14/ 07: FORGET ME NOT

¿Alcanza con eso? No, hacen falta también buenos guiones, y eso es lo que Forget Me Not no tiene. El planteo es muy ganchero: Mariel Imari, hija de un italiano y una japonesa, vive en Venecia, en una fastuosa mansión que fuera de su abuelo, un famoso detective privado. Para heredar la fortuna familiar, Mariel tiene que seguir los pasos de su abuelo: convertirse en detective y averiguar quién se robó de la mansión el cuadro más preciado para el viejo detective: un valioso lienzo llamado Forget Me Not. Mariel no es ninguna boluda, por el contrario, es muy inteligente. El tema es que es vaga, dispersa, colgada, no le sale eso de ponerse las pilas, concentrarse y trabajar. Entonces vive con lo justo, con las monedas que le tiran los turistas por la calle, mientras los sirvientes de la mansión la presionan para que se deje de joder y resuelva de una puta vez el caso del robo del cuadro. Sólo para que no le rompan más las bolas, Mariel va a aceptar algunos casos menores, los va a resolver y finalmente va a dar con Vecchio, el famoso ladrón de cuadros que se pungueó el Forget Me Not de la mansión del detective.
Parece una buena historia, no? Sin embargo Kenji Tsuruta se empecina en entorpecer el desarrollo con escenas confusas, que no aportan nada, escenas de cuelgue, diálogos enrevesados y un final muy precipitado, casi abrupto. Sobre todo en la segunda mitad del tomo, uno quiere que la cosa levante, que se encamine, porque ya se enganchó con la trama y ya compró a los personajes principales. Bueno, no. La historieta sigue a los tumbos, con el guión como principal obstáculo entre un buen planteo argumental y un buen manga.
Un detalle que rápidamente pasa de curioso a molesto es el de las tetas de Mariel. Desde temprano, Tsuruta nos da a entender que la protagonista luce un muy buen par de tetas, lo cual no está mal, por el contrario. Ahora, la cantidad de veces que los hombres le miran las tetas, los chistes que hace ella misma sobre sus tetas y las poses que dibuja Tsuruta para que nunca jamás se nos ocurra olvidarnos de esos suculentos senos ya son un poquito demasiado. Vestida o desnuda, disfrazada de cualquier cosa, Mariel es siempre “la de las tetas” y llega un punto en que eso aburre, porque el personaje tiene varias aristas más que valía la pena explorar. Por suerte Tsuruta le dedica bastante espacio a los otros contrapuntos de la personalidad de Mariel: la mina inteligente que desaprovecha su talento por colgada y la habitante de una mansión que vive como una crota. Todo suena más interesante que las tetas, pero bue...
Finalmente, lo que hace que uno nunca evalúe siquiera la posibilidad de dejar este manga por la mitad, es el dibujo. En este sentido, lo de Tsuruta es muy, muy notable. El estilo es realista, cercano al de Seimu Yoshizaki (la de Kingyo Used Books), pero con brotes de virtuosisimo, como si de pronto recibiera transfusiones de sangre radioactiva de Hiroaki Samura. La narrativa por momentos se hace confusa, la composición de las viñetas no brilla ni mucho menos, pero el dibujo en sí es realmente excelente. Las imágenes de Venecia que brotan del pincel de Tsuruta tienen una magia indescriptible y tanto sus aguadas como sus páginas a color muestran a un ilustrador de exquisita sutileza y buen gusto.
En fin, no me da para recomendar fervientemente este manga, pero tampoco puedo negar sus virtudes, porque están y son bastante conspicuas (como las gomas de Mariel). Una pena que el guión no le haga justicia al argumento y mucho menos al dibujo.
Published on July 14, 2012 16:53
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