DIALOGANDO CON LAS NUBES X

¿Y si me decidiera a aclarar de una vez que mi amigo es en realidad una amiga y yo soy en realidad una autora que intenta huir del tópico de que las mujeres solo escriben para mujeres?
Sí, soy una autora que se sienta a escribir pensando en si escribo, o no, como una mujer. No debo de ser muy libre, según la opinión de Virginia Woolf, suscrita por Doris Lessing, para más inri…
Pero no puedo evitarlo. Y me planteo que es poco creíble que exista el mismo tono confidencial entre amigos que entre amigas para hablar de amor o de sexo.
Yo pretendo escribir para todo el mundo aunque sea desde el feminismo, para reivindicar la precariedad en la que seguimos viviendo la práctica totalidad de las mujeres. No todas. Algunas están instaladas en unos privilegios de clase en los que su precaria condición de mujer queda en un segundo plano y no son capaces de reconocerlo. Pero la gran mayoría seguimos sufriendo de demasiadas desventajas con respecto a los hombres en la sociedad patriarcal en la que vivimos. Por eso continúa siendo necesario el feminismo. Un feminismo entendido como una denuncia de la opresión a la que uno se ve sometido por el hecho de ser mujer y no como una reivindicación de la idea ridícula de la supuesta superioridad de ser mujer…

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Antes he afirmado que si eres mujer y poeta estás doblemente marginada… Hablaba de los poetas presentes en el recital. Ellos claramente alternan su actividad poética con la docencia mientras que ellas no han mostrado tan claramente de donde provienen sus ingresos reales ¿casualidad?
Cierto que muchas mujeres también se dedican a la docencia pero, acceder a cualquier actividad económica, a un salario, sigue siendo más complicado para una mujer que para un hombre. Y si en lugar de ser asalariadas son autónomas, o ni eso, trabajan en negro o como pueden y a ello le sumas las múltiples tareas que se supone que las mujeres desempeñan prioritariamente, solo por el hecho de ser mujeres, la cosa se complica aún más.
Tareas como cargar con el mayor peso de la organización de un núcleo familiar en el que se han de gestionar una multiplicidad de asuntos como la programación y realización de las compras, las comidas, la contabilidad, la limpieza, el cuidado de los hijos, de los mayores o de los animales, si se tienen…
Es posible que algunas de esas tareas sean compartidas pero, en la mayor parte de los casos, el peso más importante lo cargan siempre las mujeres y después a penas queda tiempo o energías para dedicarlas a la escritura, actividad siempre poco o nada lucrativa. Y no importan entonces todos los títulos universitarios que una haya logrado almacenar. En el mercado del trabajo asalariado a penas si hay sitio para las mujeres intelectuales si no es a través del amiguismo o cosas mucho peores.
Y esta es solo una pequeñísima parte de la precariedad en la que viven la mayoría de las mujeres respecto a la mayoría de los hombres.
Ahora me siento como una impostora por haberme hecho pasar por un autor y no la autora que soy, la pantera atrapada en una jaula desde la que apenas logra entrever la realidad del afuera. Tal vez no he logrado ser muy creíble como personaje masculino, ni mi amiga creíble como personaje a su vez masculino. No importa. Tampoco los personajes femeninos de Tolstoi, Fontane, Clarín o Flaubert acababan de ser del todo creíbles, aunque sus historias atrapen.
Algunos pueden pensar que persigo falacias, que todas esas nubes del feminismo, el ecologismo, la armonía, la búsqueda de la verdad, de lo insondable y demás no son más que quimeras y que hay que poner los pies en la tierra. Sí, a muchos les interesa que pongamos todos los pies en la tierra, nos limitemos a ser lucrativos y dejemos de perseguir nubes, esas nubes que ponen en peligro sus adorados privilegios e incluso sus escasos o volátiles privilegios que defienden a capa y espada, tal vez incluso creando ilusorias pandemias, como la actual. Aunque, por lo que dicen los medios oficiales, la realidad es que los hospitales están colapsados y la elevada mortalidad es un hecho. Y con todo, entre los que creen en el discurso oficial y los que creen en discursos conspirativos de todo tipo, existe un término medio razonable, escéptico ante todo, que se limita a observar y a actuar según su conciencia, que intenta no dejarse arrastrar por ningún tipo de discurso.
La realidad, la ficción, la credulidad, el negativismo… Todo bascula sin cesar.
Pero, pandemias, teorías conspirativas u oficiales al margen, muchos, creyendo formar parte de los privilegiados, acaban votando a los mismos que les oprimen, pensando que defienden aquello que tanto esfuerzo les ha costado reunir. Pero de todos modos acabarán viendo como la vida misma, si no lo hacen los auténticos privilegiados primero, les arrancará todo de las manos sin remedio, tarde o temprano. Por eso mismo no hay que dejar de perseguir nubes mientras tanto, porque tenemos que crear un mundo en el que poder vivir realmente, un mundo en el que poder respirar. Todos. Sin clases. Sin privilegios, sin jerarquías, sin géneros, sin razas.
Puede que todo esto no sean más que bonitas palabras. No deberíamos dejar que las palabras se adueñaran de nosotros. Ni la palabra escrita ni la palabra volátil de los políticos y oradores. Yo sería todo lo contrario que un orador o un político, por mucho que todos utilizamos las palabras. Pero nuestros objetivos son diferentes, aunque puedan parecer similares.
Henry Miller afirmaba en Sexus que el auténtico escritor no quiere escribir, lo que quiere es que el mundo sea un lugar en que pueda vivir la vida de la imaginación. Anaïs Nin afirmaba en Ser mujer que ella necesitaba escribir como necesitaba respirar.
Realmente es así, en el fondo es un continuo resistirse a escribir, pues en realidad todo gran escritor es ante todo un gran lector frustrado que espera que todo fluya como debería fluir pero, como nunca es así necesita escribir, jugar con las palabras con el objetivo de construir mundos en los que poder vivir y respirar, donde no morir asfixiado por la realidad. Y con todo no es un mero escapismo, no es un intento de evasión…

Continuará…

© Maite Mateos

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Published on May 27, 2021 06:41
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