Las campañas de Trajano contra los dacios
Bienvenidos a una nueva entrada de mi blog. Esta semana os quiero hablar brevemente de las campañas de Trajano contra los dacios. Y lo quiero hacer aprovechando que hace muy poquito que he publicado mi última novela, Deuda de sangre, que precisamente esta ambientada en ese período de la historia de Roma.
AntecedentesSi os gustan las novelas históricas de acción, guerra y aventura, no os podéis perder esta, que se ambienta a caballo entre la primera y la segunda guerra dacia
Entrando en materia si os parece, quiero comenzar hablando brevemente sobre la situación vivida previamente a que nuestro querido Optimus Princeps decidiera ponerse en marcha contra la nación dacia. Y si lo hizo, en gran medida fue porque las cosas no les habían ido muy bien a sus predecesores. Para saber el motivo exacto nos remontaremos al invierno del año 85 dC, en el que el rey dacio Duras se vino un poco arriba y lanz´a su ejército contra la provincia romana de Mesia. Los romanos, que no esperaban aquella incursión sufrieron una derrota aplastante, en la que el propio gobernador provincial, Cayo Opio Sabino, pereció.
El sustituto de este, un tal Cayo Nigrino, no lo hizo mucho mejor, y la legión que envió a frenar a los invasores fue también aniquilada. Aquello, sin duda hizo que el emperador, por aquel entonces estaba Domiciano en el trono, tuviera que plantearse algún movimiento un poco más serio. Pero tampoco es que tomara la mejor decisión, ya que envió a su prefecto del pretorio, un tal Cornelio Fusco, que también fue derrotado por los dacios en el año 87, en la llanura de Tapae. La legio V Alaudae fue casi aniquilada por completo, y la VII Claudia, se salvó por los pelos. Aquella fue la victoria que elevó al rey Decébalo hasta lo alto y le erigió en uno de los grandes enemigos de Roma.
De nuevo en TapaeE el año 88, el emperador Domiciano decidió que habá que dar un escarmiento a los dacios. Mandó al general Tertio Juliano que comandara una nueva expedición punitiva para vengar la afrenta anterior. De nuevo los enormes ejécitos se encontraron en la llanura de Tapae, y tras un encarnizado enfrentamiento, pareció que el resultado fue el de tablas. Unas tablas extrañas, ya que Roma acabó pagando un tributo de ocho millones de sestercios. Además de eso, cedió personal con conocimientos técnicos a los dacios para enseñarles los secretos de la construcción romana. Vaya, todo un despropósito.
No había duda de que aquello fue un trato que supuso una vergüenza y una humillación para Roma. Muchos de los senadores criticaron la decisión del emperador, aunque evidentemente no se lo dirían a la cara, ya que ello supondría una muerte segura. La cuestión fue que Domiciano planeó una nueva campaña que debía llevarse a cabo el año 89 dC, aunque al final, un ligero contratiempo, del que os hablaré en otra ocasión, se lo impidió.
Y llegó TrajanoCuando el emperador Trajano ascendió a la púrpura, en el año 98 dC, la política tributaria hacia los dacios, cesó. Ordenó que se dejaran de pagar esos impuestos. Lo que el emperador pretendía era que fueran los dacios los que reaccionaran atacando territorio romano, dándole el casus belli que requería para iniciar la guerra contra ellos.
Se sabe que incluso el rey Decébalo llegó a enviar una embajada a Roma exigiendo que se retomaran los pagos de tributos. Eso obviamente no ocurrió, y Trajano amenazó al rey dacio diciéndole que no volviera a cruzar jamás el Danubio o se enfrentarían a la ira romana. Con eso ya tuvo suficiente y el Senado le concedió en el año 101 la potestad para iniciar su tan ansiada guerra. Reunió un inmenso ejército y se dispuso a darles a los dacios su merecido de una vez por todas. Según las fuentes del momento, llegó a reunir una fuerza de cerca de ciento cincuenta mil hombres, entre legionarios y tropas auxiliares.
Dividió el poderoso ejército en dos cuerpos a la vez que mandanba construir dos puentes con pontones para cruzar el Dabubio. A diferencia de otras ocasiones, Decébalo, consciente de la superioridad de las legiones en campo abierto, no plantó cara, sino que se fue replegando y usando la estrategia de tierra quemada para dejar desabastecido al invasor.
Desenlace de la campañaPero los dacios al ver que las dos columnas romanas se unieros y avanzaron en dirección a la capital, Sarmizegetusa, optaron por plantar batalla de nuevo en la llanura de Tapae. Pese a que los dacios trataron de emboscar a las fuerzas romanas, Trajano no era un aficionado. Preveyendo aquella acción, dividió sus fuerzas y sorprendió a los que debían emboscar a sus hombres. Pero Decébalo y sus hombres combatieron con dureza, ya que estaban defendiendo su tierra. Pese a eso, las legiones se acabaron imponiendo, y los dacios se tuvieron que retirar.
