El Espíritu Santo en Lucas y Hechos

Pero recibirán poder cuando el Espíritu Santo venga sobre ustedes;
y serán mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaria,
y hasta los confines de la tierra.
(Hechos 1:8)
Por Stephen W. Hiemstra
El nombre del Antiguo Testamento para el Espíritu Santo en Génesis 1:2 en hebreo es ruach elohim. Ferguson (1996, 17) escribe:
“Ruach no connota la idea de inmaterialidad divina (espíritu, no materia), aunque sin duda eso está implícito en la perspectiva bíblica general. El acento se pone más bien en su energía abrumadora, casi se podría hablar de la violencia de Dios. Espíritu Divino, por tanto, denota la energía de la vida en Dios.”
Se traduce al griego de la Septuaginta indistintamente como pneuma theou o pneuma kuriou. En español estos serían Espíritu de Dios y Espíritu del Señor. El griego pneuma kuriou se correspondiente frecuentemente al hebreo ruach YHWH1 que también tiene mas metafóricas translaciónes, como alma de Dios. Ruach Elohim también se traduce como Pneuma Poneron o espíritu maligno una vez en Jueces y tres veces en 1 Samuel 16 en referencia al rey Saúl después de que David había sido ungido.
Contristando al Espíritu Santo
Lo interesante de esta lista de referencias del Antiguo Testamento al Espíritu Santo es que los dos nombres principales del Espíritu Santo en el libro de los Hechos, pneuma agion y pneuma ta agion, no aparecen en esta lista. Sin embargo, este último término griego para el Espíritu Santo aparece dos veces en el Antiguo Testamento. La primera vez está en un famoso salmo de David: ¨No me eches de tu presencia, y no quites de mí tu Santo Espíritu.¨ (Ps 51:11) El hebrero aquí lee ruach kadeska. La segunda vez está en Isaías 63:10, donde se utiliza un nombre hebreo variante, ruach kadesho. El pasaje advierte a los elegidos de Dios (Israel en el contexto de Isaías) que no contristen ni apaguen al Espíritu Santo (Finney 1982, 63).
Un ejemplo de alguien que claramente contristó al Espíritu Santo fue el rey Saúl. Se describe a Saúl como alto y guapo, pero también como supersticioso, voluntarioso e impaciente (1 Sam 9:2, 15:1-35). En contraste, David era joven, rubio y apuesto, músico y pastor, y un hombre conforme al corazón de Dios (1 Sam 13:14; 16:12). Una vez que el profeta Samuel ungió a David, Dios envió un espíritu maligno para atormentar a Saúl. En consecuencia, los siervos de Saúl buscaron a David para que tocara la lira para calmar a Saúl en su aflicción y Saúl tomó a David como su escudero, una especie de aprendizaje real (1 Sam 16:15-21). Más tarde, David se convierte en yerno de Saúl.
Estando cerca del rey Saúl, David observó de primera mano las implicaciones de perder el Espíritu Santo, lo que sin duda motivó su oración (Salmo 51:11). La prominencia del Espíritu Santo en la fundación de la iglesia y la referencia a esta comprensión del Espíritu Santo en el Antiguo Testamento sugieren que la historia de Saúl arroja luz sobre la historia de otro Saúl en el libro de los Hechos (Hechos 8:1).
Algo Nuevo
Esta desviación lingüística de los términos más comunes para el Espíritu Santo en el Antiguo Testamento y los pasajes particulares en cuestión sugieren que Lucas, en el libro de los Hechos, ve a Dios haciendo algo nuevo. Incluso en el Evangelio de Lucas se nos dice que Jesús recibe el Espíritu Santo en su bautismo antes de la genealogía de José que traza su linaje a través de Judá, Sem y Set hasta Adán. Lucas distancia a Jesús de esta genealogía al distanciarlo de la paternidad biológica de José (Lucas 3:23). Así, ni la unción del linaje justo (Gén. 11), ni la unción temporal del Espíritu Santo sobre los ancianos de Moisés (Núm. 11:25), ni el llamamiento del rey Saúl (1 Sam. 10:6-11) se están reivindicando o acreditando. ¿Qué es exactamente nuevo?
Al menos tres cosas aparecen nuevas en el libro de los Hechos como consecuencia del desgarro del velo en el templo de Jerusalén (Mateo27:51, Marcas 15:38, Lucas 23:45).
En primer lugar, a los discípulos se les dio la misión de ser testigos. En segundo lugar, la misión se extendió geográficamente desde Jerusalén a Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra (Hechos 1:8), y, por inferencia, se extiende también a los gentiles.
