Tu zona confortable te ayuda a sobrevivir, pero no contribuye para que vivas una vida de excelencia
Tu zona confortable te ayuda a sobrevivir, pero no contribuye para que vivas una vida de excelencia
Por Héctor Williams Zorrilla
*(Un tema central en mi nuevo libro “Recetas para Sanar tu Corazón: Principios simples para vivir la vida” en amazon.com)
Todos poseemos una zona confortable que aprendemos en el transitar por la vida. Ella es el eje central que controla nuestros pensamientos creadores, nuestros afectos (emociones y sentimientos), y finalmente nuestras conductas cotidianas. En los primeros años de la niñez la zona confortable no existe, porque en la imaginación creativa de la niñez TODO ES POSIBLE…TODO.
Pero en el proceso del vivir aprendemos unas zonas confortables que manejan y controlan nuestros retos, nuestros miedos, nuestra visión de la vida, qué podemos crear con nuestros pensamientos, lo que podemos hacer con nuestros cuerpos, cómo vivimos nuestra sexualidad, nuestros atrevimientos, aspiraciones, deseos, caprichos, ilusiones, expectativas, ambiciones, sueños…
Nuestra zona confortable nos enseña a sobrevivir en la vida y a ser sobrevivientes, por lo general, viviendo una vida muy por debajo de la que deseamos, aspiramos, soñamos, podemos y merecemos vivir sobre esta tierra y en el universo. En muchos aspectos, la zona confortable es una hermana gemela de la mediocridad. Ella nos empuja constantemente a vivir vidas mediocres, porque nosotros le cedemos el control y la dirección para hacerlo.
Es difícil combatir un enemigo que se ha posado en nuestras cabezas y vive en ella. Nuestra zona confortable es una materia prima de nuestros sistemas del pensamiento, y todo lo que creamos en nuestras vidas se origina primero en nuestros pensamientos. Esta es la razón principal por la que nuestra zona confortable la sentimos ser tan poderosa. Dominado por ella, vivimos la vida en un ciclo de hábitos y costumbres que nos dan “seguridad”. Ella nos provea un “hábitat” comodo y seguro.
Nuestra zona confortable utiliza y se apoya en nuestras debilidades, no en nuestras fortalezas. Es por eso que la sentimos tan natural y cómoda. Como nadar en la misma piscina que hemos nadado cada día por veinte años.
Para vivir una vida de excelencia, que es nuestro llamado divino, nuestra vocación y nuestro contrato sagrado en la vida que hemos elegido vivir, tenemos que abandonar la “ciudad confortable” y caminar en el desierto de la intuición y lo incierto. A nuestra zona confortable no le agrada para nada este reto. Pero cuando nos extendemos más allá de nuestra zona confortable, descubrimos lugares maravillosos más allá de las imposibilidades, y nos adentramos a los territorios de quienes realmente somos. Descubrimos que somos seres divinos con capacidades y habilidades ilimitadas e infinitas, recordando el lugar divino que nos dio origen.
Cuando traspasamos nuestras zonas confortables, descubrimos que la “realidad” y los eventos y las circunstancias no cambian por sí mismas, sino que nosotros cambiamos, y al mismo tiempo cambiamos nuestras realidades de la vida. Aprendemos que nada nos sucede “al azar”, sino que nosotros proactivamente creamos constantemente nuestras vidas usando nuestros pensamientos y creencias creadoras. Y que todo es posible en este universo infinitamente rico y abundante del cual somos componentes intrínsecos.
Cuando nos movemos con coraje y valentía y amor más allá de nuestras zonas confortables, aprendemos que la vida sigue su curso, sea que seamos cobardes o héroes. Aceptamos la vida tal como es, sin cuestionarla, porque todo tiene propósito para nosotros. Todo lo que rechazamos como doloroso, contiene un significado bello para nuestras vidas al final. Porque decidimos venir a la tierra y al universo para aprender lecciones importantes. Y cada momento de ahora de la vida es una oportunidad para aprender nuevas lecciones enriquecedoras, aun en medio del dolor no conscientemente elegido. Aprendemos que todo lo que realmente poseemos es el momento del ahora.
Nuestra zona confortable nos guía hacia la mediocridad. Cuando la retamos y traspasamos con amor y valentía, nos dirigimos hacia la excelencia. Y la excelencia es el eje central hacia donde nuestra vida cotidiana se dirige naturalmente. Al traspasar nuestras zonas confortables, paso a paso, dando pequeños pasos, descubrimos que nuestra vida es bella, divina, con propósito y siempre digna de la excelencia. Y que vinimos a esta tierra y al universo a ser águilas, no serpientes.
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