Una proposición indecente

Este relato no permite muchos detalles, así que a su protagonista lo llamaremos Whisper, a secas. Whisper fue niño de la calle, pandillero, ganó respeto en la 18 y, ya talludito, decidió coquetear con el narco. Ahora mueve lo suficiente como para llevar una vida holgada, con caprichos. Está ya cerca de los 40, pero se mantiene en forma, y eso y su manera informal de vestir aún le dan un aire juvenil. Ninguna de mis mujeres tiene más de 25 años, dice orgulloso.
Trató de impresionarme desde la primera vez que lo conocí. Y lo consiguió. Pasadas las 2 de la madrugada y con unas cervezas de más, quiso demostrarme que él se las puede, que mueve y maneja, que la autoridad come de su mano. Sin apenas tráfico, Whisper paró su carro en mitad de la calle, lo llevó contrasentido un par de cuadras y lo puso enfrente de tres patrullas de la Policía Nacional Civil –la de Guatemala– que estaban estacionadas junto a una tienducha que vendía comida y café toda la noche. Bajamos del auto, los policías lo miraron, pero ahí quedó todo.
Eso fue hace ocho meses. Hoy irá más allá. Hace apenas unos minutos Whisper y su amigo me han presentado un revólver que es paisano mío. Tiene una inscripción que anuncia su lugar de construcción: Guernica. “Pues de estas no hay muchas aquí”, dice el amigo, casi como si fuera una excusa para celebrar algo. Sin embargo, conocer al revólver paisano se convierte en el preámbulo de la despedida. Hay agradecimientos, hastamañanas. Whisper se ofrece para llevarme. Subimos a su vehículo, telefonea a una de sus amantes y después comienza a hacerme un repaso de sus carros hasta llegar a una camioneta blindada que compró hace poco.
—¿Y para qué necesitás una camioneta blindada?
—Hay cosas que son peligrosas… Por cierto, ¿querés tomar fotos el sábado? Voy a ir a darle a alguien.
Creo conocerlo lo suficiente como para saber que habla en serio.
—Si tomo fotos me convierto en cómplice.
—No, porque vos dirás que pasabas por ahí. Ya sabes, hay cosas que… tenés que mantener un nivel porque tenés que estar vivo. Y en este rollo sos vos o son ellos. ¿Y qué preferís vos, que lloren en tu casa o que lloren en la de ellos? Por la Policía no te preocupés. Ya está arreglado y se van a alejar, ya está la orden. Daré unas vueltas primero, me van a ver a mí y, cuando miren que soy yo, se van a esconder.
—¿Y si te están esperando?
—No, no, no. Sólo nosotros disparamos. Tranquilo, que no nos tiran a nosotros. Y vos lo verás todo desde la camioneta, en una esquina, con la cámara.
A Whisper le seduce el protagonismo. Siempre ha querido que alguien escriba un libro sobre su vida. Y este asesinato que no dudo que ejecutará serían apenas unos pocos párrafos.
Esta es una versión actualizada de una entrada publicada en mi blog el 19 de abril de 2010
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