igual, donde las peleas estaban a la orden del día. Había estado en posesión española tras el descubrimiento del Nuevo Mundo por Cristobal Colón, pero los españoles no mostraron interés en aquel pedazo de tierra, descuidando completamente su desarrollo.

Nick acabó con el trabajo encomendado y echó los hombros hacia atrás para relajar la tensión de sus músculos doloridos. Libre ya de faena, buscó acomodo en un rincón de la cubierta e intentó dormitar.

-¿Aburrido?

El conde de Leyssen abrió un ojo, miró a Potter y volvió a cerrarlo.

-Un poco. No se puede decir que haya mucha actividad en este barco.

-Ya encontraremos un pescadito al que quitar las escamas.

-Eso espero. Lo cierto es que no me importaría que la presa fuera un barco español, francés o inglés.

Potter guardó silencio, observándolo con una ceja arqueada. Nombrar a barcos ingleses lo puso en guardia y esperó a que el joven continuara hablando.

Nick no esperaba recibir más respuesta de Potter a sus insinuaciones que la obtenida del resto de la tripulación. Todos a quienes había interrogado solapadamente decían lo mismo: atacaban galeones españoles. Ni una palabra de haberse enfrentado a un barco de bandera inglesa. Si todos callaban y no se daban de frente con una nave de su Graciosa Majestad, iba a resultarle complicado probar lo que su soberana deseaba. Viendo que el otro guardaba silencio preguntó:

-Oiga, señor Potter, ¿hay algo para leer en este maldito barco?

-¿Libros?

-¡Vaya! –escuchó otra voz burlona- ¿Qué es lo que tenemos aquí? Hemos metido en el barco un mojigato sabihondo.

Roylan de nuevo.

Nick le regaló una mirada cargada de desprecio haciendo caso omiso de su pregunta y su presencia.

-Agradecería cualquier cosa, señor Potter.

-Si no tienes suficiente trabajo, escoria, yo te daré más –volvió a intervenir Donald-. Levanta el trasero de ahí, tengo un par de cosas para que te entretengas.

Russell ni se movió, pero repuso:

-Estoy en mi tiempo de descanso. Y mi tiempo, es mío.

Con un gesto rápido Roylan sacó la daga que portaba en la faja poniéndosela en el cuello.

-Tu tiempo es mío –gruñó entre dientes-. Levántate.

-Es suficiente –le advirtió Potter.

-¡Arriba he dicho!

-¿Está buscando pelea, Donald? –preguntó Nick con sangre fría.

-No estaría mal.

-Entonces aparta el cuchillo y veamos qué eres capaz de hacer.

Potter había visto demasiadas cosas en su vida, asistido a muchas peleas y estaba acostumbrado a las baladronadas de los corsarios, pero al fijarse en el brillo metálico de los ojos grises de Russell le recorrió un escalofrío por la espalda. Anunciaban peligro. Pero Roylan se había pasado de la raya, llevaba atosigándolo desde que llegase al Melody Sea y no sería él quien intercediese para evitar una pelea en la que, estaba casi seguro, Donald recibiría una lección de humildad. Y si la suerte acompañaba, incluso podría encontrarse con un puñal en las tripas, lo que se tenía merecido.

Roylan, viendo su objetivo cumplido, dio unos pasos hacia atrás sin soltar el arma, observando de reojo cómo los hombres comenzaban a formar un círculo entorno a ambos, deseosos sin duda de diversión.

-Demuéstrame lo valiente que eres, Russell. Lo estoy deseando.

Nick se incorporó lentamente sin perderlo de vista. Clavó su mirada en los dedos engarfiados que sujetaban el arma blanca.

-¿No sería mejor usar los puños? Lamentaría mucho que se hiriese –se burló.

-¡Dad un arma a este desgraciado! –bramó el otro.

Una daga voló desde alguna parte y Nick la atrapó en el aire. Comenzaron a girar en círculos, observándose, estudiándose mientras algunas voces se elevaban animando a uno u otro y empezaban a correr las apuestas.

Potter se hizo a un lado, atento a la reacción del más joven en cuyos labios apareció una sonrisa ladeada y sardónica.

Roylan fue el primero en atacar con el arma por delante.



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Published on January 28, 2013 15:01
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Reseña. Rivales de día, amantes de noche

Nieves Hidalgo
Preciosa la que ha hecho Lady Isabella de Promesas de amor.

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