Autores independientes: no todo vale
Comentaba el otro día en la entrada Autores independientes: colocando al autor en el centro que es necesario desterrar los tópicos de la autoedición, y que en este nuevo panorama editorial que poco a poco se va aclarando es el lector quien decide. Decía que hoy los escritores tenemos más oportunidades, más caminos que nunca para publicar, en especial a través de las nuevas plataformas como Amazon, Barnes&Noble, etc. Vivimos una revolución sin precedentes. De repente, cualquier escritor puede llegar a lectores de todo el mundo de forma casi instantánea. Sin tener que pasarse meses o años de puerta en puerta a la caza de una editorial. Genial. Impensable hace solo unos años. Asombroso.Sí, vale. Es cierto. Prescindir de la criba editorial tiene sus ventajas... pero también sus inconvenientes. La extrema facilidad de las plataformas de edición es también su principal problema, porque nos vuelve impacientes. Saber que tenemos a los lectores ahí, a la distancia de un clic, hace que nos hierva la sangre de pura ansiedad. Normal, somos conscientes de que hay miles, qué digo miles, millones de lectores ávidos de nuestras historias. Y no deseamos hacerles esperar... no sea que terminen decantándose por otro libro cualquiera. Somos escritores: llevamos en las yemas de los dedos el deseo de que nos lean. Pero esto de la escritura es una profesión dura, difícil. Exige años y años de dedicación, no ya para publicar una novela, sino para dominar las herramientas del oficio: para aprender a escribir. Para no meter la pata en cada frase. Para no darle al lector un puñetazo en el ojo en cada párrafo. No hablo ya, que también, de la experiencia vital necesaria para tener algo que decir (algo interesante, me refiero), sino para expresarnos por escrito con un mínimo de fluidez y eficacia.La facilidad de uso de las plataformas y la impaciencia son malas aliadas, porque nos pueden llevar a publicar cualquier cosa, sin una mínima corrección y revisión. O sin que estemos preparados para ello. Lo cual, además de una falta de respeto hacia el lector (que, al cabo, es el destinatario de nuestro trabajo), es una nefasta política personal. Un lector decepcionado jamás volverá a leer algo nuestro. Peor todavía: hablará mal de nosotros a todos sus amigos y conocidos. Y con razón. Algo que puede matar nuestra carrera literaria antes de empezar. La principal herramienta del escritor es el lenguaje. Con él creamos mundos, inventamos personajes, seducimos, asombramos, despertamos la imaginación, absorbemos, enganchamos... y engañamos. A través de él vivimos. Pese a lo que pueda parecer, no son las historias las que nos atrapan (o no solo), sino la forma en que están escritas. El tema más anodino puede embelesarnos si el autor tiene voz propia, personalidad. Pero, por desgracia, para alcanzar esa voz hace falta esfuerzo, esfuerzo y esfuerzo. ¿Qué hacer para expresarnos con esa eficacia? Os dejo con una lista de cuestiones esenciales para conseguir que la escritura fluya... y atrape al lector. (Continúa tras el salto).
Published on November 13, 2012 07:26
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