Una de citas

Estos días mi cabeza no para. Es un momento apasionante: tengo que decidir qué escribo a continuación. El problema es que, esta vez, son varias las historias que están luchando a brazo partido por abrirse paso, por encontrar el camino hasta el papel. Me apetecen todas, pero sé que, cuando me ponga con una, me llevará muchos meses de esfuerzo, muchos quebraderos de cabeza y las demás desaparecerán (al menos, lo harán por largo tiempo), así que la decisión tiene su miga. Y mientras dejo que la cabeza se aclare por sí sola (hace tiempo que me di cuenta de que de nada vale forzar una historia, que lo mejor es llenarse la cabeza con ideas y esperar a que, en cualquier momento, una de ellas se imponga a las demás), voy leyendo sin ton ni son, consultando libros y revisando mi libreta de notas, esa en la que anoto todo lo que me llama la atención: apuntes para posibles novelas o relatos, rasgos físicos, situaciones, citas, etc. Y hoy me encontré con una cita del Diccionario de nombres propios de Amélie Nothomb que anoté en su día y que me encanta. Va sobre la infancia:Tener diez años es lo mejor que le puede pasar a un ser humano. Diez años es el momento más radiante de la infancia. Ningún síntoma de la adolescencia asoma todavía en el horizonte: solo la infancia más madura, rica en experiencias y ya prolongada, sin ese sentimiento de pérdida que asalta desde los inicios de la pubertad. A los diez años no se es forzosamente feliz, pero se está forzosamente vivo, más vivo que cualquiera.¡Qué cierto! Desde que me la leí, contemplo con envidia a los niños y a las niñas de diez años...
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Published on September 10, 2012 03:26
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