10/ 06: CARLITOS

Carlitos no es exactamente una de superhéroes argentinos, pero toca el tema. En realidad, se zambulle en el tema. Se trata del típico comic de “superhéroes en el mundo real”, pero sin superpoderes, más para el lado de Kick Ass o Doméstico. Como en esas sagas, acá tenemos a un protagonista que es fan de los comics de superhéroes y un día decide ponerse él también una máscara y una capa y salir a las calles a defender la Justicia. Hasta ahí, las similitudes con esos personajes previos.
El resto del planteo del guionista Sebastián Rizzo es bastante innovador: Carlitos no es un pibe atlético, sino un cincuentón gordo y casi calvo. Además de estar un poco chapita (condición sin equa non para salir enmascarado a la calle), Carlitos está en las últimas. Es un loser completo, un paria de la sociedad, un descastado sin un mango, sin amor, sin esperanza. Un tipo que ya perdió todo lo que podía perder, menos la fantasía. Y como la fantasía de Carlitos está dominada por los superhéroes yankis, no se le ocurre otro camino hacia la redención que operar en un barrio porteño con los códigos de Batman y los otros justicieros urbanos.
La obsesión de Carlitos con Batman llega a tal punto que nuestro “héroe” se mete en una convención freak-comiquera (en este caso Animate) para presenciar una charla de Adam West y, en un descuido, afanarle al veterano actor yanki la capa y la capucha originales de la serie de los ´60! O sea que, cuando sale a patrullar las calles, Carlitos lo hace con la verdadera capucha del Batman con el que se cebó en sus años mozos. Esto es –obviamente- un gesto extremo por parte de Rizzo y sirve para subrayar la principal diferencia entre Carlitos y otros “tipos normales que un día adoptan una identidad heroica en el mundo real”: su exacerbado patetismo.
Rizzo, sin ensañarse, sin perderle el cariño, no deja pasar una oportunidad de pintarnos a su protagonista como un pobre tipo, un completo infeliz al borde del abismo. La mejor decisión que toma el guionista (y que también aleja a esta obra de Kick Ass o Doméstico) es no meternos nunca en la cabeza de Carlitos, no mostrarnos nunca cómo piensa, cómo percibe lo que le sucede, no dejarlo narrar en primera persona, no habilitarle ni un mísero bloque de texto. Carlitos es sus acciones y sus acciones son las que llevan adelante la trama.
Y está bien. Sin ser una joya, la historia es coherente y tiene un ritmo propio, que alterna bien entre momentos más intensos y momentos más tranquis. Los diálogos son buenos, suenan creíbles, y lo único choto es un giro argumental que se da cinco o seis páginas antes del final. No te lo voy a contar, pero es algo que influye mucho en el desenlace de la trama y –lamentablemente- está apoyado en una casualidad demasiado brutal, que rompe el verosímil. El resto es raro, ensimismado, pero también sólido y coherente.
El trabajo del dibujante Sergio Monjes es muy, muy bueno, muy por encima de lo que le vimos hace unos años en aquel one-shot de Bizancio escrito por el enorme (y desaprovechadísimo) Mauro Mantella. Monjes es una mezcla de Nacho Noé con los buenos dibujantes oscuros del mainstream yanki onda Sean Phillips, con un gran manejo del claroscuro y de las expresiones faciales. Vistas de lejos, esas páginas de Monjes con gente triste que deambula por una ciudad gris, transmiten una sensación parecida a las mejores historietas de Horacio Altuna. Miradas de cerca no, no tienen mucho que ver, excepto en algo del clima de desesperanza. La narrativa está bien pensada y bien ejecutada, con buenas secuencias mudas en las que el dibujo de Monjes se carga la historia al hombro y se la re-banca. Sin ser super-original, el dibujante demuestra una solvencia muy notable en todos los rubros.
Me imagino que al Capitán Meganno (cuya foto aparecía ilustrando el post de ayer) le deben haber pasado varias de las cosas que le pasan acá a Carlitos. Pero bueno, macho, bancatelá. O jodete por boludo. Cuanto más realistas nos ponemos, más inviable es el concepto del justiciero enmascarado, y más todavía en Argentina. Rizzo y Monjes (no sé si voluntariamente o no) también dan testimonio de eso con esta historieta que –repito- no es una genialidad ni marca “un antes y un después” de nada, pero acumula unos cuantos hallazgos interesantes.
Published on June 10, 2012 10:31
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