Preparación a la Navidad en tres actos. Domingo 3º de Adviento. Ciclo B.
Yo soy la voz que clama en el desierto.
La liturgia del tercer domingo de Adviento,teniendo en cuenta la cercanía de la Navidad, pretende ser una clara invitacióna la alegría. El protagonista de la primera lectura afirma: «Desbordo de gozo con el Señor, y me alegro con mi Dios»; san Pablo pide a los tesalonicenses: «Estad siempre alegres». Juan Bautista es demasiado serio para hablarde alegría, pero da testimonio de la luz que inundará el mundo, y eso tambiénes motivo de gozo. Aparte de este dato común, la mejor forma de entender laslecturas es imaginarnos espectadores de una obra de teatro en tres actos.
Actoprimero
Cuando sedescorre el telón se ve un personaje de pie en el centro del escenario, rodeadode una multitud sentada en el suelo, pobremente vestida. Son antiguos desterradosen Babilonia, actuales oprimidos por el imperio persa. La escena está enpenumbra, transmitiendo al espectador una sensación de profunda tristeza; sóloun foco ilumina el rostro del protagonista. Mira en silencio, durante largorato, a la multitud que le rodea. Finalmente, abre la boca y dice algoinaudito: «El Espíritu del Señor está sobre mí». Suena a blasfemia. El Espíritu del Señor hace siglos que no se posa sobrenadie. Eso dicen algunos sabios: que el Espíritu se retiró después de ladestrucción del templo de Jerusalén. Pero el personaje parece muy seguro de loque dice. Y les habla de la misión que llevará a cabo movido por el Espíritu: «daros una buena noticia a vosotros que sufrís, vendar los corazonesdesgarrados, proclamar la amnistía a los cautivos, y a los prisioneros lalibertad, proclamar el año de gracia del Señor».
Poco a poco, la luz que solo iluminaba elrostro aumenta de intensidad y permite ver que el protagonista, a diferencia delos demás, está vestido de gala, envuelto en un manto regio y espléndido, querefuerzan la alegría de su rostro. Pero no habla como un rey a su corte. Sedirige a campesinos, con el lenguaje que pueden entender: «Como el suelo echa sus brotes, como un jardín hace brotar sus semillas, asíel Señor hará brotar la justicia y los cantos de alegría ante todos los pueblos».
ElEspíritu del Señor está sobre mí, porque el Señor me ha ungido. Me ha enviadopara dar la buena noticia a los que sufren, para vendar los corazonesdesgarrados, para proclamar la amnistía a los cautivos, y a los prisioneros lalibertad, para proclamar el año de gracia del Señor. Desbordo de gozo con elSeñor, y me alegro con mi Dios: porque me ha vestido un traje de gala y me haenvuelto en un manto de triunfo, como novio que se pone la corona, o novia quese adorna con sus joyas. Como el suelo echa sus brotes, como un jardín hacebrotar sus semillas, así el Señor hará brotar la justicia y los himnos antetodos los pueblos.
Actosegundo
En el centrodel escenario, un muchacho de unos veinte años sentado a una mesa yescribiendo. Pablo camina por la habitación mientras dicta.
̶ Guardaos de toda forma de maldad.
̶ No sigas. (Lointerrumpe el muchacho cuando acaba de escribir la frase). Ya van sieteconsejos.
Pablo lo miraextrañado.
̶ ¿Los has idocontando?
̶ Claro. Losseis anteriores han sido: «Estad siempre alegres. Sed constantes en orar.Dad gracias en toda ocasión. No apaguéis el espíritu. No despreciéis el don deprofecía. Examinadlo todo, quedándoos con lo bueno». Ahora basta con que los encomiendes a Dios y les asegures su protección.
̶ ¿Cuál de esosconsejos te viene mejor?
El muchacho sequeda releyéndolos y pensando mientras cae el telón.
Estadsiempre alegres. Sed constantes en orar. Dad gracias en toda ocasión: ésta esla voluntad de Dios en Cristo Jesús respecto de vosotros. No apaguéis elespíritu, no despreciéis el don de profecía; sino examinadlo todo, quedándooscon lo bueno. Guardaos de toda forma de maldad. Que el mismo Dios de la paz osconsagre totalmente, y que todo vuestro espíritu, alma y cuerpo, sea custodiadosin reproche hasta la venida de nuestro Señor Jesucristo. El que os ha llamadoes fiel y cumplirá sus promesas.
Acto tercero
Escena a orilladel río Jordán. En el centro Juan Bautista, rodeado de un grupo de sacerdotes ylevitas. Las noticias que han llegado a Jerusalén son alarmantes. Cada vez másgente acude al río, y las autoridades temen que se produzca una revuelta.¿Quién es ese Juan? ¿Es el Mesías, el rey que los liberará del poder romano?¿Es cierto, como dicen unos, que es el profeta Elías, que ha vuelto a latierra? ¿O es el profeta del que habló Moisés, el que otros esperan antes delfin del mundo? ¿Qué dice él de sí mismo?
Lo asedian apreguntas, pero no consiguen arrancarle más que negativas, cada vez másescuetas: «No soy el Mesías». «No lo soy». «No». Al final, cansado de tanto interrogatorio,les da una clave que ellos probablemente no comprenden. «Yo solo soy una voz que grita en el desierto. Al que deberíais buscar es auno que no conocéis, que viene detrás de mí, mucho más importante que yo».
Los sacerdotesy levitas dan a Juan por imposible y se retiran.
Juan mira a susdiscípulos y les comenta: «Han venido desde Jerusalén queriendo saberquién soy yo, y no les interesa saber quién es el que viene detrás de mí».
Surgió unhombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: éste venía como testigo, para dartestimonio de la luz, para que por él todos vinieran a la fe. No era él la luz,sino testigo de la luz. Y éste fue el testimonio de Juan, cuando los judíosenviaron desde Jerusalén sacerdotes y levitas a Juan, a que le preguntaran:«¿Tú quién eres?»
Élconfesó sin reservas: «Yo no soy el Mesías.»
Lepreguntaron: «¿Entonces, qué? ¿Eres tú Elías?»
El dijo:«No lo soy.»
«¿Eres túel Profeta?»
Respondió:«No.»
Y ledijeron: «¿Quién eres? Para que podamos dar una respuesta a los que nos hanenviado, ¿qué dices de ti mismo?»
Élcontestó: «Yo soy la voz que grita en el desierto: "Allanad el camino delSeñor", como dijo el profeta Isaías.»
Entre losenviados había fariseos y le preguntaron: «Entonces, ¿por qué bautizas, si túno eres el Mesías, ni Elías, ni el Profeta?»
Juan lesrespondió: «Yo bautizo con agua; en medio de vosotros hay uno que no conocéis,el que viene detrás de mí, y al que no soy digno de desatar la correa de lasandalia.»
Estopasaba en Betania, en la otra orilla del Jordán, donde estaba Juan bautizando.
Críticadel periódico
Comopreparación a la Navidad se representó ayer una extraña obra en tres actos queprovocó bastante desconcierto entre el público presente. En opinión de estecomentarista, la clave se encuentra en el contraste entre los actos primero ytercero: el primero habla de un personaje seguro de sí mismo y de su misión; eltercero, de Juan, que se empequeñece a sí mismo para poner de relieve lagrandeza del que lo sigue. Y el que lo sigue es precisamente el que lo haprecedido, el protagonista del primer acto. Alguien con un mensaje de esperanzay alegría para los que sufren. Quien no esté de acuerdo con estas sutilezasdeberá contentarse con poner en práctica los buenos consejos de Pablo.
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