Cuarto Poder


 

Durante mucho tiempo se ha pensado en la prensa como el cuarto poder, como si los medios de comunicación estuvieran a la altura de los tres poderes clásicos (ejecutivo, legislativo y judicial), esta forma de ver al periodismo está rodeada de historias en las que la influencia que se ejerce sobre la opinión pública es tal que es capaz de derrocar gobiernos o destruir individuos. Novelas, películas y series se han encargado de mantener y engrandecer esa imagen, imperios mediáticos y corporaciones detrás de cuanta teoría de la conspiración se pueda uno imaginar.

El periodismo no es un cuarto poder, sin embargo, los dueños de esos imperios, a los ciudadanos Kane que dirigen conglomerados de medios les funciona la figura y así han interactuado con los gobiernos, con la clase política, y en una alianza cómplice se tratan con el debido cuidado para que uno no interfiera en los propósitos de los otros. ¿Qué hace tan poderoso a los medios?, no la personalidad de quienes lo dirigen sino su capacidad de negociar con la posibilidad de jugar a favor o en contra de distintos intereses, manejando las piezas de sus maquinarias informativas de acuerdo a un plan, manipulando a sus periodistas.

En un artículo que Pierre Bordieu escribió acerca de Karl Krauss, el sociólogo francés describe el poder de construcción y deconstrucción que tienen los periodistas y advierte que “pueden ir más lejos, con toda impunidad, a propósito de personas o de sus obras. Sin exagerar, se podría decir que tienen el monopolio de la difamación legítima”; esa es la maquinaria que durante mucho tiempo ofrecieron los dueños de los medios, la capacidad de destruir a través de sus páginas o emisiones, dirigiendo los esfuerzos de sus reporteros o columnistas.

Al finalizar el siglo XX se planteó la idea de que existe un quinto poder: internet, así nomás, era la época de los blogs, la transición entre las versiones impresas, radiofónicas o televisivas a digital, al ser desplazados los medios por la posibilidad de organización social en la red, se creía que la sociedad podría ejercer una influencia similar a la de los otros poderes; pero no ha sucedido así, son excepcionales los ejemplos en que a través de internet los ciudadanos se han organizado para ejercer con la misma fuerza acciones que las de un gobierno, además, los avances tecnológicos han modificado nuestra idea de internet y hoy tendríamos que estar hablando de las redes sociales.

¿Podría Mark Zuckerberg ser considerado un Charles Foster Kane? No, al dueño de Meta (antes Facebook) no le interesa el ejercicio del poder clásico, es un comerciante que vende la información que genera la masa que se une a sus productos, la intimidad, gustos, deseos y sueños que regalamos con tal de estar “conectados”, nuestros datos sirven para otro propósito, su comercio tiene un objetivo distinto al de gobernar, es sólo un negocio lucrativo.

Lo que sí ganaron las redes a los medios de comunicación, a los periodistas, fue “el monopolio de la difamación legítima”, un poder incontrolable por nuestra misma incapacidad de organizarnos a través de internet, porque hasta hoy, a pesar de los algoritmos, nadie puede asegurar que colocar durante unas horas un tema como tendencia en Twitter o Facebook logrará movilizar a la masa, de hecho, tiene el efecto contrario, mientras más se mueve una tendencia es mayor la cantidad de personas que mantienen su atención en la aplicación antes que en la movilización, porque ahora basta emitir una opinión, así que ya no se tiene que salir a la calle o reunirse para promover una “idea” o empujar un argumento.

La facilidad de difamar desde el anonimato no sólo ha desplazado a los medios de comunicación como el supuesto cuarto poder, se ha transformado en un parásito de la mercadotecnia política, ahora lo que se vende es influencia, presencia que no requiere de sustento alguno en la realidad, le basta la apariencia.

Si hay un cuarto poder está en manos de la masa aburrida e incapaz de socializar porque sólo busca aceptación, sin importar a quien arrastre en esa búsqueda ególatra.

Coda. A propósito del papel que ahora juegan los medios, un apunte de Karl Krauss: “El medio se ha convertido en fin, el chico de los recados se ha convertido en protagonista; resulta ahora que la prensa se ha convertido en el acontecimiento, sobre el acontecimiento en sí”.


@aldan

Bajo presión, mi columna en LJA.MX

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Published on November 05, 2021 01:50
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