Aplicando la Gracia
Pero Dios demuestra su amor para con nosotros,
en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.
(Rom 5:8)
Por Stephen W. Hiemstra
En las parábolas examinadas, comenzamos a ver la naturaleza de la gracia de Dios.
Mientras la gracia de Dios es una bendición inmerecido, la parábola de Jesus del Tesoro Escondido sugiere que nuestra respuesta a gracia es importante (Mate 13:44). Al igual que un don espiritual, una bendición llena de gracia es de poca utilidad si la escondemos y no la utilizamos. Es como si nos hubieran dado el informe bursátil de mañana, pero no compráramos acciones para aprovechar esa información.
Responder a la gracia de Dios es importante para comprender la Parabola de la Oveja Perdida. Es más probable que encuentren a las ovejas perdidas si escuchan la voz del pastor. Jesús dijo: ¨Yo soy el buen pastor, y conozco Mis ovejas y ellas Me conocen.” (Juan 10:14) Como en la curación de los Diez Leprosos, es importante seguir las instrucciones del pastor: ¨Vayan y muéstrense a los sacerdotes.¨ (Lucas 17:14)
En la parábola del médico y los enfermos, encontramos a Jesús tratando bondadosamente el pecado como una enfermedad (Lucas 5:31–32). Esta reimaginación del pecado elimina la culpa, la vergüenza y la maldición del pecado para sanar nuestros corazones y nuestras relaciones. Esto hace posible la reforma y el cambio.
La Parábola de Lázaro y el Hombre Rico en Lucas 16 muestra la gracia en diferentes contextos, tanto en la vida como en el más allá. La culpa del hombre rico es que no dio gracias a Dios por sus bendiciones en esta vida y no se preparó para la otra vida.
En la Parábola de los Dos Hijos, vemos a Dios usando la gracia para permitir que el hijo pródigo encuentre el error de sus caminos y llegue a amar a su padre. (Lucas 15:11–32)
Esta parábola habla de nuestra propia reunión con Dios hecha posible por la muerte de Jesús en la cruz.
En cada una de estas parábolas, vemos a Dios usando la gracia estratégicamente para animarnos, guiarnos y hacernos crecer en el contexto de la relación. Ésta no es la gracia barata que Bonhoeffer (1995, 44–45) criticó. Más bien, la imagen que las parábolas y las historias de sanación pintan sobre la gracia es la de un Dios activista (inmanente) que interviene en nuestras vidas. El Dios de Jesús no es desapegado ni distante (trascendente), como un titiritero o un hombre detrás de la cortina. Él es el padre cariñoso que asiste a todas nuestras actuaciones y juegos, observándonos en silencio y animándonos a alcanzar nuestro potencial.
Gracia Magnificada
Los dos ejemplos más significativos de la gracia de Dios son nuestra creación y salvación en Jesucristo que tuvo lugar mucho antes de nuestro nacimiento y que no se puede decir que seamos merecedores.
Si bien la creación a menudo se ve como un evento histórico en el pasado distante, también es un evento personal en nuestras propias vidas. Somos creados varón y hembra a la propia imagen de Dios, una imagen que ahora se muestra en la vida y el ministerio de Jesucristo. Los dones espirituales son únicamente personales y dan forma a nuestro destino. No somos eclosionado en una incubadora por una deidad distante o inexistente, sujeta a influencias y fuerzas aleatorias. Nuestra creación es uno de los actos más gracioso de Dios.
Nuestra salvación mediante la muerte de Jesús en la cruz es otro acto inmerecido de la gracia de Dios. El apóstol Pablo lo dice mejor:
¨Porque mientras aún éramos débiles, a su tiempo Cristo murió por los impíos. Porque difícilmente habrá alguien que muera por un justo, aunque tal vez alguno se atreva a morir por el bueno. Pero Dios demuestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.¨ (Rom 5:6–8)
La gracia sacrificial de Dios tiene lugar en el contexto de la relación, porque Dios no nos deja solos, sino que como ovejas necesitamos reconocer y seguir al pastor.
La gracia de Dios es como la lluvia que es fácil dar por sentada, pero absolutamente crucial para la vida—especialmente si eres agricultor—y que se echa desesperadamente de menos cuando falta.
Aplicando la Gracia
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Prefacio de La Guía Cristiana a la Espiritualidad
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