Pecado como Enfermedad
Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los que están enfermos.
No he venido a llamar a justos, sino a pecadores al arrepentimiento.
(Lucas 5:31–32)
Por Stephen W. Hiemstra
La parábola de Jesús sobre el Médico y los Enfermos se encuentra en tres evangelios (Marco 2:17, Mateo 9:12–13, Lucas 5:31–32). En cada caso, la parábola va acompañada de una declaración sobre su misión: “No he venido a llamar a justos, sino a pecadores al arrepentimiento.” Este emparejamiento convierte la parábola en un doblete, una forma de poesía hebrea, donde la primera frase es reformúlada por la segunda. En otras palabras, los sanos son justos mientras que los enfermos son pecadores. El papel de Jesús en esta parábola es el de médico.
Otro ejemplo de este binomio de curación y perdón de pecados lo presenciamos en la curación del paralítico, que también se encuentra en tres evangelios (Marcos 2:9, Mateo 9:5, Lucas 5:23) y en cada caso se encuentra cerca de la Parábola del Médico y del Enfermo. La frase clave en cada cuenta es: ¨¿Qué es más fácil, decir al paralítico: Tus pecados te son perdonados, o decirle: Levántate, toma tu camilla y anda.¨ (Marco 2:9) El argumento es de lo mayor (curación física) a lo menor (perdón de pecados). La pregunta es retórica porque Jesús ya sabe lo que hará.
La gracia extendida al paralítico cumple un importante punto didáctico: Jesús tiene el poder de perdonar los pecados, como se sugiere en la parábola del médico y los enfermos (Lucas 5,32). Esta es una pretensión de divinidad, como se señala en el Evangelio de Marcos: ¨¿Quién puede perdonar pecados, sino sólo Dios?¨ (Marco 2:7) Este es un ejemplo de un milagro que funciona como señal de la presencia de Dios porque sólo un Dios gracioso y amoroso anularía las reglas del universo para sanar a alguien. La única petición que se le hizo al paralítico fue: ¨Levántate, toma tu camilla y vete a tu casa.¨ (Lucas 5:24)
Pecado como una Enfermedad
Es interesante que Jesús trate el pecado como una enfermedad, de manera muy similar al paralelo moderno de tratar las adicciones como una enfermedad. Si el pecado es una enfermedad, entonces se abandona la vergüenza y se le permite al pecador aceptar el perdón. La vergüenza suele ser una barrera para la curación y el perdón, ya que los responsables están excluidos de las relaciones normales con la familia y la comunidad.
Georges (2017, 10-11) ve tres culturas espirituales que aparecen como respuestas al pecado: culpa, vergüenza y miedo:
1. Culturas de culpa y inocencia que se centran en la respuesta de un individuo ante la infracción de la ley y la búsqueda de justicia.
2. Culturas de vergüenza y honor que se centran en cumplir las expectativas del grupo y restaurar el honor cuando se violan las normas.
3. Culturas de miedo y poder que se centran en el miedo al mal y buscan poder sobre el mundo espiritual a través de magia, hechizos, maldiciones y rituales.
Tratar el pecado como una enfermedad en una cultura de culpa y inocencia lo exime de una violación legal. En una cultura de vergüenza y honor lo exime de vergüenza. En una cultura de miedo y poder lo exime de una maldición. En cada caso, tratar el pecado como una enfermedad permite que se produzca una curación que de otro modo no sería posible, ya que quienes están en el poder pierden su derecho sobre el pecador.
El impacto de tratar el pecado como una enfermedad es particularmente importante al tratar con los pecados que nos acosan. Son pecados con características de adicción que nos atrapan y esclavizan durante largos períodos de tiempo. Aquí encontramos cosas como pecados sexuales, pecados relacionados con el dinero y el poder sobre los demás, y actitudes que excluyen el perdón.
Ver a Jesús como un dispensador de gracia, sanación y perdón lo coloca en un vórtice cultural-espiritual, donde la estructura de poder de la cultura se ve amenazada. Cuando Jesús ofrece gracia, sana y perdona, los normalmente responsables de tales actividades se ven privados de su estatus habitual y se puede esperar que respondan con ataques violentos. No es de extrañar que la vida de Jesús estuviera en peligro cuanto más reales se volvían sus milagros de curación (por ejemplo, Marcos 3:1–6).
Pecado como Enfermedad
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Prefacio de La Guía Cristiana a la Espiritualidad
Prefacio de la Vida en Tensión
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