Una vez ocnseguida la victoria, Trajano optó por no avanzar hacia la capital ya que se acercaba el invierno. Ordenó el acuartelamiento y se detuvo la campaña. Pero en el año 102 dC, las operaciones se reemprendieron y tras varias batallas menores, los ejércitos se vieron las caras en una nueva batalla, en Adamclisi. Allí los romanos derrotaron con conundencia a los dacios y sus aliados sármatas roxolanos.
Llegaron después dos embajadas dacias pidiendo la paz, pero ante la contundencia de Trajano, que pedía la rendición absoluta del ejército dacio, el rey se negó y optó por continuar la guerra. Pero ya estaba todo decidido y los romanos acabaron aplastando la poca resistencia presentada. Trajano se declaraba vencedor de los dacios e imponía sus condiciones a los vencidos, entre las que destacaba la de dejar una guarnición en su capital, Sarmizegetusa.
De la primera a la segunda campañaTras la victoria, el emperador se dirigió a Roma para celebrar su correspondiente y merecido triunfo. Además se le otorgó el título de Dacicus. Pero Decébalo, lejos de conformarse con la paz y pasar a ser tributario de Roma, comenzó a tramar sus alianzas para levantarse de nuevo contra los invasores. Estaba claro que el espíritu de los dacios era libre, y no estaban dispuestos a convertirse en vasallos de los romanos.
Así que casi sin darnos cuenta, entramos en la segunda campaña a la que tuvo que hacer frente el gran Trajano. Los dacios se rearmaron relativamente rápido y sin esperar, atacaron a los sármatas yácigos, que eran aliados de Roma. Pero eso no era más que el principio, sino que a principios del año 105 dC, Decébalo cometió un acto atroz. Asesinó a toda la guarnición que estaba acantonada en Sarmizegetusa y secuestro a Longino, el oficial al mando, que a la postre era amigo personal de Trajano.
Durante lo que quedaba del año 105, y parte del 106, el emperador estuvo negociando con Decébalo, y todo para salvarle la vida a su amigo Longino. Pero este, en un acto de honor, al más puro estilo romano, se suicidó, para no ser un obstáculo para su emperador. Aquello cambió la mentalidad de Trajano, que ya no tenía nada que le detuviera. Su objetivo pasó a ser acabar con Decébalo.
Inicio de las operacionesA principios del año 106 dC, el emperador ordenó el inicio de las operaciones. El ejército, inmenso de nuevo, se dividió en tres columnas y atravesó el Danubio, usando la primer de ellas un enorme puente de piedra que había diseñado el arquitecto Apolodoro de Damasco. Las otras columnas avanzaron por otros puntos y fueron arrasando y conquistando fortalezas a su paso. Los antiguos aliados de Decébalo comenzaron a abandonarle a su suerte, sobre todo al ser conscientes del poderío romano. Quizás veían su causa perdida ya de antemano y optaron por no arriesgarse a sufrir la ira de Trajano.
A mediados de verano de ese año, el ejército romano al completo confluyó en la capital del reino y se inició el asedio de Sarmizegetusa. En cuestión de pocos días la ciudad fue tomada e incendiada, sin piedad alguna. Pero Décebalo ya se había marchado. Lo hizo durante el asedio y los romanos no pudieron entregarle a su emperador el tesoro que más deseaba. Trajano envió destacamentos de jinetes por todo el reino dacio, y una unidad dio con él, estaba escondido en un bosque. Para desgracia de los romanos, el rey dacio, al verse acorralado, se quitó la vida. Prefirió eso a ser capturado, a sabiendas de que el calvario que le esperaba si era capturado sería terrible.
Final de la guerraPero los dacios, pese a haberse queddo sin su rey, continuaron con la guerra. Era su única opción, ya que los romanos no iban a darles cancha. Las legiones prosiguieron con su avance y arrasaron toda la provincia sin miramientos. Las fuentes nos hablan de que al finalizar la contienda, cerca de quinientos mil hombres fueron vendidos como esclavos, con su consecuente beneficio para cubrir el gasto de las campañas.
La administración imperial romana, eficaz como era, reorganizó la Dacia como una nueva provincia que se añadía a las ya existentes, y se edificó una nueva capital a unos 40 kilómetros de distancia de la vieja y destruida Sarmizegetusa. Se destacaron dos legiones de manera permanente para vigilar al pueblo dacio, a los que quedaban, pero también las fronteras, ya que era un punto de acceso relevante para las tribus germánicas y de las estepas.
Una apasionante novela que gira en torno a tres personajes: el centurión romano Marcio Agricola, el guerrero dacio Bolumaro, y el emperador Trajano. No te quedes sin tu ejemplar, consíguelo aquí mismo:
Deuda de sangreEspero que este breve relato os haya servido para conocer un poco el proceso de conquista de la Dacia, y si queréis conocer un buen relato de aventuras, guerra y acción ambientado en ese momento histórico, ya sabéis que podéis leer mi última novela.
Un saludo y nos leemos en siguientes entradas.
Sergio Alejo GómezAutor de las sagas literarias de Las Crónicas de Tito Valerio Nerva y Renovatio Imperii y la colección ¿Sabías que?La entrada Las campañas de Trajano contra los dacios se publicó primero en Sergio Alejo Gomez.


