7 de Prime Time
En primer lugar, pido perdón si digo alguna tontería porque hace ya unos meses que leí esta novela y me gustaría haber hablado de ella cuando la tenía más fresca. El problema es que lo he ido dejando pasar, he ido leyendo otros libros entre medias, he ido olvidando detalles… Además, como no soy reseñadora profesional, no soy la clase de persona que toma notas mientras lee y tampoco me gusta demasiado lo de releer. También aprovecho desde el principio para disculparme porque seguramente haya spoilers del tamaño del submarino amarillo.
Después de justificarme de manera estúpidamente innecesaria, voy a lo que voy: me lo pasé bastante bien con Prime Time (Raúl Caronte). Es inquietante —aunque no tan terrible como había oído decir a mucha gente, claro, que esto lo dice alguien que tiene la escala de la horribilidad contrapeada—, está lleno de sorpresas (¡como a mí me gusta!) e incluso tiene algunos momentos que pueden hacerte reír. Ah, y hay representación LGBT+ tanto en el bando «bueno» como en el bando «malo» (aunque ya veremos que eso es un tanto relativo) pero, por una vez, he decidido no incluirlo como uno de los puntos positivos porque, por suerte, se está volviendo tan frecuente en las obras que consumo que ya casi no tiene sentido dedicarle un apartado, y eso me alegra mucho. Ahora hablemos en detalle:
Originalidad al poderLo primero que me llamó la atención de esta historia es lo original que es la premisa. Las tramas de venganza llevan existiendo desde el principio de los tiempos. Que alguien resucite para cumplir su venganza ya es algo más extraño. Y ya no te cuento si resucita precisamente para vengarse de la persona que se la cargó. Pero… ¿reality shows en el Más Allá? ¿Y encima combinados con todo lo anterior? Eso me interesa.
No me decepcionó en absoluto. De hecho, es todo más loco y retorcido de lo que suena en principio. El universo de Prime Time nos pinta un Más Allá en el que los muertos están todavía más ávidos de carnaza y sufrimiento ajeno que los vivos (lo cual ya parece difícil, ¿verdad?), así que su principal entretenimiento son los reality shows, cada uno más descabellado y morboso que el anterior. Hache, uno de los primeros personajes que conocemos, tiene la idea del millón: devolver a la vida a una joven llamada Eileen Hayden para que localice a su asesino, Tansel Turner, y le devuelva el golpe; si lo logra, podrá quedarse en el mundo de los vivos con un nuevo cuerpo apropiado para su edad biológica —murió cuando tenía nueve años y han pasado quince—; si no, quedará eliminada para siempre. Al parecer, no sabemos por qué, el tal Tansel es una leyenda en el Más Allá, por lo que los ejecutivos de televisión se vuelven locos con la propuesta.
Variedad de puntos de vistaEn Prime Time tenemos un buen número de protagonistas, y la mayoría de elles se convierten en narradores en algún capítulo de la historia, lo cual se agradece. A mí, por lo menos, me encanta conocer diferentes puntos de vista de personajes. Además de ofrecernos una mejor visión de cómo es realmente cada une, también es el equilibrio perfecto entre saber más y menos que elles. Pero no es el momento de meterse en tecnicismos de escritores.
Como he dicho antes, una de las primeras visiones que conocemos es la de Hache, quien tiene la idea original del programa Hayden. Además de elle —¡sí, es un personaje no binario!—, tenemos capítulos narrados por Eileen, su hermano Jack e incluso el famoso Tansel Turner. Probablemente me haya dejado a alguien por el camino, pero creo quienes más importan son elles. Ya el hecho de que tengamos la perspectiva de ambos bandos es todo un punto a favor de esta novela. Además, hay muchos flashbacks para que podamos conocer a la perfección sus pasados, sus motivaciones, las conexiones insospechadas que hay entre elles y recuerdos que no tendríamos otra manera de descubrir. Me parece un recurso muy útil e interesante.
