Tres tipos de pan. Domingo 19. Ciclo B.


Elías alimentado por un ángel

La primera lectura y el evangelio nos hablan de tresclases de pan: el que alimenta por un día (maná), el que da fuerzas paracuarenta días (Elías) y el que da la vida eterna (Jesús). 

El domingo pasado, Jesús ofrecía un pan infinitamentesuperior al del milagro de la multiplicación. Ese pan es él, que ha bajado delcielo. El evangelio de este domingo comienza contando lareacción de los judíos ante esta afirmación. ¿Cómo puede haber bajadodel cielo uno al que conocen desde niño, que conocen a su padre y a su madre?

Jesús no responde directamente a esta pregunta. Ataca elproblema de fondo. Si los judíos no aceptan que ha bajado del cielo es porqueno creen en él. Y si no creen en él, es porque el Padre no los ha llevado hastaél. Esta afirmación tan radical sugiere que todo depende de Dios: solo los queél acerca a Jesús creen en Jesús. Por eso, inmediatamente después se añade:«Dios instruye a todos… pero no todos quieren aprender». Solo el que acepta suenseñanza viene a Jesús, lo acepta, y cree que ha bajado del cielo. Ningúnjudío puede echarle a Dios la culpa de no creer en Jesús.

La idea de que Dios instruye a todos cabe interpretarlacomo si fuese un profesor sentado delante de sus alumnos, al que pueden ver.No. A Dios no lo ha visto nadie. Solo el que procede de él: Jesús.

Tras este paréntesis sobre la fe, la acción del Padre yla visión de Dios, Jesús vuelve al tema del pan que baja del cielo, el que dala vida, a diferencia del maná, que no la da. Pero termina añadiendo unaafirmación más escandalosa aún: «El pan que yo daré es mi carne por la vida delmundo». La reacción de los judíos no se hace esperar: «¿Cómo puede éste darnosa comer su carne?». La solución, el próximo domingo.

En aquel tiempo los judíos criticaban aJesús porque había dicho: «Yo soy el pan que ha bajado del cielo», y decían:«¿No es este Jesús, el hijo de José? Nosotros conocemos a su padre y a sumadre. ¿Cómo dice ahora que ha bajado del cielo?».

Jesús les dijo: «Dejad de criticar. Nadiepuede venir a mí si el Padre que me envió no lo trae, y yo lo resucitaré en elúltimo día. Está escrito en los profetas: Todos serán enseñados por Dios. Todoel que escucha al Padre y acepta su enseñanza viene a mí. Esto no quiere decirque alguien haya visto al Padre. Sólo ha visto al Padre el que procede de Dios.Os aseguro que el que cree tiene vida eterna. Yo soy el pan de la vida.Vuestros padres comieron el maná en el desierto y murieron. Éste es el pan quebaja del cielo; el que come de él no muere». «Yo soy el pan vivo bajado delcielo. El que coma de este pan vivirá eternamente; y ».

Los judíos discutían entre ellos: «¿Cómopuede éste darnos a comer su carne?».

Tres notasal evangelio

1. El auditorio cambia. Ya no se trata de los galileosque presenciaron el milagro, sino de los judíos. En el cuarto evangelio,los judíos representan generalmente a las autoridades que se oponen aJesús. Sin embargo, lo que dicen («conocemos a su padre y a su madre») noencaja en boca de un judío, sino de un nazareno. Esto demuestra que no estamosante un relato histórico, que recoge los hechos con absoluta fidelidad, sino deuna elaboración polémica.

2. El tema de la fe interrumpe lo relativo a Jesús comopan bajado del cielo, pero es fundamental. Solo quien cree en Jesús puedeaceptar eso. Lo curioso, en este caso, es cómo se llega a la fe: por acción delPadre, que nos lleva a Jesús. Normalmente pensamos lo contrario: es Jesús quiennos lleva al Padre. «Yo soy el camino… nadie puede ir al Padre sino por mí».Aquí se advierte, como en todo el evangelio de Juan, la acción recíproca delPadre y de Jesús.

3. Tras este inciso, Jesús vuelve a contraponer el maná ysu pan. En la primera parte (domingo 18), adoptó una actitud muy crítica anteel maná. Cuando los galileos, citando el Salmo 78,24, dicen que Dios «les dio acomer pan del cielo», Jesús responde que el maná no era «pan del cielo»; elverdadero pan del cielo es él. Ahora añade otro dato más polémico: los quecomían el maná morían; su pan da la vida eterna.

