Acartonamientos

 Omar G. Villegas


Se realizó la entrega de los premios nacionales de literatura 2012 en el Palacio de Bellas Artes. La ceremonia, como suele suceder en este tipo de reconocimientos, abundó en oficialismos, anuncios y, esta vez, en elogios al fallecido Carlos Fuentes que, muy forzadamente, se convirtió en el protagonista de la noche.


Una y otra vez salió a colación en voz de las autoridades el nombre del autor de La Región Más Transparente. Desde el inicio mismo que apareció la viuda del escritor, Silvia Lemus, arrancó el desfile de referencias, muchas veces nada más porque sí porque ninguno de los autores galardonados siquiera lo aludió. Y tras su participación la periodista ya no volvió al escenario.


Más allá de esta anécdota hay dos cuestiones que se pueden comentar: por un lado reconocer que se premie la producción literaria del país y a jóvenes autores junto a aquellos experimentados; sin embargo, en otro sentido, se percibe la urgencia de replantear la premiación para que, en principio, sea entretenida, difundida y sirva como real escaparate para autores noveles y que realmente acerque e interese a los lectores con la literatura mexicana contemporánea.


El evento es un desfile de funcionarios y diplomas que se combinan con lecturas de las piezas ganadoras, esto muy acertado, así como con número musicales. Podría obviarse, para bien de los premiados y del público, la primera parte y, mejor, enfocar el tiempo y la atención en la lectura y representación de los textos galardonados para que se convierta en una auténtica fiesta de las letras.


Este 2012 los maestros de ceremonia fueron los actores Susana González y Alberto Estrella. Aunque pueda haber quienes no estén muy de acuerdo con que estrellas de la televisión amenicen un acto literario, en realidad esto ayuda a llamar la atención y a refrescar la imagen de este tipo de rituales muy acartonados.


Cuentos, novelas, ensayos literarios, piezas de teatro, poesía, aportaciones a la literatura. Autores de distintos sitios del país en diferentes géneros y para lectores de todas las edades. La “facilidad” para acceder a recintos llamativos y emblemáticos como el Palacio de Mármol. La entrega de los premios nacionales de literatura tiene todo para convertirse en una ceremonia atractiva y digna.


Sobre todo digna en un tiempo en el que los premios literarios son más motivo de polémica y denostamiento. Además, por qué las premiaciones literarias no habrían de convertirse en espectáculos del alcance y atractivo de aquellos que reconocen a la música o el cine, por ejemplo. Le haría mucho bien a la industria editorial y al fomento a la lectura.


(Texto para El Día, noviembre de 2012)



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Published on December 03, 2012 12:25
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