Abandono del Templo
Jesús les respondió: Destruyan este templo, y en tres días lo levantaré.
Entonces los Judíos dijeron:
En cuarenta y seis años fue edificado este templo,
¿y Tú lo levantarás en tres días?
(Juan 2:19-20)
Por Stephen W. Hiemstra
El Espíritu Santo es la presencia de Dios entre nosotros. Para los judíos, la presencia de Dios estaba asociada con la nube Shekinah presuntamente encontrada en el Templo de Jerusalén. Los sacrificios del templo eran especialmente significativos porque se presentaban directamente a Dios. Cuando Jesús hablaba de destruir el Templo de Jerusalén, el pueblo judío pensaba en la nube Shekinah y en los sacrificios.
Conflicto Religioso y Económico
Para los saduceos (la clase del sumo sacerdote), los comentarios de Jesús acerca del templo representaban una amenaza para su sustento y el sustento de muchas personas de Jerusalén y sus alrededores que proporcionaban animales para el sacrificio.
Sería como amenazar con cerrar Wall Street en Nueva York o los casinos en Las Vegas. Algunos eruditos han sugerido que Jesús fue crucificado, no tanto por afirmar ser el Hijo de Dios, sino por desalojar el mercado del templo (por ejemplo, Lucas 19:45) y amenazar con destruir el templo (por ejemplo, Juan 2:19-20).
Yoder (1994, 60) agregaría que la vida de Jesús fue amenazada porque abogaba por el Jubileo, una referencia importante del cual se encontró en Isaías 61:2, el texto al que se hace referencia en el sermón del llamado de Jesús (Lucas 4:19). El Jubileo implicaba: “Cuatro prescripciones: 1. Dejar la tierra en barbecho; 2. La remisión de las deudas; 3. La liberación de los esclavos; 4. La devolución a cada individuo de los bienes de su familia.” Tres de las cuatro recetas resultarían muy polémicas para la clase dirigente de Jerusalén. Piensa en el revuelo creado en Washington cuando el Presidente abogó por condonar la deuda de los préstamos estudiantiles antes pocos anos.
Abandono del Templo
El abandono del templo es una frase que implica que Dios está retirando su presencia, una especie de maldición divina o “noche oscura del alma.” El rey David habló de este mismo concepto cuando escribió: ¨No me eches de tu presencia, y no quites de mí tu Santo Espíritu.¨ (Salmo 51:11) David había presenciado de primera mano cómo retirar la presencia de Dios del rey Saúl lo había dejado como un individuo atormentado, que finalmente perdió su reinado (por ejemplo, 1 Sam 16:1).
En los escritos de Lucas se alude muchas veces al abandono del templo, pero dos se destacan: El desgarro del velo del templo durante la crucifixión (Lucas 23:45) y la lapidación de Esteban (Hechos 7:58) que fue precipitada por la acusación de que repitió la declaración de Jesús acerca de destruir el templo (Hechos 6:14).
La rasgadura del velo del templo abrió el acceso a Dios, como cuando Jesús declaró que los pecados de la gente serían perdonados. Los sacrificios del templo (por ejemplo, Lev 4:35) ya no eran necesarios para el perdón de los pecados, y se rompió el monopolio de los sacerdotes del templo ante la presencia de Dios. Es justo, pues, describir el abandono del templo como el corazón del mensaje del Evangelio.
La destrucción del templo era la máxima amenaza para los sacerdotes judíos, no sólo porque los dejaba sin trabajo, sino porque la fe judía requería sacrificios que ya no podían realizar. El templo también era un recordatorio perdurable del reino davídico. ¿Cómo podría el mesías de Dios restaurar el reino judío si su símbolo más importante fuera destruido? Incluso los propios discípulos de Jesús preguntaron al Cristo Resucitado: ¨Señor, ¿restaurarás en este tiempo el reino a Israel? (Hechos 1:6)
La Noche Oscura del Alma
La frase “noche oscura del alma” se atribuye a San Juan de la Cruz (1542-1591), un místico y sacerdote carmelita español que escribió durante el período de la Contrarreforma. Esta noche oscura del alma presumiblemente surge cuando Dios oculta su presencia ante nosotros como una prueba para ver si realmente lo amamos y no sólo buscamos sus bendiciones.
Zimmerman escribe: “El propósito de estas pruebas no es, sin embargo, sumir al alma en la desesperación, sino despojarla de todo consuelo para no dejarla sin otro apoyo que Dios mismo” (San Juan 2006, xxi). Por lo tanto, el retiro de Dios del templo debe ser visto como un momento de enseñanza, no como un abandono total, muy parecido al período de la peregrinación por el desierto (Núm. 14:26-35).
Tu Cuerpo como el Templo de Dios
Obviamente, cuando el apóstol Pablo escribió—“Su cuerpo es templo del Espíritu Santo que está en ustedes” (1 Cor 6:19)—su comentario sugiere que el templo de Jerusalén ya no era el símbolo de la presencia de Dios que alguna vez fue. Si su cuerpo está diseñado para ser un templo del Espíritu Santo, entonces no invitar al Espíritu Santo a entrar equivale a invitar la posesión demoníaca, un resultado práctico del abandono del templo (Niehaus 2014, 130-131).
La declaración definitiva del abandono del templo surgió en la profecía de Jesús en el Monte de los Olivos (Lucas 19:41-44) que anticipó la destrucción de Jerusalén y su templo por los romanos, que tuvo lugar en el año 70 d.C. El templo nunca fue reconstruido, lo que negó a los seguidores del judaísmo bíblico la posibilidad de realizar los sacrificios requeridos. Para los cristianos, la muerte de Cristo en la cruz se convirtió en el sacrificio final por el pecado y la fuente de nuestra salvación.
Abandono del Templo
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