En tercer lugar, el don del Espíritu Santo ya no es temporal, sino para siempre, nuevamente por inferencia (Hechos 2:4). Anteriormente en el Antiguo Testamento, el don del Espíritu Santo era temporal y limitado, excepto quizás para aquellos del linaje justo o aquellos ungidos como mesías.
El Espíritu Libre
La historia del rey Saúl se desarrolla en el libro de los Hechos en la persona de Saúl de Tarso. Cuando la iglesia en Jerusalén parece satisfecha de permanecer en Jerusalén en lugar de vivir su misión de testificar en Judea, Samaria y los confines de la tierra (Hechos 1:8), se ve a Saúl devastando la iglesia y dispersando a los discípulos (Hechos 8:1-4). Esto es como si el rey Saúl fuera atormentado y llevado hacia David por un espíritu maligno (1 Sam 16:15-21).
Una vez realizada esta dispersión, vemos a Saúl experimentando una experiencia de conversión y viviendo en su nombre gentil, Pablo (Hechos 9). Pablo se convierte entonces en uno de los evangelistas más célebres de la iglesia y se une a discípulos nombrados y anónimos que llevan a la iglesia en su misión (Hechos 1:8). Así, vemos tanto al Espíritu Santo como a su gemelo malvado realizando la obra de Dios al establecer la iglesia a través de la persona de Saúl de Tarso.
Edmund Clowney (1995, 56) escribe: “El Espíritu Santo de Dios no puede quedar limitado por las limitaciones de las instituciones humanas. Él es el Espíritu Creador, soberano y omnipotente, que gobierna todas las cosas.” Esta naturaleza libre supera los límites habituales de las instituciones establecidas, como la iglesia en Jerusalén, que tienden a osificarse con el tiempo, siguiendo caminos familiares en lugar de seguir el liderazgo del Espíritu Santo de Dios. Así, el movimiento de Jerusalén hacia Judea, Samaria y los confines de la tierra es más que una experiencia histórica. Es un impulso de reavivamiento necesario en cada generación que recuerda el llamado de Abraham a dejar su país, su tribu y su familia.
Judíos y Gentiles
El Espíritu Santo ungió a los gentiles antes de que el reconocimiento de la iglesia lo confirmara. Vemos esto en el derramamiento del Espíritu sobre los samaritanos (Hechos 8:14-17), el testimonio de Felipe al eunuco (Hechos 8:26-39), y la visión de Pedro invitándolo a comer animales limpios e inmundos antes de visitar la casa de Cornelio, un centurión romano (Hechos 10:22).
Más tarde, en el Concilio de Jerusalén, a pesar de mucha oposición, el Evangelio se abre provisionalmente a los gentiles (Hechos 15:19-20). En consecuencia, el Evangelio llegó a los confines del Imperio Romano y más allá en una sola generación.
Espíritu Santo como Agente de la Fe
El propósito del espíritu en la evangelización es identificar a aquellos llamados a ser la iglesia. El apóstol Pedro citó al profeta Joel (2:28-29) durante su sermón del día de Pentecostés:
¨Y sucederá en los últimos días, dice Dios, que derramare de mi espíritu sobre toda carne y sus hijos y sus hijas profetizaran, sus jovenes eran cisiones y sus ancianos soñaran sueños y au sobre mis siervos y sobre mis derivas derramare de mi espíritu en esos días, y profetizaran.¨ (Hechos 2:17-18)
Al citar este pasaje de Joel, Pedro claramente cree que está viviendo en los “últimos días,” un sentimiento que comparten muchos hoy en día. Pedro describe luego el camino hacia la fe: ¨Arrepiéntanse y sean bautizados cada uno de ustedes en el nombre de Jesucristo para perdón de sus pecados, y recibirán el don del Espíritu Santo.¨ (Hechos 2:38) Esto sugiere que el Espíritu Santo es a la vez signo y sello de la fe y, con ella, de la salvación. En cierto sentido, el término que el apóstol Juan utiliza para referirse al Espíritu Santo, el Paráclito, o en español, el Consolador, encarna ambas ideas.
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1 Jue 3:10, 11:29, 13:25, 14:6, 19, 15:14, 1 Sam 10:6, 16:13, 19:9, 2 Sam 23:2, 1 R 22:24, 2 R 2:16, 2 Cr 18:23, 20:14, Isa 11:2, 40:7, 13, 59:19, 63:14, Eze 11:5, Os 13:15, Miq 2:7 y 3:8.
El Espíritu Santo en Lucas y Hechos
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Una Guía Cristiana a la Espiritualidad
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