Luz entre las sombrasLo he dicho al principio: es un libro muy oscuro y perturbador. Nada más abrir las primeras páginas, te encuentras con un aviso de contenido porque en sus múltiples capítulos (y casi quinientas hojas) se tratan temas muy crudos. Daré más detalles sobre cuáles son en otro apartado, pero digamos que la familia Hayden debe de estar marcada con algún tipo de maldición porque la mala suerte que tiene no es normal. A sus miembros les ocurren cosas horribles —y suelen ser un diez de octubre, por algún motivo inexplicable— de todo tipo y, como cabe esperar de una historia sobre venganza y asesinatos, la violencia está muy presente. Podría ir aún más allá y decir que la verdadera protagonista de esta novela es la mismísima muerte pues, en realidad, todo gira en torno a ella.
Photo by Pixabay on Pexels.comSi con esto parece que os estoy intentando ahuyentar, no es en absoluto mi intención. Lo que venía a decir es que, entre todos los horrores que desfilan por Prime Time, hay sitio para algo de esperanza. Encontramos tres historias de amor —algo trágicas, pero no por ello menos bonitas— e incluso momentos graciosos. Recordemos que Eileen ha pasado la mayor parte de su existencia en el Más Allá, así que hay muchos asuntos de la vida en la Tierra que le son completamente ajenos, lo cual da lugar a situaciones bastante cómicas. Otro de mis ejemplos favoritos de las pequeñas pinceladas de humor que nos presenta Raúl Caronte son las constantes referencias a «los dichosos Beatles». Como alguien que tiende a guardar una cierta antipatía a los grupos sobrevalorados míticos de la historia, me resulta más que comprensible que en una novela ambientada en Liverpool haya más de un personaje que ya esté aburride de oír hablar del cuarteto.
También me gustaría hacer menciones especiales a dos personajes. Por un lado, a Blanca Moriana, a la que muchos tienen como favorita. No es mi caso, pero reconozco que resulta bastante simpática y dulce y que su situación es mucho más optimista que la del resto del elenco. Sobre todo es muy refrescante ver a alguien triunfar en el mundo de la música sin morir en el intento y más para alguien que se dedica a ello, je, je, je. Hache, en cambio, sí es mi personaje favorito sin ninguna duda. En un reparto lleno de personajes que en algún momento son despreciables —vale, con la excepción de Blanca, hay que reconocérselo—, es le únique sin la más mínima maldad, que empatiza con el resto hasta el punto de cogerles cariño y lo único que quiere es hacer las cosas bien. Reconforta ver que hay algo que la energía oscura del Más Allá no ha podido corromper.
Cuando Raúl Caronte, Andrea Arroyo y yo dimos aquella charla online el verano pasado, una de las conversaciones que tuvimos durante la preparación fue sobre cómo nacieron nuestras novelas. Esto, a modo de meme de la casa, pasaría a llamarse «lo de si fueron antes las bolas de fuego o el mensaje». Raúl decía que él quería hacer una crítica a los reality shows y el morbo en televisión, y que después se le había ocurrido escribir un thriller paranormal sobre ello (es decir, que en su caso fue primero el mensaje y luego las bolas de fuego).
Seré sincera: cuando supe esto, me asusté. Tengo un poco de miedo a las historias en las que el mensaje es muy importante porque me preocupa que la enseñanza que pretenden transmitir acabe fagocitando la trama, los personajes y el espectáculo en general. Es decir, que al final todo se convierta en un panfleto disfrazado de ficción.
¡Qué alivio cuando vi que no era el caso!
Efectivamente, en Prime Time se tratan muchos temas, a menudo en tono de sátira. Destaca especialmente la obsesión por el morbo y el sufrimiento de los demás, que se manifiesta a través de la pasión que levantan los reality shows, pero también hay crítica a la violencia doméstica, las relaciones tóxicas y el sexismo. Hay sitio para todo eso y, aun así, no perder de vista que a lo que hemos venido es a enterarnos de cómo se adapta Eileen de nuevo al mundo de los vivos y de si venga su propia muerte o no. Sin embargo…
Hay un autor en mi sopa
Con esa carita tampoco me importaría encontrármelo, ni aunque fuera en mi comidaEn algunos momentos se cuela la voz del autor. Esto no es nada grave; de hecho, es un mal menor. Es inevitable, y probablemente quienes escribimos seamos las únicas personas que nos demos cuenta de estos pequeños detalles. Comprendednos: se pasan la vida dándonos la lata con que no lo hagamos, así que luego lo vemos en todas partes.
