Bajo presión / Horror
 
  
En La noche, Elie Wiesel escribe: “Jamás olvidaré esa noche, esa primera noche en el campo que hizo de mi vida una sola larga noche bajo siete vueltas de llave. Jamás olvidaré esa humareda. Jamás olvidaré las caritas de los chicos que vi convertirse en volutas bajo un mudo azur. Jamás olvidaré esas llamas que consumieron para siempre mi Fe. Jamás olvidaré ese silencio nocturno que me quitó para siempre las ganas de vivir. Jamás olvidaré esos instantes que asesinaron a mi Dios y a mi alma, y a mis sueños que adquirieron el rostro del desierto. Jamás lo olvidaré, aunque me condenaran a vivir tanto como Dios. Jamás”.
De las novelas y testimonios que he leído sobre el Holocausto, el primer libro de la trilogía de Elie Wisel vuelve a mi memoria e inquieta igual que lo hizo la primera vez, cuando tuve que dejar a un lado el libro por lo abrumador del relato. En especial el siguiente pasaje:
Luego vino la marcha junto a las víctimas. Los dos hombres ya no estaban vivos. Tenían la lengua colgando, hinchada y azulada. Pero la tercera cuerda seguía moviéndose: el niño, demasiado ligero, respiraba todavía...
Y así permaneció más de media hora, debatiéndose entre la vida y la muerte, retorciéndose ante nuestros ojos.
Y nos vimos obligados a mirarlo de cerca. Todavía estaba vivo cuando pasé junto a él. Su lengua todavía estaba roja, sus ojos aún no se habían apagado.
A mis espaldas, oí al mismo hombre que preguntaba:
“Por el amor de Dios, ¿dónde está Dios?”
Y desde dentro de mí, oí una voz que respondía:
“¿Dónde está? Aquí está, colgado aquí de esta horca…”
Aquella noche, la sopa tenía sabor a cadáver.
En unas cuantas páginas, Wiesel describe el infierno en la tierra, desde la aparición de los alemanes persiguiendo a los judios, la negativa de los judíos a huir mientras pueden, los traslados en tren hacia los campos de concentración, la separación de familias, los trabajos en las fábricas, las hogueras donde queman niños y ancianos, la muerte invadiéndolo todo, el horror.
En La noche, el protagonista sufre el mismo camino de su fe en Dios que Job, Wisel narra el infierno desde dentro y nos lo cuenta para que no olvidemos, para jamás olvidar.
No he podido evitar el recuerdo de ese texto frente a las imágenes del campo de adiestramiento y exterminio localizado en Jalisco. No soy el primero en encontrar similitudes entre las centenas de pares de zapatos abandonados en el rancho Izaguirre y las imágenes de los campos de concentración nazis, el horror es o debería ser el mismo.
En las diversas entrevistas que he escuchado con Indira Navarro, madre buscadora que pertenece al colectivo Guerreros Buscadores Jalisco, ha sido inevitable la tentación de ya no querer escuchar más, no sólo por la descripción de los vestigios de las atrocidades que el crimen organizado cometió en esa finca, tras el descubrimiento de ese lugar han aparecido varias víctimas que lograron escapar del sitio y dar su testimonio. En esas mismas entrevistas, los conductores se preguntan cómo es que si las autoridades habían realizado un cateo a esa propiedad seis meses antes, no se percataron de los tres crematorios, de los montones de sitios donde enterraban a los jóvenes, y se concentran en repartir culpas.
En más de una ocasión se ha empujado a Indira Navarro a señalar la responsabilidad del gobierno de Enrique Alfaro al dejar pasar tanto tiempo entre el primer cateo, con diez detenidos y un muerto, y el hallazgo que logró Guerreros Buscadores Jalisco en compañía de la Guardia Nacional. La madre buscadora intenta eludir la responsabilidad de ser ella quien señale a un responsable, pero no logra evitar todas las pistas que evidencian la colusión entre la policía municipal y el crimen organizado, cuando le dijeron que no era necesaria que fueran acompañados por la Guardia Nacional; cuando asegura que el campo de adiestramiento y exterminio lleva más de tres años operando; en el momento en que describe la operación de reclutamiento de centenares de jóvenes atraídos con ofertas fraudulentas de trabajo a través de Facebook.
Sobre el hallazgo de estos crematorios en un rancho de Jalisco, la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo se comprometió a investigar la labor de la fiscalía estatal y, en caso de que sea necesario, que la Fiscalía General de la República atraiga el caso; respecto a las diligencias que se realizaron durante el primer cateo, Sheinbaum Pardo señaló que se tendrá que esclarecer si hubo una posible omisión por parte de las autoridades jaliscienses: “Obviamente es terrible. Ahora, corresponde al Gabinete de Seguridad, las Fiscalías y en su momento al Poder Judicial investigar. En este caso ya se había hecho un cateo, no sé si exactamente fue eso. ¿Por qué después no resguardaron el lugar? Hay que hacer una investigación de qué fue lo que pasó”.
Con el horror en los ojos, dudo que lo más importante sea deslindar responsabilidades, todo indica que esto ocurre en varios lugares de la República, que el rancho Izaguirre no es el único lugar donde secuestran y exterminan a jóvenes. Las autoridades ya investigan a quienes realizaron el primer cateo y aseguran que serán sancionados por las omisiones cometidas, ¿y?, ¿cuál será la atención a las causas para prevenir y evitar estos crímenes?
Coda. Así como no he podido evitar el recuerdo de Elie Wisel, hay una canción de La Barranca que no logro sacarme de la cabeza, dice: “Hoy no es un día común/ Hoy es un día negro/ La realidad otra vez/ Muestra su rostro siniestro”, desde el macabro hallazgo no ha sido un día común y, en los medios, lo que se destaca como nota principal es que un grupo de morenitas empoderados le dieron la espalda a la presidenta, Sheinbaum Pardo los justifica señalando que es una cosa menor, que estaban distraídos… A la mejor es eso, llevamos demasiado tiempo dando la espalda a lo importante, distraídos con la politiquería, todo indica que serán muchos días negros, en que alguien se roba tu nombre, tu paz y tu tiempo, “Un tiburón con poder/ Y un gatillero sin riesgos/ Alguien dispuesto a morder/ Por no perder su empleo/ Todos tomando de un vino/Que no produjeron/ Y sin pisar jamás/La línea de fuego”, el horror, la distracción y el olvido.
@aldan
 
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