El pan deElías (1ª lectura: 1 Reyes 19,4-8).

            El sigloIX a.C. fue de profunda crisis religiosa. El rey de Israel, Ajab, se casó conuna princesa fenicia, Jezabel, muy devota del dios cananeo Baal. La gente yaera bastante devota de este dios, al que atribuían la lluvia y las buenascosechas. Pero el influjo de Jezabel y la permisividad de Ajab provocaron queYahvé dejase de tener valor para el pueblo. A esto se opuso el profeta Elías,denunciando a los reyes y matando a los profetas de Baal, lo que le habríacostado la vida si no llega a huir hacia el sur, al monte Horeb (el Sinaí). Elviaje es largo, demasiado largo, y Elías se desea la muerte. Un ángel le ofreceuna torta cocida sobre piedras; la come dos veces, y con la fuerza de aquelmanjar camina cuarenta días y cuarenta noches hasta el monte en el que tuvolugar la gran revelación de Dios a Moisés. Este relato se ha usado a menudo enrelación con la eucaristía, y por eso se ha elegido para este domingo.

En aquellos días, Elías llegó a Berseba deJudá y dejó allí a su criado. Él se internó en el desierto una jornada decamino y fue a sentarse bajo una retama, deseándose la muerte y diciendo: «¡Yabasta, oh Señor! Quítame la vida, pues no soy yo mejor que mis padres». Luegose acostó y se quedó dormido debajo de la retama. Un ángel le tocó y le dijo:«Levántate y come». Miró en derredor, y vio a su cabecera una torta cocidasobre piedras ardiendo y un vaso de agua. Comió, bebió y luego se volvió aacostar. El ángel del Señor volvió por segunda vez, le tocó y le dijo:«Levántate y come, pues te resta un camino demasiado largo para ti». Selevantó, comió y bebió, y con la fuerza de aquel manjar caminó cuarenta días ycuarenta noches hasta el monte de Dios, el Horeb.

Tres clasesde panes

            Laslecturas de hoy sugieren una reflexión.

            Antes dela reforma de Pío X, la comunión no era frecuente. Los cristianos más piadososcomulgaban una vez a la semana; normalmente, una vez al mes. La comunión erapara ellos como el pan de Elías, que da fuerzas para vivir cristianamentedurante un período más o menos largo de tiempo.

            Con lareforma de Pío X, a comienzos del siglo XX, se difunde la comunión diaria,aunque no se oiga misa. (Recuerdo de joven, en la iglesia de los franciscanosde Cádiz, la gran cantidad de gente que iba a comulgar en un altar lateralmientras en el altar mayor se decía una misa que muy pocos seguían). Es como elmaná, que da fuerzas para ese día, pero conviene repetirlo al siguiente.

            Elevangelio de Juan nos hace caer en la cuenta de que la eucaristía no solo dafuerzas para un día o un mes. Garantiza la vida eterna. Se comprende que Jesúsinterrumpa su discurso para hablar de la fe y de la acción del Padre.

La vidaeterna en la vida diaria (2ª lectura: Efesios 4,30-5,2)

            Secuenta en el libro del Éxodo que, en la noche de Pascua, los israelitas mojaroncon la sangre del cordero el dintel y las dos jambas de la puerta de la casapara que el ángel del Señor, al castigar a los egipcios, pasase de largo antelas casas de los israelitas. Esta costumbre se remonta a los pastores, que alcomienzo de la primavera sacrificaban un cordero y untaban con su sangre lospalos de la tienda para preservar al ganado de los malos espíritus y garantizaruna feliz trashumancia.

            El autorde la carta a los Efesios recoge la imagen y la aplica al Espíritu Santo, quenos ha marcado con su sello para distinguirnos el día final de la liberación. Yañade una serie de consejos para vivir esa unidad en la que ha insistido en laslecturas de los domingos anteriores. Sirven para un buen examen de conciencia ypara ver cómo podemos vivir, ya aquí en la tierra, la vida eterna del cielo.

Hermanos Noentristezcáis al Espíritu Santo de Dios, que os ha marcado con su sello paradistinguiros el día de la liberación. Desterrad de vosotros la amargura, laira, los enfados e insultos y toda maldad. Sed buenos, comprensivos, perdonándoosunos a otros como Dios os perdonó en Cristo. Sed imitadores de Dios, como hijosqueridos, y vivid en el amor, como Cristo os amó y se entregó por nosotros aDios como oblación y víctima de suave olor.

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Published on August 07, 2024 23:42
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José Luis Sicre
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