¿A qué me refiero? Por un lado, a pequeñas pildoritas de información un tanto innecesarias —que no infodumps— que se escapan. Ya sabes: te has documentado muy bien para tu novela o sabes mucho del asunto que estás tratando y te hace ilusión que se note. De ahí que en determinado momento cierto personaje se ponga a explicarte términos de psicología. O que hablen de que alguien «está ingresado en el Saint Lawrence Hospital del Liverpool» (nota: me acabo de inventar el nombre porque no recuerdo ahora cómo se llamaba). Eso último queda muy bien en el Marca si estás hablando de no sé qué futbolista de la liga inglesa, pero si se supone que quien lo dice es un personaje que vive en el propio Liverpool suena como si yo le dijera a mi hermana que «mañana tengo una resonancia magnética en el Hospital Santísima Trinidad de Salamanca». ¡Pues no! Obviamente le diría que «tengo una resonancia en la Trinidad» o como máximo «en el Santísima Trinidad». No sé si se ve por dónde voy.
Por otro lado, está la —qué cosa me da utilizar esta palabra tan espinosa— ideología. Me encanta que el autor esté tan comprometido con la lucha feminista, le aplaudo por completo y me parece genial que intente usar su pequeña parcela de poder para esto, pero agradecería que fuera un poco más sutil. Es decir, que una Eileen recién llegada del Más Allá le pegue una hostia (por no decir más explícitamente lo que le hace) a un tío que intenta propasarse con ella en un bar me parece más que correcto, pero ya que la hostia vaya acompañada de un discurso… un pelín descarado, diría yo. Vale que se ha pasado quince años sin nada mejor que ver la tele, pero teniendo en cuenta los gustos de la gente del Más Allá, no creo que creciera precisamente con buenos referentes en materia de feminismo. Y creo recordar que hay algún otro momento del estilo.
De todos modos, lo dicho: esto es un mal menor. No se puede acusar a Raúl Caronte de hacer infodumping ni de ser excesivamente explícito con sus mensajes y su crítica social. En el fondo, todos los autores nos colamos en nuestras obras en mayor o menor medida.
Prepara los pañuelosLo he pasado bien con Prime Time, pero reconozco que tiene MUCHO drama. Así que, si no te gusta ver sufrir a los personajes, quizás no sea para ti. Si no tienes problemas con ello, entonces considera que este apartado está en verde en lugar de en rojo. Y ahora vienen los spoilers.
Como os dije antes, la familia Hayden está gafada. En 1986 asesinaron a Eileen, la hija pequeña. Unos años después, la madre ingresó en un psiquiátrico con demencia provocada por el trauma (de hecho, durante un tiempo te hacen creer que se suicidó). A raíz de estos hechos, el padre se alcoholizó y empezó a maltratar a Jack, el hijo que sobrevivió. Este encontró consuelo en una vecina y compañera de clase llamada Blanca y, más adelante, en Connie, que se convertiría en su novia. Por desgracia, esta última, que se estaba preparando para ser bailarina profesional, sufre un accidente de coche en el que pierde a sus padres y queda paralizada casi por completo. Debido a los dolores que sufre y la depresión que le provoca el no poder volver a usar su cuerpo, termina pidiendo al propio Jack que le practique la eutanasia.
Y la mayor parte de esto ocurre en los primeros capítulos. Me río yo de La catedral del mar.
Clímax ralentizadoProbablemente esta sea la única pega que es una pega de verdad, y no deja de ser tan subjetiva como las dos anteriores. Los últimos tres o cuatro capítulos se me hicieron algo cuesta arriba, como si se alargasen demasiado. No sé si sería el afán del autor por terminar de atar todos los cabos y dar todas las explicaciones o sus ganas de crear más y más tensión antes de cerrar por completo, pero conmigo tuvieron el efecto contrario. Quería gritarles a los protagonistas: «¿Qué hacéis todavía rajando? ¿Por qué no os matáis de una vez u os vais a vuestra puta casa a seguir con vuestras vidas? ¿Qué mierda os queda todavía?» Eso sí, el final-final (o sea, el desenlace absoluto, lo que pasa después de esos tres o cuatro capítulos de tira y afloja en los que las cosas se retuercen y parecen transcurrir a cámara lenta) es tierno y esperanzador… y no os lo voy a contar porque bastante he destripado ya.


