El Dilema Posmoderno

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Pues aunque conocían a Dios, no Lo honraron (no Lo glorificaron) 


como a Dios ni Le dieron gracias, sino que se hicieron vanos en sus razonamientos 


y su necio corazón fue entenebrecido.


(Rom 1:21)


Por Stephen W. Hiemstra


El campo de la batalla de la iglesia es el corazón humano.


Justo antes de que Dios enviara el diluvio para acabar con toda la humanidad, excepto Noé y su familia, leemos:


El SEÑOR vio que era mucha la maldad de los hombres en la tierra, y que toda intención de los pensamientos de su corazón era sólo hacer siempre el mal. Y al SEÑOR Le pesó haber hecho al hombre en la tierra, y sintió tristeza en Su corazón. (Gen 6:5-6)


Observe las frases, ¨toda intención de los pensamientos de su corazón¨ y ¨sintió tristeza en su corazón.¨ Claramente Dios tiene sentimientos y el pecado le entristece.


La palabra corazón en hebreo es lev (BDB 4761), que significa “el hombre interior en contraste con el exterior” o “el hombre interior, indef., alma, que comprende mente, afectos y voluntad.” La traducción griega en la Septuaginta es cardia (BDAG 3926), que significa “Corazón como sede de la vida física, espiritual y mental” o “Interior, centro, corazón.” El corazón bíblico se acerca más al término alma e involucra claramente tanto la mente como el cuerpo, no simplemente una parte del cuerpo o un centro emocional.



El Uso del Corazón por parte del Apóstol Pablo

El apóstol Pablo utiliza el concepto de corazón para definir la salvación:¨Que si confiesas con tu boca a Jesús por Señor, y crees en tu corazón que Dios Lo resucitó de entre los muertos, serás salvo.¨ (Rom 10:9) También emplea el lenguaje del corazón —corazones necios— al citar la antítesis de la fe, como se cita en Romanos 1:21, citado al comienzo del capítulo. Este uso de tesis y antítesis del término corazón en los escritos de Pablo implica que el corazón es el punto focal de la guerra espiritual.


Considere Romanos 1:21. Normalmente, abrimos un argumento con una declaración de la tesis: El corazón es el campo de batalla en el que se decide la cuestión de la fe. Porque Pablo no comienza con la tesis como se esperaba, sino con la antítesis—corazones necios—nuestros corazones no son una pizarra en blanco en la que nuestros padres y maestros simplemente escriben. El pecado oscurece nuestros corazones, haciendo necesaria la obra de Cristo en la cruz.



El Problema del Pecado

El pecado original se refiere a la rebelión de Adán y Eva al desobedecer a Dios al comer del árbol del conocimiento del bien y del mal (Gén 2:17). Este acto definió a Adán y Eva como transgresores de la ley y manchó el árbol genealógico. Mientras Pablo escribe sobre “corazones necios,” también hay una maldición: ¨Por lo cual Dios los entregó a la impureza en la lujuria de sus corazones.¨ (Rom 1:24) Dos versículos después, la expresión ¨La lujuria de sus corazones¨ se reformula como ¨pasiones degradantes.¨ (Rom 1:26) El pecado original es un problema del corazón que consiste en amar las cosas equivocadas.


El corazón no es pues un terreno neutral. La revelación general de Dios, a menudo descrita en el Salmo 19 como una visión idealizada de la creación, ha sido rechazada. Pablo escribe: ¨Porque desde la creación del mundo, sus atributos invisibles, su eterno poder y divinidad, se han visto con toda claridad, siendo entendidos por medio de lo creado, de manera que ellos no tienen excusa.¨ (Rom 1:20 Los hombres y las mujeres no honraron a Dios, fueron ingratos y fútiles en sus pensamientos (Rom 1:21). Además, “y cambiaron la gloria del Dios incorruptible por una imagen en forma de hombre corruptible, de aves, de cuadrúpedos y de reptiles.¨ (Rom 1:23)


La fascinación actual por lo oculto, el género y las drogas recreativas no son necesariamente obsesiones inocentes, en parte, porque representan corazones confundidos—corazones que no aman las cosas correctas. Pablo sigue a estas “mentes depravadas” por la pendiente resbaladiza hasta su conclusión lógica:


¨Están llenos de toda injusticia, maldad (perversidad), avaricia y malicia, llenos de envidia, homicidios, pleitos, engaños, y malignidad. Son chismosos, detractores (calumniadores), aborrecedores enemigos) de Dios, insolentes, soberbios, jactanciosos (arrogantes), inventores de lo malo, desobedientes (rebeldes) a los padres, sin entendimiento, indignos de confianza (desleales), sin amor, despiadados.¨ (Rom 1:29-31)


Aunque tu lista de actos malvados puede no ser la misma que la de Pablo, el punto es que el pecado no deja intacto a nadie cuyo corazón se deja gravitar hacia su propia pasión deshonrosa.



Fundación de la Iglesia en Pentecostés

La iglesia comenzó con el regalo del Espíritu Santo en Pentecostés. La fiesta de Pentecostés se celebraba cincuenta días después de la Pascua y la cosecha de la cebada (o primicias; Lev 23). Fue un momento de alegría porque el ayuno y el hambre del invierno anterior —la situación normal para la mayoría de la gente antes de la Revolución Industrial— finalmente terminarían. En este contexto, leemos:


¨Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos juntos (unánimes) en un mismo lugar, y de repente vino del cielo un ruido como el de una ráfaga de viento impetuoso que llenó toda la casa donde estaban sentados. Se les aparecieron lenguas como de fuego que, repartiéndose, se posaron sobre cada uno de ellos. Todos fueron llenos del Espíritu Santo y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba habilidad para expresarse.¨ (Hechos 2:1-4)


Aquí hay varias observaciones importantes. Primero, los discípulos estaban ¨todos juntos (unánimes) en un mismo lugar.¨ La formación de la iglesia fue una experiencia comunitaria. Segundo, el Espíritu Santo es el agente de esta transformación ¨del cielo un ruido como el de una ráfaga de viento impetuoso¨ y el que llena a cada uno de ellos. Tercero, las ¨lenguas como de fuego¨ les permitieron a todos hablar en ¨otras lenguas.¨


Mientras que el Espíritu Santo inaugura la iglesia colectivamente, más tarde ese mismo día el apóstol Pedro aplica la agencia del Espíritu Santo también a los individuos, diciendo: ¨Arrepiéntanse y sean bautizados cada uno de ustedes en el nombre de Jesucristo para perdón de sus pecados, y recibirán el don del Espíritu Santo.¨ (Hechos 2:38) La iglesia proporciona un foro para el arrepentimiento, el bautismo y la comunión, pero es el Espíritu Santo el agente de transformación en el creyente después de la revelación especial de Dios en Jesucristo.



El Dilema Posmoderno
Vea También:
Una Guía Cristiana a la Espiritualidad
Vida en Tensión
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Published on March 28, 2025 02:15
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