El Espíritu Santo Errante
Y sucederá que después de esto, Derramaré mi Espíritu sobre toda carne;
y sus hijos y sus hijas profetizarán, sus ancianos soñarán sueños,
sus jóvenes verán visiones.
(Joel 2:28)
Por Stephen W. Hiemstra
La importancia del Espíritu Santo en el libro de los Hechos se destaca en la primera oración en griego, donde se describe a Cristo resucitado dando “ el Espíritu Santo el había dado instrucciones a los apóstoles (Hechos 1:2).” (Acts 1:2) Los apóstoles serán ¨bautizados con el Espíritu Santo¨ (Hechos 1:5), ¨recibirán poder,¨ y ¨serán mis testigos.¨ (Hechos 1:8)
En el día de Pentecostés, con la fundación de la iglesia, el apóstol Pedro cita al profeta Joel anticipando el derramamiento del Espíritu Santo sobre toda carne, incluyendo hombres y mujeres jóvenes, ancianos e incluso siervos a través de profecías, sueños y visiones (Joel 2:28). Significativamente, una de las acusaciones que Esteban presentó ante el Sumo Sacerdote y el Sanedrín antes de ser apedreado fue que ellos (y sus padres) resistían habitualmente al Espíritu Santo (Hechos 7:51).
Resistiendo al Espíritu Santo
Desde una estricta perspectiva judía del primer siglo, el derramamiento del Espíritu Santo en Pentecostés mostró la característica errante del espíritu porque salió de los límites de la religión establecida. Esta percepción en ninguna parte fue más pronunciada que en la persona de Saulo de Tarso, quien inicialmente persiguió a los cristianos en nombre de Dios:
“Pero Saulo hacía estragos en la iglesia entrando de casa en casa, y arrastrando a hombres y mujeres, los echaba en la cárcel. Así que los que habían sido esparcidos iban predicando (anunciando las buenas nuevas de) la palabra.” (Hecho 8:3-4)
Saulo resistió al Espíritu Santo, como Esteban había alegado, pero no pudo evitar ser un agente de la obra del Espíritu porque la palabra continuó siendo predicada ¡y en nuevos lugares! Se supone que iglesias importantes del primer siglo, como las de Antioquía y Roma, fueron fundadas por esta diáspora de creyentes comunes dispersados por la persecución.
Pentecostés Taiwanés
Un ejemplo moderno de derramamiento del Espíritu Santo ocurrió entre los pueblos indígenas de las montañas de Taiwán, a quienes los misioneros cristianos intentaron llegar pero no pudieron. Incluso los japoneses que controlaban las zonas costeras de Taiwán durante su ocupación de la Segunda Guerra Mundial fueron incapaces de subyugar a estos habitantes de las montañas, que mantuvieron su independencia y practicaron la caza de cabezas como rito de paso a la edad adulta.
Ralph Covell (1998, 167) escribe sobre cómo una mujer común, Chi Wang, del pueblo Sedig, llegó a la fe en una zona costera en la década de 1930. Regresó sola a las montañas para difundir una comprensión sencilla del Evangelio. Su mensaje provocó un reavivamiento entre estas personas durante la ocupación, a pesar del aislamiento casi completo de otros cristianos.
Hoy en día existe una iglesia que lleva su nombre y que se reúne en una gran cueva donde ella solía celebrar reuniones. Chi Wang, como muchos de los líderes de la iglesia Sediq que le siguieron, tenía poca o ninguna educación formal (Covell 1998, 169-174). Chi Wang falleció en 1946.
Si el Espíritu Santo puede traer salvación a los cazadores de cabezas en Taiwán, ¿quién está más allá del amor de Dios?
La Conversión de Pablo
El alcance del Espíritu Santo en el libro de los Hechos conoce pocos límites. La conversión milagrosa del eunuco etíope (Hechos 8:26-40), el derramamiento del Espíritu Santo sobre la familia de Cornelio (Hechos 10:44) y el bautismo del carcelero macedonio y su familia (Hechos 16:33) demuestran el poder y el alcance del Espíritu Santo, como lo confirmó el Concilio de Jerusalén (Hechos 15:8). Sin embargo, ninguno de estos acontecimientos fue tan dramático como la conversión de Saulo, perseguidor de la iglesia.
El libro de los Hechos relata la conversión de Saulo tres veces (Hechos 9, 22, 26) para avanzar hacia la meta:
“Pero recibirán poder cuando el Espíritu Santo venga sobre ustedes; y serán Mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra.” (Hechos 1:8)
Debido a que la carrera de Pablo como evangelista lo llevó “hasta los confines de la tierra”, posiblemente a España, pero con toda seguridad a Roma, Lucas pudo escribir sobre el avance de la Gran Comisión a todas las naciones (Mt 28,19) usando la biografía apostólica de Pablo y numerosos discursos escritos en primera persona para personalizar su mensaje.
El Desafío Hermenéutico
Entre paréntesis, hablar de la acción del Espíritu Santo plantea un problema de interpretación, especialmente en nuestra cultura materialista. Para el cristiano, es fácil interpretar acciones y eventos que muestran la intervención divina porque los cristianos creen que el mundo material puede iluminar una realidad espiritual, una forma de argumentación de menor a mayor. Así, cuando Juan el Bautista le pregunta a Jesús: ¨¿Eres tú el que ha de venir, o esperamos a otro?¨ (Lucas 7:20) Jesús responde:
“Vayan y cuenten a Juan lo que han visto y oído: los ciegos reciben la vista, los cojos andan, los leprosos quedan limpios y los sordos oyen, los muertos son resucitados y a los pobres se les anuncia el evangelio.” (Lucas 7:22)
Juan fácilmente interpretaría esta declaración como una referencia a Isaías 61, una afirmación de comisión mesiánica que obviamente trasciende la cosmovisión materialista. Otros que hoy observan las mismas acciones podrían interpretarlas como un truco de magia, una historia ingeniosa o experiencia médica, en consonancia con su visión materialista del mundo.
El Espíritu Santo Errante
Vea También:
Una Guía Cristiana a la Espiritualidad
Vida en Tensión
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